El Vaticano destaca la influencia de la pobreza y la desigualdad en la salud mental de la población

El Vaticano destaca la influencia de la pobreza y la desigualdad en la salud mental de la población
El Vaticano ha hecho un llamamiento a cuidar la salud mental de la población, destacando la influencia de la pobreza y la desigualdad en el desarrollo psicológico de las personas.

En la Jornada Mundial de la Salud Mental, el cardenal Peter Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, ha denunciado las desigualdades que existen en el tratamiento y la atención de los enfermos mentales.

La Organización Mundial de la Salud calcula que, antes de la pandemia, casi 1.000 millones de personas vivían con un trastorno mental y cada 40 segundos una persona se suicidaba,  hasta el punto de que es ya la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.

“En los países de ingresos bajos y medios –afirma Turkson– entre el 75% y el 95% de las personas con trastornos mentales no tienen acceso a los servicios de salud mental, y en los países de ingresos altos la situación no es mejor”.

Una de las dimensiones más olvidadas, peor entendidas y atendidas del bien estar de las personas es la salud mental, sobre la que pesan todavía un sin fin de estigmas y estereotipos. La crisis de la COVID-19 ha agravado muchas de las dificultades presentes en las sociedades, derivadas en buena parte de la organización social y económica, “políticas que a menudo han generado nueva pobreza y marginación, y que siguen creando condiciones de injusticia y falta de equidad en la distribución de los recursos, en detrimento de millones de personas”, ha denunciado Turkson, quien también ha hablado del debilitamiento de valores espirituales, como la responsabilidad y la solidaridad.

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Además, ha expresado con claridad que “la desventaja social –que comienza antes del nacimiento y aumenta a lo largo de la vida– tiene un impacto significativo en la salud mental del individuo como factor crítico: el entorno físico y social en el que se vive, así como el acceso a los servicios sanitarios y a la educación, son todos determinantes sociales que tienen un profundo efecto en la salud mental”.

Por eso, Turkson ha defendido el abandono del actual paradigma de desarrollo para “adoptar un modelo cultural que vuelva a poner la dignidad humana en el centro”. “Es hora de volver a atender la fragilidad de cada hombre y mujer, de cada niño y de cada anciano, con la actitud atenta y solidaria del buen samaritano”, superando “el estigma y la discriminación” que sufren las personas con enfermedades mentales.

Precisamente, el dicasterio que dirige ha creado un grupo de estudio y de trabajo sobre el tema de la salud mental, bajo la orientación del secretario Mons. Bruno Marie Duffé, con el objetivo de preparar un texto de reflexión pastoral sobre “la salud mental y el COVID-19., El objetivo es cómo preparar juntos el futuro de todos los que sufren trastornos mentales, retomando el mensaje de inclusión propuesto por el papa Francisco también en la última encíclica Fratelli tutti.

 

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