La resiliencia de la economía solidaria

La resiliencia de la economía solidaria
La economía social y solidaria desde su triple dimensión (enfoque de economía crítica, conjunto de prácticas de economía alternativa y movimiento social) afirma que es posible un modelo de desarrollo alternativo que ponga en el centro la sostenibilidad de la vida.

Como paradigma de transformación de la economía, la economía social y solidaria –en adelante ESS– ha cobrado especial relevancia en tiempos de crisis en los cuales se ha constatado su capacidad de resiliencia, como así lo demuestra el hecho de que haya registrado una destrucción del empleo 6 puntos inferior a la del resto de fórmulas empresariales1 en la anterior crisis del 2008.

El origen de las causas de esta capacidad de resiliencia la encontramos en las características inherentes a este modelo: en primer lugar, la propiedad de la empresa vinculada a las personas trabajadoras –como es el caso de las cooperativas y otras fórmulas de la ESS– que implica orientar la actividad a la generación de empleo de calidad y no a la obtención de beneficio empresarial.

En segundo lugar, la toma de decisiones estratégicas ejercida de forma democrática por las personas trabajadoras genera una fuerte implicación con la vida de la empresa. Esto se traduce en el mantenimiento de los empleos, cuando se produce una reducción de ingresos de forma significativa en lugar de su destrucción.

En esta línea, algunas de las medidas que se han implementado en este contexto de pandemia para evitar reproducir lógicas capitalistas pasan por analizar posibles ajustes internos de distribución del trabajo que, de forma negociada y consensuada, aseguren los puestos de trabajo de las personas y en último término valorar el ERTE como medida transitoria y excepcional para evitar despidos.

En este sentido, desde la perspectiva de la ESS, este debe ser un mecanismo acordado conjuntamente desde una lógica de corresponsabilidad de todas las personas trabajadoras.

En tercer lugar, la ESS se caracteriza por su capacidad de actuación en todas las fases del ciclo económico (producción, distribución, consumo y financiación) creando bienes y servicios socialmente útiles que, en el contexto actual, son los que la ciudadanía prioriza en la búsqueda de satisfacer sus necesidades básicas.

En su intento de dar respuesta a los desafíos actuales, la ESS viene articulándose con otros modelos y corrientes como es el caso de la economía feminista. En su puesta en diálogo, ambas corrientes comparten la importancia de visibilizar los cuidados y aquellos trabajos esenciales para la vida –en su mayoría llevados a cabo por mujeres– y que han sido invisibilizados de forma sistemática por el sistema capitalista.

En contextos de crisis como la actual, existe una transferencia de recursos desde la economía de mercado a la doméstica no remunerada, hecho que se ha manifestado de forma visible durante el confinamiento. Los hogares se convirtieron en espacios en donde la carga habitual de tareas se ha visto reconcentrada con el traslado de la escuela y el teletrabajo.

Tras la finalización del estado de alarma y el inicio de un período de pospandemia, cuya prolongación aún es desconocida, es importante no caer en la paradoja de que en un momento en el que se reconoce la importancia y centralidad de los cuidados para la vida y la economía, exista un retroceso en sus condiciones. En otras palabras: se debe seguir transitando a una verdadera organización social de los cuidados que asegure el derecho de todas las personas desde la corresponsabilidad de todos los agentes sociales.

En este camino hacia la búsqueda de un modelo más justo, sostenible y democrático, la ESS se encuentra con otros movimientos como el de Comercio Justo ya que ambos buscan situar «a las personas, el medio ambiente y el desarrollo sostenible por encima de otros intereses».

En el contexto actual, muchas organizaciones en América Latina han utilizado parte de la prima de comercio justo para comprar alimentos a sus miembros y a la población más necesitada de sus comunidades.

En función de los sectores, el estado de las organizaciones de comercio justo presenta diferencias: en el caso de las productoras de textil y artesanía han cerrado sus fábricas y centros de trabajo ya que la producción se han detenido. Muchas de estas organizaciones han optado por fabricar mascarillas que han posibilitado no detener su actividad y cubrir las necesidades de este recurso –ahora esencial– en su región.

La ESS se encuentra con otros
movimientos como el de Comercio
Justo ya que ambos buscan situar
«a las personas, el medio ambiente
y el desarrollo sostenible por
encima de otros intereses»

En el caso del sector alimentario, con productos como el café, cacao, etc., la situación depende del país y el territorio, si bien es cierto que las medidas de distanciamiento social y la exigencia de menor personal van a encarecer los costes de producción. Por otro lado, aunque aún es pronto para evaluar el impacto, se prevé que los cierres de frontera afecten al transporte y la exportación.

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Sin embargo, ya hay evidencias de cambios en los patrones de consumo que se concentran en productos de primera necesidad y al mismo tiempo en una mayor inversión en alimentos de origen agroecológico. Estos, al producirse de forma natural redundan positivamente en la salud de las personas; es por ello que la conciencia sobre el origen y calidad de los productos va a aumentar de forma considerable.

El comercio justo se postula como una alternativa que reivindica la importancia de producir y consumir productos que respeten los derechos humanos y medioambientales a escala internacional y, por otro lado, la necesidad de ajustar los niveles de consumo a las necesidades reales.

Si nos desplazamos dentro del modelo de la ESS desde la esfera de la producción y consumo a la financiera, nos encontramos con que juega un papel fundamental como engranaje de la ESS. La actual crisis económica necesita más que nunca de unas finanzas para poder reactivar, reconstruir y transformar el modelo productivo.

Las entidades de finanzas éticas como Fiare Banca Ética, agilizaron los procesos para superar carencias de diferente tipo, pusieron en marcha una nueva financiación para apoyar la liquidez de las cuentas de las empresas clientas y activaron garantías añadidas gracias a un acuerdo con el Fondo Europeo de Inversiones (FEI) que posibilitará el acceso de las pequeñas y medianas empresas a la garantía europea EASI.

Ante esta radiografía del modelo de la ESS, las esferas que la integran y las diferentes corrientes y propuestas con las que se articula, cabe preguntarse cuál es el escenario que se abre en la actualidad para que la ESS pueda seguir operando como modelo de referencia.

En primer lugar, y ante la situación actual de incertidumbre la colaboración entre entidades y la administración pública recobra una importancia significativa, es por ello que la ESS debe seguir trabajando en propuestas de políticas públicas orientadas a la inclusión y cohesión social, la sostenibilidad de la vida y al servicio de las personas a través de mecanismos y alianzas público-comunitarias.

En segundo lugar, la ESS puede jugar un papel muy importante en la reindustrialización de la economía a través de la generación de un tejido empresarial con capacidad de resistencia y que redunda en un beneficio colectivo económico, social y ambiental.

Diversos Gobiernos de la Unión Europea ya vienen reconociendo la capacidad de adaptación de este modelo y «constatan el papel clave de las empresas de Economía Social en los planes de recuperación económica y social de Europa».

Para la proliferación de organizaciones de este modelo, en una suerte de expansión horizontal, es importante el reconocimiento del sector público de la especificidad de estas organizaciones a través de normas de contratación pública acordes con dichas singularidades. Por otro lado, también son importantes las ayudas para la recuperación de empresas y su transformación hacia fórmulas de la Economía Social y Solidaria.

Por todo ello, el único escenario posible es transitar hacia una economía que nos resitúe hacia fórmulas más sostenibles y que nos aleje de un sistema también pandémico que esta triple crisis (sanitaria, económica y de cuidados) ha puesto en evidencia su incapacidad.

1 Datos disponibles en la web de CEPES. La economía solidaria se reconoce dentro del ámbito de la economía social, REAS Red de Redes es un agente reconocido en el sector de la economía social y participa de forma activa en CEPES, la Confederación Empresarial Española de la Economía Social.
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