La peor pandemia sistemática: millones de niños y niñas obligados a realizar trabajo infantil

Durante el tiempo de confinamiento, la OIT ha presentado una serie de investigaciones sobre el impacto del coronavirus en el mundo del trabajo. Todas ellas tiene un denominador común: el escenario sobre el que ya estamos situados es enormemente doloroso para los trabajadores y las trabajadoras. Hoy, coincidiendo con el Día Internacional contra el Trabajo Infantil, hacen público, junto con UNICEF, su último análisis para alertar de la peor de las pandemias sistemáticas -provocada por el sistema económico, para que no haya dudas-: millones de niños y niñas podrán ser explotados y obligados a realizar trabajo infantil.

El informe titulado COVID-19 and child labour: A time of crisis, a time to act [La COVID-19 y el trabajo infantil: período de crisis, momento para actuar] apunta que la disminución de esta práctica inhumana lograda durante la dos última décadas está amenazada con un nuevo crecimiento del trabajo que explota a niños y niñas. Esta forma de esclavitud, propia de una economía que genera violencia, descarta y mata (Evangelii gaudium, 52-60), se verá agravada por el impacto de la pandemia en los ingresos de la familias empobrecidas que “al no tener apoyo alguno, podrían recurrir al trabajo infantil”, según afirma Guy Ryder, director general de la OIT.

Por eso, las redes de solidaridad, el fomento y fortalecimiento de la protección social es esencial para evitar estás situaciones y responder a las necesidades más básicas de las personas: sobrevivir dignamente y evitar esta tragedia. Acciones que pasan también por “facilitar la concesión de créditos a hogares en situación de pobreza, promover el trabajo decente para los adultos, facilitar el regreso de los niños a la escuela sin costos de escolaridad, y disponer de más recursos para realizar inspecciones laborales y hacer cumplir la ley”.

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Todos somos responsables

El papa Francisco no ha evitado pronunciarse sobre esta lacra: “todos somos responsables” de esta esclavitud que sufren los menores por ayudar a sus familias. Francisco hace un llamamiento a las instituciones para que realicen “todo lo posible (…) llenando las lagunas económicas y sociales que están en la base de la dinámica distorsionada dinámica en la que, lamentablemente, ellos se ven envueltos”.

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