Quemarse en el trabajo

Quemarse en el trabajo
Foto: Luis Villasmil (unsplash)

El hecho

Hace años tuve un compañero que demostraba un pasotismo exasperante en el cumplimiento de sus tareas. Su carácter era bastante huraño y no interactuaba casi con nadie en la empresa. Yo tenía muy mala opinión de él. Me parecía irresponsable e irrespetuoso con sus compañeros. Más tarde fue sustituido por mí mismo. Me prometí hacerlo mejor, pero al cabo de unos años, él demostraba una mejoría notable tanto en todo y yo me veía cayendo (aunque me resistiera) en las mismas actitudes que le criticaba anteriormente. Incluso llegué literalmente a perder el sueño. Tardé mucho en darme cuenta de que el problema no éramos nosotros, sino el propio puesto de trabajo. Era terriblemente estresante, exigía continuamente un gran esfuerzo, recibía las consecuencias de las malas praxis de otros departamentos y, además, por más que yo lo intentaba, mis superiores ni siquiera se planteaban que la organización de ese «tajo» debía cambiar.

Cuando me trasladaron de allí emprendí el mismo camino de vuelta que experimentó mi compañero. Ambos fuimos curando nuestras quemaduras.

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