El escándalo de los accidentes laborales: Dos trabajadores mueren cada día

El escándalo de los accidentes laborales: Dos trabajadores mueren cada día
705 trabajadores y trabajadoras perdieron la vida en el trabajo durante 2021, según los datos provisionales publicados por el Ministerio de Trabajo y Economía social. Una plaga de siniestralidad laboral de más de un millón de accidentes laborales; 4.572 de carácter grave y la dramática muerte de dos trabajadores todos los días.

La pérdida de vidas, con un ligero descenso (-0,4%) respecto al año anterior, son como consecuencia de infartos y derrames cerebrales, de accidentes de tráfico, como resultado de una caída, por atrapamientos y amputaciones, o por choque contra objetos en movimiento. Los accidentes laborales, tanto con baja como sin baja, se incrementaron; también los de carácter grave; del mismo modo, subieron los accidentes leves y los accidentes que se producen en el desplazamiento desde la casa al trabajo y viceversa –los in itinere–.

La siniestralidad laboral es una tragedia que apenas es percibida por nuestra sociedad. Un problema grave, profundo y estructural que se ha normalizado y que parece que es indiferente. Una realidad con resultado de muerte de dos personas trabajadoras cada día –conviene recordarlo–. En un accidente laboral, hay un error evitable. En cada muerte, hay unas causas y unas responsabilidades muy concretas. Con cada muerte, hay una familia afectada, que sufre además del dolor, el olvido, la invisibilidad social, y el sentimiento de ser víctimas discriminadas.

Si compartimos que el trabajo es para la vida, las condiciones laborales de los trabajadores y las trabajadoras y las medidas de prevención en los centros de trabajo deben ser un imperativo ético y una prioridad absoluta. Un trabajo que no cuida a las personas es, sencillamente, insostenible.

Dimensión del cuidado de todo trabajo

El papa Francisco recuerda la dimensión del cuidado que todo trabajo debe tener para su adecuada compresión. “Si el trabajo es una relación, entonces tiene que incorporar la dimensión del cuidado, porque ninguna relación puede sobrevivir sin cuidado (…) Un trabajo que no cuida, que destruye la creación, que pone en peligro la supervivencia de las generaciones futuras, no es respetuoso con la dignidad de los trabajadores y no puede considerarse decente. Por el contrario, un trabajo que cuida, contribuye a la restauración de la plena dignidad humana, contribuirá a asegurar un futuro sostenible a las generaciones futuras. Y en esta dimensión del cuidado entran, en primer lugar, los trabajadores. O sea, una pregunta que podemos hacernos en lo cotidiano: ¿cómo una empresa, imaginemos, cuida a sus trabajadores?”, planteaba en la última cumbre mundial del trabajo de la OIT.

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Trabajar con seguridad y en condiciones dignas

Y en este sentido, en el cuidado de las personas trabajadoras, “la seguridad en el trabajo significa salvaguardar los recursos humanos, que tienen un valor inestimable a los ojos de Dios y también a los del verdadero empresario. Por ello, la legalidad debe entenderse como la protección del máximo patrimonio, que son las personas. Trabajar con seguridad permite a todos expresar lo mejor de sí mismos mientras se ganan el pan de cada día. Cuanto más cuidemos la dignidad del trabajo, más seguros estaremos de que la calidad y la belleza del trabajo realizado aumenten”, indicaba el Papa a empresarios de la construcción.

“¡No más muertes en el trabajo!”, exhortó Francisco en la pasada Nochebuena. Y todos, desde los distintos planos de responsabilidad que tenemos, podemos esforzarnos para lograrlo.

 

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