El cuidado que transforma y compromete

El cuidado que transforma y compromete
Foto | Mr.Ratchapon Supprasert (vecteezy)
Tras la pandemia sufrida hace tres años y que ha afectado a toda la humanidad, el cuidado aparece como nudo aglutinador de una nueva visión de la realidad que habitamos. Y lo hace con no pocas dificultades. Presentamos este Tema del Mes como adelanto editorial del próximo Cuaderno HOAC.

A la sensación de que estamos atravesando un periodo de transición planetaria donde hemos topado con los límites de un crecimiento económico devastador, nos encontramos con enormes resistencias que vuelven la espalda a la realidad. Somos conscientes que habitamos en un neoliberalismo económico y cultural que hace de la libertad personal un canto al descuido generalizado y al darwinismo social excluyente.

En esta reflexión hemos de partir situando al cuidado en su verdadera dimensión histórica y transformadora, y que por eso mismo hemos de proteger frente a todos los intentos de manipulación y desactivación ética.

Solo desde ahí podremos comprender el verdadero alcance del cuidado como paradigma de civilización alternativo al actual, que tiene en la conquista su piedra angular y que solo se sostienen a base de seguir haciendo una guerra a la vida sin sentido.

Esta reflexión sería insuficiente si no vinculamos el cuidado con la transformación de nuestras organizaciones y con la lucha por la justicia. De este modo, cuidado, justicia y ciudadanía ecosocial caminan en la misma dirección.

Historizar el cuidado

En los últimos años hemos descubierto el cuidado como una palabra mágica que, a fuerza de tanto usarla, se torna en palabra gastada y desactivada de su energía moral y espiritual. Entre muchas personas cansadas, tanto en el ámbito sanitario como en el educativo o en el de la acción social, hablar de cuidado es nombrar su propia extenuación laboral ante el cual no hay respuestas de cuidado, sino tan solo palabras convertidas en moda efímera. Muchos profesionales del cuidado están hartos del cuidado del que les hablan, porque se viven en permanente estado de descuido ¿Cómo hemos llegado a semejante situación?

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A mi parecer, ocurre con el cuidado lo mismo que sucedía hace veinte o treinta años con la palabra «solidaridad». Todos teníamos que ser solidarios, y quien no se apuntaba a la moda solidaria quedaba fuera del lugar de moda del momento. Pensemos en los telemaratones solidarios, bancos solidarios, empresas solidarias, voluntariados de todo tipo, etc. Igualmente, hoy emerge el cuidado como cobijo de los conservadores del desorden establecido.

Por eso es necesario historizar el cuidado desenmascarando, en primer lugar, aquellas concepciones del cuidado que hacen de él una nebulosa donde cabe de todo, sin que realmente provoque cambio alguno. Insistir en el término «cuidado» es peligroso porque podemos desarticular su carga ética trasformadora con mucha facilidad. El discurso solo es insuficiente si no cambia la estructura que lo sostiene.

En la crisis sanitaria lo vemos claro. Los aplausos del confinamiento no valen si no van a acompañados de acuerdos laborales que dignifiquen la profesión sanitaria. Y más allá de las medidas laborales, el cuidado se hará historia real cuando se garantice la sanidad pública y universal para todas las personas que vivan en este país.

El cuidado, entonces, asoma como un Pepito Grillo en la base de un estado del bienestar que se niega a ser desmantelado. Del mismo modo, el cuidado se aleja de la visión de un cierto tipo de voluntarismo emotivista que se mueve entre el toque de ánimo en la espalda y el «no te preocupes, que todo va a ir bien».

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