Día de las Trabajadoras del Hogar: falta mucho por avanzar, sobre todo, en el régimen interno

Día de las Trabajadoras del Hogar: falta mucho por avanzar, sobre todo, en el régimen interno
En el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, las asociaciones de empleadas y los sindicatos han puesto el foco, precisamente, en la modalidad peor regulada y más expuesta a las inequidades, el empleo doméstico en régimen interno.

En su inmensa mayoría realizado por trabajadoras migrantes, se desarrolla bajo un manto opaco que propicia abusos, irregularidades y vulneración de derechos. Teresa Zurbarán (nombre inventado), trabaja como interna cuidando a una anciana en Barcelona durante los fines de semana y festivos. Hace ocho meses llegó a nuestro país desde Perú, donde la inestabilidad política le convenció de buscarse un futuro lejos de su patria. “Llevamos seis presidentes en seis años”, comenta.

Con 53 años, estudios en turismo y hostelería, diseño de interiores y experiencia laboral en consultaría y educación ambiental, admite que el “empleo de interna es lo se me presentó más fijo, era lo que había y no había otra”.

Se calcula que como ella hay en España unas 40.000 empleadas, de las que nueve de cada diez son extranjeras y una de cada cuatro cuida a un adulto dependiente. Según los datos recopilados en el III Encuentro de Trabajadoras de Hogar y Cuidados, una de cada diez trabajadoras hace más de 61 horas a la semana y algo más del 7%, más de 71 horas, cuando por ley, el trabajo efectivo bajo esta modalidad no debería supera las 45 horas.

Teresa cuida de una persona mayor de 94 años con demencia durante los fines de semana –de lunes a viernes se encarga otra trabajadora–. “Es bien duro, el domingo termino agotada. No tengo inconveniente en trabajar, pero siento que está mal pagado”, reconoce.

La familia alega que solo pueden dedicar la pensión de la anciana a retribuir a las dos trabajadoras del hogar contratadas y que no se pueden permitir hacer contratos, por lo que tiene que cobrar en negro. Esta circunstancia no facilita precisamente que Teresa y su compañera puedan legalizar su situación en España y aspirar a un empleo fuera de la economía sumergida.

Ella se siente ahora mismo “amarrada, sin posibilidad de avanzar” y, con gran resignación, confiesa que “las leyes son las que son, sé que voy a tener que esperar para conseguir la documentación”. Con todo, aprovecha el poco tiempo que le queda –durante el resto de semana limpia casas– para aprender catalán y  hacer cursos para mejorar sus destrezas profesionales.

Desde su punto de vista, las leyes tendrían que ser más flexibles, las familias tendrían que tener un poco más de empatía con las persona que cuidan a sus personas queridas y la sociedad debería reconocer el trabajo tan delicado que realizan.

Camino por recorrer

La iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) también ha señalado las carencias en la regulación de este subsector del empleo del hogar, a pesar de los avances que han supuesto la ratificación del Convenio 189 de la OIT y posterior aprobación del Real Decreto-ley 16/2022, que establece la prestación por desempleo y la cobertura del Fondo de Garantía Salarial en caso de insolvencia de la familia empleadora, tras un año de cotización, la obligatoriedad del contrato por escrito y el fin del despido por desistimiento para las trabajadoras del hogar.

Así, esta plataforma eclesial advierte que “se han quedado fuera otras reivindicaciones que habrían supuesto una verdadera equiparación de derechos laborales y de seguridad social, fundamentalmente, todo lo relativo a las condiciones particulares que conlleva el trabajo que se desarrolla de manera interna”.

Tamar Arranz, técnica del equipo de Economía Solidaria de Cáritas Española, una de las entidades que integran ITD, explica que “esta falta de definición de las condiciones particulares del trabajo de las empleadas del hogar en régimen interno, hace que muchas de ellas se enfrenten a situaciones de especial desprotección y vulnerabilidad”.

Según relata, “en muchas ocasiones, se vulneran los derechos laborales, por estar sometidas a amplias jornadas, incluidas jornadas nocturnas, sin apenas descanso, con tiempos de presencia que obligan a tener disponibilidad y, en muchos casos, sin distinción entre trabajos de hogar y de cuidados, no contando éstos con la remuneración correspondiente, dada la especialización que requieren”. Además, explica que todo ello está íntimamente ligado al hecho de “la mayoría de mujeres que trabajan como internas son migrantes y muchas de ellas sin documentación, lo que hace que sea un sector especialmente vulnerable a los abusos”.

“Trato de hacer bien mi trabajo”

Después de todo, conforme apunta Teresa Zurbarán, “trato de hacer bien mi trabajo, porque el trabajo nos representa y porque, al final, se trata de un ser humano”. “Hay veces que no quiere ponerse el pijama o vestirse, que cuesta salir a pasear o hacer la compra, pero me busco las maneras de convencerla”, cuante, aunque, quizás, lo más duro sean las noches: “se despierta, se desarropa y a veces se levanta y quiere ponerse en pie pensando que ya es de día. No duermo nada”.

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Es fácil imaginar las consecuencias de un trabajo tan exigente, que se prolonga durante las horas del día en que estas trabajadoras permanecen dentro de las casas o a al lado de la persona cuidada, que son todas o casi todas la que tiene un día. Con frecuencia, las trabajadoras de este colectivo se quejan de agotamiento, estrés, ansiedad, malestar psíquico y soledad.

Teresa combate el aislamiento participando en las actividades de Sindillar/Sindihogar, que se autodefine como “el primer sindicato independiente de Trabajadoras del Hogar y los Cuidados en Barcelona”. “Una chica de Perú me contó que había un sindicato en el que participaba donde te explicaban cuáles eran tus derechos y que te podían ayudar a hacer los trámites”, rememora. “Veo mucha hermandad por parte de las chicas, una de ellas me pasó la voz de un trabajo, hacemos manifestaciones en las que cantamos y bailamos, aunque solo sea por desahogo”, describe Teresa.

“Sin los derechos y la protección que deberían tener”

Todavía queda mucho camino por recorrer para la verdadera equiparación de derechos de las trabajadoras del hogar en asuntos como la integración de lagunas en las cotizaciones, la diferenciación profesional entre cuidados de personas y hogar, o todo lo relativo a las condiciones particulares que conlleva el trabajo de interna.

Al cruzar los datos de la EPA del cuarto trimestre de 2022, en la que aparecen 543.900 personas que trabajan en el empleo de hogar, con los de Seguridad Social de febrero de 2023, que arrojan unas  376.151 personas dadas de alta en el régimen de empleadas del hogar, Arranz saca la conclusión de que “buena parte de las trabajadoras realizan su labor sin los derechos y la protección que deberían tener”.

Por ello, asevera, “desde Cáritas seguiremos trabajando junto al sector para que se produzcan los avances necesarios que permitan que las trabajadoras del hogar se conviertan en trabajadoras plenas de derechos y cuenten con unas condiciones laborales dignas”.

Las organizaciones presentes en el III Encuentro de Trabajadoras de Hogar y Cuidados, en el que participaron asociaciones de Bilbao, Granada, Galicia, Madrid, Sevilla o Valencia, en un manifiesto conjunto, reclamaban a la Administración mecanismos y medios para  garantizar “el pleno ejercicio de los derechos contenidos en el Estatuto de los Trabajadores para las trabajadoras de hogar y cuidados, erradicando el trabajo de internas como sistema de atención a la dependencia en el país”, la implantación de “un Sistema de Cuidados Público y Universal” que comprenda el trabajo de cuidado en los domicilios, además de “la reforma de la ley de extranjería” para autorizar la residencia para trabajar a todas las trabajadoras extranjeras sin más requisito que la oferta de trabajo.

Abordar los temas pendientes en el Diálogo Social

Por su parte, los principales sindicatos del país han reclamado la apertura de una mesa de Diálogo Social para abordar las materias pendientes del empleo del hogar, pues estas trabajadoras aún están lejos de los derechos de una relación laboral común.

UGT plantea, así mismo, regular el papel de las agencias de colocación y las plataformas digitales y la prestación de servicios profesionalizados bajo la relación laboral especial que, a juicio del sindicato, constituye una práctica no conforme a derecho. También ha reivindicado el cumplimiento de la disposición 18a de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales para que se regulen medidas que aseguren la salud y seguridad de estas trabajadoras.

CCOO reclama definir el papel de la Inspección de Trabajo para hacer efectiva la plena protección de estas trabajadoras, la regulación del derecho a la negociación colectiva o la plena integración en el régimen de la Seguridad Social.

Las organizaciones de trabajadoras del hogar reclaman dar pasos decididos hacia la mejora radical de las condiciones laborales. Aunque son muy conscientes de que “podemos celebrar logros”, también expresan que “queda mucho por recorrer”.

“Por eso, les pedimos a todas las trabajadoras que busquen en los espacios colectivos la fuerza para alcanzar los objetivos buscados, como tener un trabajo de ocho horas, como todas las trabajadoras y trabajadores”, concluyen.

 

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