Iglesia y sindicatos, la necesidad de caminar juntos

Iglesia y sindicatos, la necesidad de caminar juntos
Unai Sordo (CCOO), Maru Megina y Teresa García (HOAC)
En la apertura de la última asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella dedicó una parte de su intervención al contexto y de situación social y política que vivimos.

Escuché al cardenal denunciar algunos de los males que estamos viviendo en este cambio de época: la creciente pobreza y desigualdad; la desconfianza en las instituciones; la polarización política que se extiende a cada vez más ámbitos de la vida pública –y esta no se da únicamente en los distintos parlamentos de la geografía del país–, entre otras consideraciones.

Me llamó la atención, de manera más inusitada, cuando se refirió a la necesidad de tener buenas relaciones con las instituciones de la sociedad que trabajan por el bien común. Ofreciendo la experiencia y colaboración de la Iglesia católica, «con todos los agentes sociales para edificar “el mundo que viene”».

Considero acertada la disponibilidad de la Conferencia Episcopal, en sintonía con el papa Francisco –recomiendo releer el segundo capítulo de Laudato si’ (LS) y de Fratelli tutti (FT)– para que nadie arrincone la luz y la esperanza que ofrece el magisterio social de la Iglesia y el compromiso de esta, a través de tantos militantes laicos y laicas –samaritanos colectivos– empeñados en la defensa de la dignidad del ser humano, la promoción del bien común, la solidaridad y la fraternidad.

En «ese mundo que viene», sabemos que «el gran tema es el trabajo» (FT 162), libre, creativo, participativo y solidario (EG 192), anhelo de la Iglesia universal, junto con tierra y techo (FT 127), porque asegura nuestro compromiso con el cuidado de todas las personas y del planeta, porque el trabajo permite caminar juntos como pueblo hacia una vida digna. «El acceso al trabajo por parte de todos» (LS 127) es una prioridad irrenunciable.

Son instituciones que comparten
la búsqueda de la justicia y el bien común

El mundo del trabajo sigue siendo la clave fundamental para el desarrollo humano integral y los sindicatos, en palabras de Francisco, son instituciones esenciales para la construcción de sociedades más democráticas. Promotores de una cultura del trabajo basada en la lucha por la dignidad de las personas trabajadoras, la solidaridad que trasciende, protege derechos, escapa del individualismo, del consumismo, y cuestiona el sistema que «descarta» y «mata».

Pero se da la circunstancia de la enorme desconfianza que existe en el ámbito de las relaciones institucionales entre la Iglesia y los sindicatos en España. El dato es demoledor: más de 20 años sin que haya habido verdaderos esfuerzos por «encontrarse» para, por ejemplo, dialogar sobre los temas comunes que comparten: el trabajo decente, la siniestralidad laboral, las transiciones ecológicas, el salario universal, el reparto del tiempo de trabajo, etc. A pesar de compartir militantes cristianos sindicalistas que expresan la necesidad de avanzar hacia la normalización de relaciones entre la CEE y los sindicatos. O por la sencilla razón de reconocerse como instituciones que comparten la búsqueda de la justicia y el bien común.

En tiempos de sinodalidad –una forma de ser y de hacer que ha venido para quedarse– estamos ante una anomalía que hay que remediar, tomando la iniciativa –primerear dice Francisco–, para caminar juntos y sumar en la construcción de «un lugar común» con más rostro humano, sostenible, fraternal y de justicia social.

 

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