Papa Francisco: “No hay sindicato sin trabajadores y no hay trabajadores libres sin sindicato”

Papa Francisco: “No hay sindicato sin trabajadores y no hay trabajadores libres sin sindicato”
En la audiencia de hoy con sindicalistas de la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL, por sus siglas en italiano) el papa Francisco ha expresado, una vez más, su cercanía al mundo del trabajo, “especialmente a las personas y familias que más luchan”.

En su mensaje, el papa Francisco ha comenzado con una clara afirmación: “no hay sindicato sin trabajadores y no hay trabajadores libres sin sindicato” para señalar la importancia del valor del trabajo “como lugar de encuentro entre la vocación personal y la dimensión social”. El trabajo debe permitir la realización de la persona, “experimentar la fraternidad, cultivar la amistad social y mejorar el mundo”. También ha advertido de este tiempo tecnocrático actual que “ha defraudado parcialmente las expectativas de justicia en el trabajo”. En este sentido ha ofrecido el magisterio social, en concreto las encíclicas Laudato si’ y Fratelli tutti, para ayudar a discernir sobre el mundo actual.

El trabajo construye democracia cuando “viene de abajo”

Ante cinco mil delegados y delegadas del sindicato, Francisco ha vuelto a destacar la importancia del trabajo para tejer y construir democracia cuando este viene “de abajo”, de la realidad diaria que conecta personas con proyectos económicos y políticos.

El trabajo “es una experiencia primaria de ciudadanía, en la que se configura una comunidad de destino, fruto del compromiso y de los talentos de todos; esta comunidad es mucho más que la suma de las distintas profesiones, porque cada uno se reconoce en la relación con los demás y para los demás. Y así, en el tejido ordinario de conexiones entre las personas y los proyectos económicos y políticos, el tejido de la “democracia” cobra vida día a día. Es un tejido que no se hace en una mesa de algún edificio, sino con laboriosidad creativa en fábricas, talleres, empresas agrícolas, comerciales, artesanales, obras de construcción, administraciones públicas, escuelas, oficinas, etc. Viene “de abajo”, de la realidad”, ha aseverado.

Por eso, es tan importante la tarea del sindicato de enseñar el valor y el sentido del trabajo; de la formación; de la promoción de la fraternidad entre los trabajadores. Esta función esencial del sindicalismo, esta preocupación formativa, “no puede omitirse” ha señalado, pues es “la sal de una economía sana, capaz de hacer un mundo mejor”. De hecho, ha recordado que “los costos humanos son siempre también costos económicos y las disfunciones económicas siempre implican también costos humanos. Renunciar a invertir en las personas para obtener un mayor beneficio inmediato es un mal negocio para la sociedad” (Laudato si’, 128).

“Demasiada gente sufre por falta de trabajo o trabajo indigno”

Francisco ha señalado además algunas las distorsiones del trabajo como la discriminación de género, la precariedad crónica y estructural que sufren los jóvenes, o el trabajo sin derechos que, en su opinión, son consecuencia de la “cultura del despilfarro” que se ha colado en las relaciones económicas y ha invadido el mundo del trabajo.

“Esto se puede ver, por ejemplo, cuando la dignidad humana es pisoteada por la discriminación de género: ¿por qué una mujer debería ganar menos que un hombre? ¿Por qué una mujer, en cuanto se ve que empieza a “engordar”, la despide para no pagar la baja por maternidad? Se puede ver en la precariedad juvenil: ¿por qué las opciones de vida deben retrasarse debido a la precariedad crónica? ¿por qué los trabajos más extenuantes siguen estando tan mal protegidos? Demasiada gente sufre por falta de trabajo o trabajo indigno: su rostro merece ser escuchado, merece compromiso sindical”, ha dicho.

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Preocupaciones compartidas

Continuando con su alocución, el papa Francisco ha compartido algunas de sus inquietudes con los miembros de la CGIL. La primera de ellas, la falta de seguridad de los trabajadores. “Cada muerte en el trabajo es una derrota para toda la sociedad” ha indicado, sugiriendo “recordar sus nombres, porque son personas y no números”. La siniestralidad laboral que provoca muerte así como “¡demasiados mutilados y heridos en el lugar de trabajo!” es debida, en su opinión, por la idolatría del dinero que “tiende a pisotear todo y a todos”. En este sentido, pide a los empresarios “capacitarse para tomar en serio la vida de los empleados” y formación para los trabajadores: “solo una sabia alianza puede prevenir esos ‘accidentes’ que son tragedias para las familias y las comunidades”.

Una segunda preocupación compartida es la explotación de las personas. “Hay formas de violencia, como la contratación ilegal y la esclavitud de los trabajadores en la agricultura o en las obras y en otros lugares de trabajo, la constricción de turnos agotadores, el juego clandestino en los contratos, el desprecio por la maternidad, el conflicto entre el trabajo y la familia. ¡Cuántas contradicciones y cuántas guerras entre pobres se consumen en torno al trabajo!”.

Una tercera preocupación de Francisco en  el aumento de “trabajadores pobres”, persona que, a pesar de tener un trabajo, no pueden mantener a sus familias y dar esperanza para el futuro. En este punto, ha planteado al sindicato que “hay que hacer ruido para dar voz a los sin voz”, particularmente a los jóvenes que “a menudo se ven obligados a contratos precarios, inadecuados e incluso esclavizantes”.

Una cuarta preocupación que ha planteado ha sido el aumento de personas que renuncian al trabajo. “Jóvenes y mayores están insatisfechos con su profesión, con el ambiente en el lugar de trabajo, con las formas de contratación, y prefieren renunciar. Buscan otras oportunidades. Este fenómeno no significa desvinculación, sino la necesidad de humanizar el trabajo. También en este caso, el sindicato puede realizar una labor de prevención, visando la calidad del trabajo y acompañando a las personas hacia una reubicación más adecuada al talento de cada uno”, ha dicho.

El Papa ha invitado a los sindicalistas a ser “centinelas” del mundo del trabajo, “generando alianzas y no oposiciones estériles, educando para la paz para que los lugares de trabajo sean un signo de esperanza para todos”.

Finalmente, el Papa ha agradecido el trabajo que realiza la CGIL “lo que hacéis por los pobres, los inmigrantes, las personas frágiles y discapacitadas, los desempleados. No olviden cuidar a los que no se afilian al sindicato porque han perdido la confianza; y dar cabida a la responsabilidad juvenil”.

 

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