Soñando el trabajo digno. Construyendo prácticas de comunión

Soñando el trabajo digno. Construyendo prácticas de comunión

El Día de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) que se convoca y se celebra durante el mes de mayo es, para los militantes obreros cristianos, un momento de celebración de lo que somos y hacemos, de oración y convivencia con nuestros hermanos y hermanas del mundo del trabajo y de la Iglesia. Es también un espacio para la toma de conciencia y la reflexión junto a otros y otras de nuestras preocupaciones y nuestras respuestas como Iglesia en el mundo obrero.

Este año, la convocatoria del Día está planteada especialmente para profundizar en las orientaciones y propuestas que necesitamos para un trabajo digno, sumándonos al llamamiento del papa Francisco de buscar «soluciones que nos ayuden a construir un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales decentes y dignas…” (Mensaje a la 109 reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo)

Como personas cristianos, sabemos que la mejora de las condiciones de trabajo es un paso fundamental en la construcción de una sociedad más humana. Y, como sabemos que no es un reto imposible, debemos en consecuencia, soñar con ello y ponernos en marcha.

Retomamos, para eso, las propuestas que en este tiempo se han ido ofreciendo de manera sencilla y así concretar cómo ofrecerlas a otras personas e implicarnos junto a ellos y ellas en conseguirlas.

Para nosotros y nosotras, la defensa del trabajo digno pasa hoy por:

  1. Centrar la atención en los trabajadores y trabajadoras desempleados, subempleados, precarios, vulnerables, excluidos…, para combatir la desigualdad que destruye nuestras sociedades.
  2. Comprender correctamente el trabajo, toda forma de trabajo, reconociendo ante todo que el cuidado de la vida es dimensión esencial de todo trabajo humano.

Porque lo entendemos como una actividad humana que permite crear y transformar. Esa aportación de cada persona, que es insustituible, nos permite crear el bien común. Por eso hay que defender el trabajo más allá del empleo.

Un empleo sujeto a las reglas del mercado le quita todo valor humano. En nuestra sociedad hemos llegado a considerar normal el tener o no tener empleo, la precariedad, la explotación y la pérdida de derechos como si esa fuera la forma natural de organizar el trabajo.

Por eso, nuestras propuestas tienen que dirigirse a construir otra forma de entenderlo que no se centre en conseguir un beneficio económico o político para unos pocos, sino en avanzar en comunión, en fraternidad. Nuestra acción tiene que dirigirse, no solo a difundir, sino a llevar a nuestros ambientes y organizaciones en las que participamos la reflexión, el análisis y diálogo que nos permitan:

  • Luchar para que toda persona tenga acceso a un empleo que le dé la posibilidad de realizarse personalmente, de contribuir a la sociedad y mantener a su familia. Un empleo en que se garantice su bienestar físico y emocional, con una estabilidad que permita construir su proyecto de vida, que permita la libre participación sindical y la conciliación.
  • Extender esta manera de entender el trabajo y el empleo. Para valorar tanto la actividad humana que se realiza como a la persona que la desempeña.
  • Defender el trabajo como expresión de la dignidad esencial de toda persona. Un trabajo que pueda ser libremente escogido, permita la realización personal y la integración social, posibilite el desarrollo de la comunidad, respete la cultura, el medioambiente, fomente la igualdad, proteja la salud, permita un salario digno…

Nuestras prácticas también deben de dejar claro que queremos vivir desde otra lógica y generar otra cultura: la del cuidado mutuo, el diálogo y el encuentro.

La acción compartida siempre refuerza lazos y nos permite construir juntos, hacer viable otra lógica y otra cultura.

 

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