Carolina Pecharromán, editora de igualdad de TVE: «Las mujeres queremos cocinar un nuevo pastel»

Carolina Pecharromán, editora de igualdad de TVE: «Las mujeres queremos cocinar un nuevo pastel»
Carolina Pecharromán hace suyas las palabras de la teóloga dominicana Geraldina Céspedes, a la que entrevistaron para el programa «Objetivo Igualdad»*, «no queremos todo el pastel, ni siquiera la mitad, queremos cocinar uno nuevo y decidir por igual los ingredientes, el tiempo de cocción y cómo se adorna».

Ese es el compromiso personal y profesional de esta periodista, actual editora de igualdad de TVE, que nos relata en esta entrevista cómo la comunicación ha ido incorporando la mirada violeta.

¿Por qué son necesarias las editoras de igualdad?

La historia siempre se ha contado desde el punto de vista de los hombres y todo lo que contamos desde el periodismo se hace también desde esa perspectiva. Marca la agenda, a quién entrevistamos o qué temas nos parecen interesantes. De hecho, hay estudios internacionales que demuestran que las mujeres aparecemos muy poco en las noticias y que cuando lo hacemos, normalmente no es como expertas o protagonistas de la información, sino como testimonios casuales o víctimas de violencias varias. Entonces, si queremos una sociedad más igualitaria, más justa, tenemos que cambiar esa perspectiva y ponernos las famosas gafas moradas.

¿Es lo que hacéis las editoras de igualdad?

Sí, ponérnoslas y ayudar a nuestros compañeros y compañeras de la redacción a hacerlo. Es decir, a ver el mundo tal y como es, con mujeres, con hombres, por igual. A descubrir esos temas que, por esos sesgos de género, no nos parecen relevantes o a ver a las mujeres en los diferentes temas que tratamos. Intentamos avanzar en la paridad, aconsejando a los profesionales del periodismo, estudiando la forma en la que dar una mejor información.

En RTVE, además, nos obliga el Pacto de Estado y en 2018 se creó esta figura con Alicia Gómez Montano, que era la editora de igualdad en la televisión y luego tenemos otra en la radio que es Paloma Zamorano. Cuando falleció Alicia a principios de 2020, me nombraron a mí.

En este tiempo que llevas en la responsabilidad, ¿has notado alguna evolución?

Primero tuve que encontrarme a mí misma, porque Alicia era una figura tan mítica y un referente para toda la profesión, que me supuso un vértigo enorme. Fue duro porque enseguida me pilló la pandemia y me encontré con todo el mundo teletrabajando. Esa falta de contacto físico en algo que es tan necesario hablar, debatir y acompañar, lo hizo más difícil, aunque poco a poco me he ido haciendo a la función.

Hacer un periodismo
con perspectiva feminista
es hacer buen periodismo

En este tema considero que no se trata de vencer, sino de convencer. Es muy importante formarse e ir interiorizándolo. Darse cuenta, por ejemplo, de que hay que desagregar los datos o preguntarse cuando te enfrentas a cualquier tema, qué pasa con las mujeres. Hacer un periodismo con perspectiva feminista es hacer buen periodismo, como dice Macarena Baena, la directora de efeminista, que le copio siempre la frase citando la fuente. Porque es ver a toda la sociedad, es analizar la realidad en toda su complejidad, es hacer bien nuestro trabajo. Si no te lo planteas, sigues contando las cosas como se han hecho hasta ahora.

¿Qué significo el movimiento de las periodistas paramos que eclosionó en la primera huelga feminista?

Fue un momento en que muchas mujeres, de muchos colectivos dijimos que hasta aquí habíamos llegado, que las cosas no cambian simplemente porque pase el tiempo, que había que hacer algo. Desde el periodismo constatamos que tenemos dos revoluciones pendientes. La primera es la laboral, porque somos mayoría las que estamos en la precarización, hay mucha brecha salarial y techos de cristal, ya que no estamos en la toma de decisiones. Pero también tenemos que hacer la revolución en el modo en que elaboramos las informaciones, para acabar con ese androcentrismo y esos sesgos machistas y sexistas, aunque sean inconscientes. No podemos decir: tenemos justicia en las redacciones, pero contamos el mundo de forma injusta.

¿Cómo habéis abordado en el programa que diriges el tema de la de la igualdad en la Iglesia?

«Objetivo igualdad» nació porque no queríamos hacer un gueto de chicas, sino tratar esos temas que no tienen percha, salvo que sea el día «D». Acordarnos de esos colectivos que, si no pasa algo muy gordo, no tienen voz en los informativos diarios. Dar a conocer a una impresionante cantidad de mujeres interesantes que tienen propuestas para mejorar esta sociedad. Uno de los colectivos al que no se suele escuchar más allá de la movilización en torno al 8 de marzo es el de las mujeres feministas dentro de la Iglesia. Incluso se tiene ese sesgo de pensar que todas las religiones son machistas y las mujeres de esas religiones también porque están dentro de ese sistema. Sin embargo, hay muchas que forman parte de esas estructuras y quieren cambiarlas desde dentro, que son críticas.

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Hicimos precisamente un reportaje sobre la revuelta de las mujeres católicas que nos contaban problemáticas concretas, desde casos de acoso sexual al papel subalterno que muchas veces tienen, siempre al servicio y con poco protagonismo dentro de la comunidad de fieles. Ellas reclaman lo mismo que todas en todas partes, que se las tenga en cuenta, no por una concesión, sino porque forma parte de la Iglesia.

Otro tema que también habéis abordado desde diferentes ópticas es el de las violencias machistas, ¿cómo ha evolucionado su tratamiento en los medios de comunicación?

Se han cumplido 25 años del asesinato de Ana Orantes, que marcó un antes y un después, tanto en la propia responsabilidad de los medios, como en la percepción de la sociedad. Entonces era un asunto íntimo, privado, normalizado, en el que no había que meterse. Informativamente se entendía como un suceso, vinculado a la idea de ataque pasional y a frases recurrentes como la de «algo habrá hecho». Los medios de comunicación ya sabemos que esto es un problema estructural, que se ejerce violencia hacia las mujeres por el hecho de serlo. También vamos avanzando en la conciencia de la responsabilidad que tenemos para con las víctimas o con las que puedan llegar a estar en esta situación.

No podemos banalizar ni culpabilizar a las mujeres; no podemos disculpar a los maltratadores, ni seguir recogiendo testimonios entre sus vecinos para que nos digan que era un señor supernormal, supermajo, que le saludaba siempre en la escalera. Parece que se les disculpaba. Hemos aprendido que tenemos que acudir a fuentes expertas y las hemos diversificado, pidiendo declaraciones a policía, abogacía, asociaciones feministas o de supervivientes. Tampoco podemos generar una sensación de impunidad en los maltratadores, tenemos que seguir contando las historias, ¿qué pasa después?, ¿hay juicio?, ¿a cuánto le condenan?, ¿qué pasa con esas criaturas que quedan huérfanas?

No cambiamos nada si en
los magacines seguimos banalizando
la violencia machista
y la sexual

Tenemos que respetar a las mujeres víctimas de violencia sexual que era otra asignatura pendiente. Desterrar estereotipos como los que se desprenden que llevaba una falda muy corta, iba provocando o era de noche. Vamos aprendiendo, no hemos llegado por supuesto a la excelencia, pero creo que existe en la mayoría de la profesión ese compromiso de intentar hacerlo bien.

¿Qué retos quedan pendientes para comunicar con perspectiva de género?

Trasladar este enfoque a los programas de entretenimiento. No sirve de gran cosa cuidar cómo damos la información en el Telediario, pero en el resto de formatos ir en el sentido del plan antiguo. No cambiamos nada si en los magacines seguimos banalizando la violencia machista y la sexual, especialmente cuando se trata de hombres famosos, si seguimos cosificando a las mujeres o si les hacemos preguntas que jamás formularíamos a un hombre. Perpetuamos que nuestra valía está en el físico si todas las mujeres que salen en televisión son jóvenes, sexys y van con vestidos superajustados, mientras ellos pueden ser mayores, canosos o gorditos.

¿Qué tipo de hombres necesitamos?

Cada vez hay más organizaciones de hombres igualitarios y ellos trasladan una idea, extraída de Saramago, respecto a la violencia, que es un problema que generan los hombres y que sufren las mujeres. Interpretan que hay una mayoría silenciosa que no se manifiesta para condenar la violencia o el sexismo, miran para otro lado, como si no fuera con ellos, y ese silencio les hace cómplices. Otros, sin embargo, se hacen cargo de su responsabilidad en la construcción de la igualdad y tratan de atraer a más hombres a esa corriente.

Por supuesto que nosotras, las que estamos en el movimiento feminista, por la cuenta que nos trae, somos las que lideramos esto, pero los hombres tienen que renunciar a sus privilegios. Todos, y todas, hemos sido educados en el machismo y eso nos ha dejado un sustrato. Asumir un nuevo modelo de relación da vértigo, claro que sí, pero sabemos que un sistema que ha durado milenios no se cambia en dos días.

* «Objetivo igualdad» se emite en el Canal 24 horas los domingos a las 14:30 horas, los sábados cada quince días a las 11 horas en La 2 y luego está a la carta en RTVE play y en el portal de igualdad.

 

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