Carne industrial

Carne industrial
Foto | Greenpeace

Al ministro de Consumo, Alberto Garzón, se le ocurrió opinar sobre el consumo de carne –o sea, lo suyo– y aterrizó en las megagranjas. Ahí se desbordó el río de bulos. Lo que dijo fue: «Lo que no lo es [sostenible] en absoluto son las llamadas megagranjas… Encuentran un pueblo en una parte despoblada de España y ponen 4.000, o 5.000, o 10.000 cabezas de ganado. Contaminan el suelo, contaminan el agua y luego exportan esta carne de mala calidad de estos animales maltratados». Nada diferente a lo que vienen diciendo desde hace mucho organizaciones de consumidores, ecologistas, ganaderos, nutricionistas, gentes vecinas de macrogranjas, etc.

¿Por qué tanto ruido? Porque la producción de alimentos es material sensible, con muchos intereses muy interesados. Hablamos de cómo se producen y comercializan los alimentos, de quién y con qué objetivos decide en gran medida cómo nos alimentamos.

La derechona puso el grito en el cielo por el «ataque a los ganaderos», mientras el Gobierno del que Garzón forma parte se puso de perfil. Pero justamente el ministro estaba defendiendo a los ganaderos. Las macrogranjas son ganadería industrial; más industria que ganadería. No he oído de ningún ganadero o ganadera que llame a su granja, sus vacas, sus cerdos, sus gallinas, «industria».

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