Ver más allá para ir más allá

Ver más allá para ir más allá
Cristo yacente Francisco Camilo. Segundo tercio del siglo XVII Museo del Prado #sabadosanto
Sucede en ocasiones que una cita te persigue, se cuela en tu día a día con insistencia y acaba, de alguna forma, apoderándose de ti. Es lo que me ha pasado con “el Reino de Dios está entre nosotros” (Lc 17, 20-25)

Me venía, con reclamo, a todas horas, reconocía en ella una llamada a ponernos manos a la obra. A dejarnos interpelar. Aquí y ahora. Que estamos llamados a encarnar el Evangelio y, al final del todo, aunque pueda sonar estratosférico e hiperbólico, estamos llamados y llamadas también a ser santos.

Las imágenes surgieron de la necesidad de expresar este grito. En mi caso, me gusta generar imágenes, collages o composiciones personalísimas que hablen de aquello que me motiva y perturba.

Esa primer propuesta, sencilla y plana, fue tomando diferentes formas y personajes y, a modo de caleidoscopio, están fructificando en vida, personajes y situaciones… Una de las primeras, la conversación de Jesús con un joven tomando un café cualquiera fue el pistoletazo de salida.

Imágenes que cobran nueva vida

La descontextualización sorpresa de personajes clásicos del arte fue tomando forma, para mostrar, a través del contraste exagerado, una nueva visión de la realidad, del día a día. Así, las imágenes cobran una nueva vida en lugares que nos son afines. Esta ligera ocurrencia fue haciéndose más grande, creciendo también en complejidad.

¿Quién puede negar que el pedigüeño, llagado en medio del puente de Brooklyn, no puede ser (San Francisco? ¿O el viejo que se asoma a tender los vaqueros no es la reencarnación de (San) Marcos? Y aquella madre con su hijo en el metro de Londres

Perspectivas multiplicadas

El juego caleidoscópico acaba multiplicando la perspectiva, porque, del mismo modo que todos estamos llamados construir el Evangelio, también estamos invitados a mirar con los ojos de Jesús. Y esta es otra arista que surge con fuerza y pretende interpelar.

Esta serie, a decir verdad, no es demasiado original. No nos engañemos. Conocía las composiciones extraordinarias de Alexey Kondakov que juega con un perfeccionismo brutal, una integración milimetrada (la atención al detalle minúsculo, el estudio de la luz…) en su propuesta artística para resignificar las obras de artes clásicas en lugares actuales. No aspiro a tanto, tampoco a la perfecta integración de elementos, ni al cuidado en los detalles.

La perfección técnica no es mi objetivo, mi intención es ir un poco más allá, a través de la recreación de obras clásicas religiosas del vasto catálogo del Museo del Prado, para llevarlas al “aquí y ahora”, situándolas en lugares comunes que pudiéramos reconocer: desde los valles idílicos de Heidi al interior de cualquier autobús.

Aquella ocurrencia primera sigue creciendo, con aportes diversos, situaciones a veces estrambóticas (¿San Juan Bautista de vigilante de la playa?) Imágenes que siguen explorando esa máxima de acercar la mirada trascendente a la que nos invita el Evangelio: ver más allá para ir más allá, salir de nosotros mismos, conscientes de que, como dice el papa Francisco, “somos” verdaderamente en el encuentro con el otro.

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En la cuenta de Instagram o de Twitter puede ver la totalidad de composiciones de la serie El Reino de Dios está entre nosotros de Pepe Montalvà.

 

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