Enrique Roca: «Los alumnos desfavorecidos son los más perjudicados, con o sin brecha digital»

Enrique Roca: «Los alumnos desfavorecidos son los más perjudicados, con o sin brecha digital»
Enrique Roca Cobo. Fue director de instituto de educación secundaria durante varios años y asesor de la secretaría general de Educación, durante la elaboración de la Ley Orgánica de Educación (LOE), ahora es presidente del Consejo Escolar del Estado. Hablamos con él sobre nuestro sistema educativo en tiempos de pandemia y la nueva reforma propuesta.

¿Cuál es su mayor preocupación sobre el impacto en la educación de nuestros niños y jóvenes que está causando la pandemia actual?

Que nadie se quede atrás, que todos los alumnos accedan a los aprendizajes y competencias imprescindibles; que se pueda transitar, a pesar de las dificultades, presencialmente si es posible, por esos aprendizajes y que emocionalmente no cause dificultades añadidas difíciles de superar. Que puedan aprender lo fundamental, con el mayor apoyo posible.

¿Qué nos ha enseñado y revelado sobre las fortalezas y limitaciones de nuestro actual sistema educativo?

Por un lado, hemos visto que los recursos destinados a la Educación son insuficientes como lo son también en Sanidad. Hemos perdido en la última década un 1% del PIB, unos 10.000 millones. Estamos punto y medio por debajo de los países occidentales europeos y casi tres de Suecia. Nos falta casi de todo: profesores, medios, espacios… A pesar de lo cual, trabajan muy positivamente nuestro profesorado, alumnado y familias.

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Por otro, ha quedado en evidencia que los problemas de rendimiento de nuestros jóvenes tienen que ver con el aprendizaje y no tanto con otros aspectos del currículo. Si aprenden lo esencial, vamos bien, sepan lo que sepan. Si no, vamos mal, por muchas cosas que sepan. En el último trimestre del curso pasado y ahora, debemos pensar en qué es imprescindible que sepan, y garantizar que lo aprendan, sin que nadie quede atrás.

Y, por último, hemos comprobado que los más perjudicados siempre son los alumnos más desfavorecidos, con brecha digital o sin ella. Es la brecha social la que coloca a los alumnos en una posición más desfavorable para el aprendizaje, y no tanto los bienes informáticos, aunque es verdad que van juntos. Un alumno más desfavorecido suele tener más dificultades para acceder a esos equipos, a internet…

Dado el déficit de financiación y de recursos del sistema educativo, ¿qué partidas de gasto cree urgente recuperar y cómo se puede garantizar que la inversión sea eficaz allí donde más necesario es?

Si llegamos al 5%, cerca de la media de la OCDE, estaríamos contribuyendo a paliar las deficiencias más graves. Serían unos 10.000 millones más en un solo año. Si a los 2.500 millones ya decididos por el Gobierno se agregara el 5% de las ayudas de Europa, que serían otros 7.000 millones, estaríamos cerca. Es decir, si aprovechamos la situación extraordinaria en la que estamos y se suman esfuerzos, como se va a hacer para otros sectores, acortaríamos diferencias y aminoraríamos las dificultades. Si no puede ser este año, que sea entre este y el que viene. Además de contar con espacios seguros, tienen que ser útiles. Se trata de tener los medios que hagan falta, según las necesidades del alumnado. Los recursos deben ir allí donde más necesarios son. Este año debe ser un año más de transición y, a ser posible positivo, no una dificultad que para llegar al final. Todos los alumnos al acabar la ESO deberían tener acceso a un futuro educativo.

Sería fundamental que en esta nueva ley se consiguiera aproximar a todas las fuerzas políticas, no para el éxito del Gobierno, sino de la educación

A pesar de que el abandono escolar temprano se ha reducido, seguimos estando a la cabeza de países de la UE, con el 17% frente al 10%. ¿Qué medidas propone contra el abandono escolar?
Lo que nos diferencia de los países de nuestro entorno con más éxito y menos abandono es que en España, al final de la educación obligatoria, ponemos una barrera, hacemos una selección con el título de ESO. Una cuarta parte del alumnado se queda fuera. En esos otros países, en vez de hacer la selección, se ofrece orientación y oportunidades formativas. En el mundo anglosajón y en el escandinavo, también en Francia, casi no existe la repetición como tal. En otros países, cuando llegan al curso equivalente a nuestro 4º de la ESO, todos pueden seguir formándose con orientación, según el éxito que han tenido, y se discute con las familias el camino. Hay dificultades económicas, familiares, del entorno laboral, pero todo eso hay que trabajarlo. Hay que dotar a los centros de medios. Al acabar la educación obligatoria, nuestros alumnos han de poder convertirse en aprendices, como ocurre en todos los demás. Nuestra FP básica, sin repetición, podría jugar ese papel.

Se viene hablando desde hace mucho de mejorar el atractivo de la FP pero, sin embargo, y a pesar de sus buenos resultados, no termina de despegar. ¿Por qué?

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No termina de ser atractiva para ciertos jóvenes. A los 16 años, el 55% de nuestros jóvenes cursa Bachillerato y solo un 5% FP de Grado Medio. Es una buena opción, pero ahora tiene sus dificultades: la primera es que hace falta un título, el de la ESO para entrar en un ciclo de Grado Medio o Bachillerato. El modelo está bien diseñado y hay buena oferta en teoría, aunque en algunos lugares es más completa que en otros. Hay que permitir que haya más jóvenes que puedan transitar por estas vías de aprendizaje, sin reticencias, cada cual bien orientado por aquello que le atrae, más le conviene…

¿Cuál es su visión sobre la función que la educación concertada debería desempeñar en estos tiempos?

La educación concertada ha desempeñado y desempeñará un papel fundamental para ofrecer la educación imprescindible. Al llegar la democracia, se entendió que era necesaria. Está en la Constitución y en nuestra ley. Algunos de los que defendemos la escuela pública no despreciemos la red concertada. Los alumnos son de todos. Lo que tenemos que ver es cómo hacemos para que una y otra funcionen bien y cumplan su papel. Hay un promedio español del 25% de alumnado en la concertada, en determinados lugares se supera ese porcentaje. Pero estos, como el 75% restante, tienen derecho a recibir buena educación. La concertada y la pública deben poder hacer frente a los alumnos desfavorecidos y no debe haber selección. La red concertada debe comprometerse más, algunos centros ya lo hacen, con los alumnos desfavorecidos. He visto cómo un colegio de monjas, que estaba en el mismo barrio donde yo era director de un instituto público, acogía a alumnos más desfavorecido, si cabe, incluso que los que admitían en los centros públicos. Cada cual debe hacer su parte e integrar a todos en la misma proporción. Pueden convivir ambas redes y deben hacerlo, con respeto, asumiendo en la misma proporción las dificultades que nos toca como país.

Parece que una y otra vez, como ha ocurrido en la comisión parlamentaria sobre la reconstrucción, asuntos como la concertada, la asignatura de religión, el bilingüismo o las competencias autonómicas arruinan el deseable consenso para la modernización de nuestra educación. ¿Cómo ve el futuro del proyecto de ley orgánica de modificación de la LOE (LOMLOE) del PSOE, que viene a revertir algunos aspectos de la LOMCE, aprobada por el PP?

Con la LOE se intentó llegar a un consenso. En muchas cosas estábamos de acuerdo. Al final, hubo ciertos obstáculos insalvables. Si un pacto global es difícil, los acuerdos son perfectamente posibles y debemos trabajar para que nos permitan abordar los retos fundamentales de la educación, que no son, con todo respeto, si los alumnos reciben la educación en tal o cual idioma, o si cursan o no religión… En la comisión de la reconstrucción no hubo acuerdo por razones políticas. Tenemos un Gobierno de coalición, una oposición dividida en grupos, donde cada cual exige más por aquí que por allá. Pero no estamos condenamos a que cada mayoría haga una reforma diferente. Es más, no es del todo cierto que haya habido tantas leyes educativas. Que afectan al currículum y a la estructura del sistema educativo, en realidad, dos desde la Ley de General de Educación: la LOGSE y la LOE.

Sería fundamental que en esta nueva ley se consiguiera aproximar a todas las fuerzas políticas, no para el éxito del Gobierno, sino de la Educación. La pandemia nos propone a todos un reto: cómo superar las dificultades y cómo salir. Tengo esperanzas: la digitalización ya no será como era antes, el profesorado, el alumnado y las familias están aprendiendo a trabajar de otro modo, a tener en cuenta otros métodos. El Proyecto de ley propone recuperar lo positivo de la LOE y dejar a un lado aquello en lo que la LOMCE se extralimitó, como incluso el PP ha comprendido, como eran las reválidas… Les pediría y les pido a los políticos que añadan más cosas, incluso, pensando en los procesos de aprendizaje del alumnado. Así enriqueceremos la ley. No podemos estar otros 30 años con un Gobierno que pone esto para que llegue otro y lo quite. Hay que mejorar la LOE para que en los próximos 20 o 25 años haya una estructura que nos permita trabajar bien, gobierne quien gobierne, dentro de un marco que ponga el énfasis en el alumnado. Tenemos que encontrar gente a derechas e izquierdas, en unos ámbitos y otros que confluyan en esa dirección. Ya se disputará lo que haya que disputar. La escuela debe tener una orientación consensuada y cada escuela, con sus profesores, alumnos y familias, debe concretar su propia vía, con los recursos que hagan falta.

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