Maru Megina: «Los cristianos debemos estar involucrados en las realidades sociopolíticas»

Maru Megina: «Los cristianos debemos estar involucrados en las realidades sociopolíticas»
María Dolores Megina Navarro, Maru, como le gusta ser llamada, ha sido elegida presidenta general de la HOAC, los próximos cuatro años. Es técnica de prevención laboral y militante de la diócesis de Jaén.

Conversa con Noticias Obreras sobre los retos de un mundo obrero y del trabajo empobrecido y con necesidad de justicia; de una política, cada vez más polarizada y alejada del diálogo y el bien común; y de la Iglesia fraterna y en salida «que ponga en el centro a tantas víctimas y anuncie este reino de Dios por el que merece la pena darlo todo».

Hemos conocido las prioridades y orientaciones del próximo bienio del movimiento que preside. ¿Cuáles son sus preocupaciones y retos?

Las preocupaciones vienen más por la situación de precarización y exclusión que vive el mundo del trabajo en esta época de pospandemia y por encontrar maneras para llevar ahí el mensaje de esperanza, del Evangelio. En cuanto a nuestro movimiento, este año se debería de haber celebrado la XIV Asamblea General que, por precaución sanitaria, decidimos aplazarla a agosto de 2023. Esto nos va a permitir profundizar en tareas aprobadas en la asamblea anterior, que se convierten en tareas permanentes. También nos va a permitir preparar esta próxima asamblea con más tranquilidad y profundidad. Por otro lado, estamos culminando la celebración del 75 aniversario de la HOAC haciendo memoria agradecida de este acontecimiento. El reto es dar continuidad a esta historia del movimiento, humilde en sus personas pero de espiritualidad y coherencia radical en la vivencia del Evangelio de Jesús.

¿Cómo es la labor de acompañamiento de la HOAC?

Una de las cuestiones que queremos priorizar es el cuidado de las diócesis y las militantes. La Comisión Permanente necesitamos conocer de cerca los logros y las dificultades que se viven en cada una y dialogar con ellas la manera de acompañar y fortalecer su tarea y sus planes diocesanos, ponernos a su servicio en aquello que podamos aportar. En la HOAC nos hemos dado instrumentos suficientes para que esto sea posible y uno de ellos es la propia Comisión Permanente al servicio de la dinamización de la vida de las diócesis. También queremos fortalecer las realidades interdiocesanas que ayudan a la vivencia de la comunión entre diócesis cercanas.

La HOAC puede aportar una forma de acompañar
al mundo obrero y del trabajo y favorecer el protagonismo
de las personas, de despertar conciencias y trabajar
para que las instituciones estén al servicio del bien común

¿Qué valoración hace de la convocatoria del sínodo sobre la sinodalidad?

El sínodo puede ser una gran oportunidad para que la Iglesia dedique una amplia mirada sobre si misma que le permita situar sus debilidades y sombras, y avanzar en la comunión necesaria, desde el necesario reconocimiento del protagonismo de los laicos en la Iglesia. Nuestra dignidad de bautizados es la esencial. La comunión que nos plantea el papa Francisco en Fratelli tutti, para concretar cómo ser una Iglesia servidora de los pobres y cómo plantearnos, desde los descartados, la evangelización del mundo. En ese sentido la HOAC quiere ser partícipe y aportar su espiritualidad y experiencia de evangelización en el mundo obrero. La Pastoral del Trabajo es por definición y tiene que ser, de hecho, una pastoral de toda la Iglesia y desde esa mirada al mundo obrero empobrecido la HOAC puede aportar una forma de acompañar al mundo obrero y del trabajo y favorecer el protagonismo de las personas, de despertar conciencias y trabajar para que las instituciones estén al servicio del bien común, de vivir experiencias alternativas de comunión que son necesarias cuando nos planteamos ser una Iglesia más auténtica.

El papa Francisco ha vuelto a convocar a los trabajadores más humildes y sin derechos en un nuevo encuentro de movimientos populares ¿Qué opinión le merece?

La HOAC ha estado participando desde el primer momento junto a otros muchos movimientos, pero sobre todo a través de militantes que desarrollan su compromiso en organizaciones que trabajan por defender una vida y un trabajo digno, organizaciones en las que viven su espiritualidad y su proyecto evangelizador. Por eso, varios militantes han participado directamente en los encuentros y en su preparación.

Desde el primer momento, hemos sentido que Francisco tiene una preocupación fundamental por poner en el centro a los empobrecidos, a los descartados y no solo lo ha manifestado con palabras sino con hechos como estas convocatorias. El hecho de que se les dé la palabra a tantas comunidades humildes de tantas zonas del mundo nos llena de esperanza y nos anima a seguir con nuestra tarea. Y en España la Iglesia tiene que ir transitando estos caminos que nos lleven a una renovación evangélica.

¿Cuál es su análisis de la situación actual del mundo del trabajo?

La crisis provocada por la pandemia es más profunda que la del 2008. Cuando los trabajadores aún siguen sin recuperarse de aquella, esta crisis ha venido a agravar y profundizar las malas condiciones de vida y trabajo de muchos trabajadores y trabajadoras, acrecentando la inestabilidad por el empeoramiento de sus condiciones laborales. Como siempre, las crisis en este sistema economicista las pagan los más débiles. Hace falta avanzar hacia otra economía que ponga en el centro a la persona a través de condiciones de trabajo dignas. Como dice el papa Francisco «esta economía mata» porque no le importa nada la situación de las personas trabajadoras y sus familias y «molesta que se hable de distribución de bienes, de preservar las fuente de trabajo». Hay que impulsar una economía diferente, social y solidaria. Por eso necesitamos denunciar estas prácticas e impulsar otras políticas para reorganizar el trabajo y que este sea decente.

El impacto de la pandemia en el mundo del trabajo ha tenido una amplia voluntad de consenso entre gobierno, empresarios y sindicatos. Es un cambio muy sustancial respecto a cómo se afrontó la crisis financiera de 2008…

Tenemos que reconocer que desde el gobierno se han hecho esfuerzos importantes y se han tomado medidas para paliar las consecuencias más graves como la implantación de los ERTE y el IMV. Sin embargo medidas como ésta del ingreso mínimo vital está llegando a un porcentaje muy bajo de las personas y familias más necesitadas. Las trabas son enormes y eso ha hecho que las personas trabajadoras de la economía sumergida, precarias o desempleadas que no cumplen requisitos meramente burocráticos no se hayan podido beneficiar de esta medida. Es escandaloso que se aprueben presupuestos para cubrir las necesidades más primarias y no se gestionen por cuestiones meramente administrativas. Comprobamos que los indicadores de pobreza y de pobreza severa continúan subiendo después de más de año y medio del inicio de la pandemia y la mayor parte de estas familias proviene del mundo del trabajo. Esta situación no puede continuar. Tenemos que seguir denunciando esta injusticia palpable.

¿Sigue de cerca las actuales negociaciones del diálogo social?

Las negociaciones del SMI, de modernización del mercado de trabajo, ERTE, pensiones y el resto de temas, son reformas necesarias si van en la buena dirección de subordinar la economía a la política. Los trabajadores llevan décadas perdiendo poder adquisitivo, pagando las consecuencias de todos los ajustes, por eso es necesario subir el SMI, asegurar unas pensiones dignas y medidas que refuercen el estado de bienestar. Cuando se precariza el trabajo siempre se pierden derechos familiares y sociales. La modernización del mercado de trabajo debería de pasar, por una mejor redistribución de la renta y la riqueza, por buscar la recuperación de derechos adquiridos, la regularización del trabajo sumergido y la reducción de la jornada de trabajo –aquello de trabajar menos para trabajar todos–. Los movimientos y las organizaciones sindicales tienen por delante una gran tarea en este sentido.

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¿Considera necesario reforzar los puentes de diálogo y encuentro con los sindicatos?

Como comentábamos antes, la Iglesia reconoce la necesidad del diálogo con los sindicatos. En nuestro caso muchos militantes tienen su compromiso en organizaciones sindicales y las relaciones entre la HOAC y los sindicatos a nivel de diócesis son fluidas y de total colaboración, al igual que en el nivel general. Las organizaciones sindicales siempre han estado muy presentes en nuestro quehacer y mantenemos un encuentro de cercanía con ellas.

El diálogo siempre tiene que ser el punto de partida para intentar aproximar posturas. Francisco en Fratelli tutti nos recuerda que la política del bien común hay que construirla desde la fraternidad y la amistad social, construirla con contenido y alcance político y en concreto señala que «estas capacidades de los empresarios que son un don de Dios tendrían que orientarse claramente al desarrollo de las demás personas y a la superación dela miseria». Los sindicatos y los empresarios están llamados a ese diálogo necesario que lleve a fomentar una riqueza que todos y todas debemos alcanzar.

 ¿Y con otros movimientos sociales?

La realidad es que la HOAC mantiene un contacto muy estrecho con ellas. El mundo del trabajo abarca más allá de los trabajadores en activo y sus condiciones de trabajo. Lo que nos mueve es que todas las personas puedan tener una vida digna. En este sentido la centralidad del trabajo y del trabajo en condiciones es esencial. Decíamos en nuestra XIII Asamblea que queríamos construir Iglesia en las periferias del mundo obrero y por ello el trabajo en estas organizaciones, ya que la precariedad ha llevado a muchas personas y colectivos a no disponer de lo más indispensable para vivir. Esto hay que denunciarlo y hay que promover otras alternativas en las que estas organizaciones van abriendo caminos.

Los trabajadores llevan décadas perdiendo
poder adquisitivo, pagando las consecuencias
de todos los ajustes, por eso es necesario subir el SMI

¿Le preocupa el clima político de polarización y puentes rotos que marca la convivencia en nuestro país? ¿Cuál debería ser la aportación a la política en la actualidad?

Vemos que va en sentido contrario a lo que la Iglesia pretende construir. Francisco habla de tender puentes y derribar muros. La política con mayúsculas hay que promoverla para avanzar hacia el bien común. Por eso, es importante que los cristianos estemos involucrados y ayudemos a recuperar el sentido de pertenencia común, de promover la participación de todos y fomentar las relaciones para llegar a consensos que ayuden especialmente a los más vulnerables. Debemos estar involucrados y presentes en las realidades sociopolíticas. Tenemos una gran responsabilidad en construir esa política institucional al servicio de las personas empezando por los más vulnerables, como nos recuerda la Doctrina Social de la Iglesia.

Se han conocido las líneas de acción de la Conferencia Episcopal Española, ¿cómo incide sus orientaciones en la vida y misión de la HOAC?

Los obispos en su reflexión señalan que estamos en un momento histórico de fuerte llamada a la renovación para la humanidad y para la Iglesia. Hablan de la necesidad de una mirada sobre el contexto cultural y social y hacen un análisis muy interesante del mundo del trabajo, alertando de peligros como el capitalismo de vigilancia; o la realidad líquida que no compromete; o de la realidad de los trabajos precarios y la dificultad para conciliar vida laboral y familiar. También hablan de buscar caminos para la humanización del mundo del trabajo y de crear puentes entre la Iglesia y la realidad social, y entre otros de promover encuentros con sindicatos. En todo esto no podemos estar más de acuerdo. Nos sentimos involucrados y enviados plenamente en esta tarea por la Iglesia.

Con el nuevo organigrama de la Conferencia Episcopal y la presencia de laicos al frente de algunos departamentos, ¿es de esperar un impulso nuevo?

Entendemos que este organigrama favorece el trabajo con el apostolado seglar y nos alegra la presencia de laicos porque es necesario ir construyendo otra corresponsabilidad en el funcionamiento al interior de la Iglesia. Creemos que la Pastoral del Trabajo va teniendo impulso con el obispo responsable de esta pastoral, pero queda aún mucho recorrido para hacer posible que esta pastoral sea «de toda la Iglesia» como se pretendía en el documento de la Pastoral Obrera de toda la Iglesia, hace más de veinticinco años, y para eso necesitamos que los obispos apuesten de manera clara por impulsarla, acompañarla y cuidarla también en sus diócesis.

Recientemente participó en su primer encuentro de la Acción Católica Española ¿Cuáles son las necesidades y su trayectoria?

Después de un tiempo con contactos más puntuales, el fin de semana del 18 y 19 de septiembre tuvimos un encuentro con todas las comisiones permanentes de la Acción Católica Española. En el encuentro pudimos reflexionar sobre nuestras realidades, planteamientos, dificultades… Creo que ha sido positivo porque hemos podido hablar y, desde el respeto y la corresponsabilidad, señalar lo que estamos dispuestos a asumir para avanzar en comunión. Se abre lentamente un camino nuevo y esperamos seguir manteniendo estos espacios y poder trasladarlos también a las realidades diocesanas. En esta tarea necesitamos sentir el apoyo de nuestros obispos. La Iglesia española necesita una Acción Católica fuerte que dinamice esa Iglesia en misión y se haga presente en las periferias. Una ACE donde desde nuestra diversidad complementaria podamos asumir nuestra común misión evangelizadora.

El trabajo decente debe ser
una realidad plena
en el seno de nuestra Iglesia

¿Qué supone para la Iglesia la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente?

La iniciativa tiene un recorrido de cerca de siete años en los que se ha trabajado de manera corresponsable entre los distintos movimientos que la promueven y se ha avanzado en sinodalidad entre todos ellos. Esta iniciativa está ayudando a hacer visible una Iglesia corresponsable con el mundo del trabajo y con las condiciones en que se debe de ejercer. Se trabaja en equipo para visibilizar esta situación y que el trabajo decente sea una realidad en la vida de las personas. Y, al mismo tiempo, para que en el seno de nuestra Iglesia, el trabajo decente vaya siendo una realidad plena. En esto tenemos que ser absolutamente coherentes.

 En vísperas de la finalización del año de celebración del 75 aniversario de la HOAC, ¿qué le ha parecido este tiempo memorioso?

Para todos y todas las militantes ha sido un tiempo de gozo, de reconocimiento de nuestra historia que nos lleva a estar enormemente agradecidos. Hemos podido saborear junto con nuestros simpatizantes y nuestras realidades eclesiales más cercanas, la manera de ir haciendo comunión, de ir abriendo camino en el trabajo por construir Iglesia en el Mundo obrero pero también por llevar y ser mundo obrero en la Iglesia. Hemos conocido más a fondo la figura de muchos y muchas militantes anónimas que son un ejemplo de vida y lucha coherente. Para nosotros son esos santos de la puerta de al lado que nos dice Francisco.

Tomo nota de la hondura y la talla militante de todos ellos y el ejemplo que han dado con sus vidas de entrega. La HOAC del futuro tiene que seguir siendo digna seguidora de esa herencia.

 

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