Carta abierta al cardenal Omella

Carta abierta al cardenal Omella

El lunes, el Secretariado de la Juventud Obrera Cristiana (JOC) asistimos a la apertura de la Asamblea Plenaria de Obispos de la Conferencia Episcopal Española. Una asamblea ciertamente mediática por las actualidades que atraviesan a la Iglesia española estos días: informes sobre abusos, amnistía y política, la próxima visita a Roma… Sin embargo, entre ese vaivén, escuchamos sorprendidos una serie de minutos del discurso del cardenal Omella dedicados a la juventud. Releyendo el escrito, descubro una sección en la que desgrana una serie de observaciones y propuestas, sobre las que precisamente en la JOC, podemos también sentirnos interpelados.

Por un lado, aprecio enormemente la información explícita sobre el paro juvenil que el cardenal expone, y muestra la preocupación sobre el sistema educativo al que diagnostica que “algo falla”. En ese sentido, en la JOC conocemos tristemente la historia de muchos jóvenes a los que el sistema educativo no les ha servido para crecer, o a los que la meritocracia les ha dado la espalda ¿Quién acompaña a esos jóvenes? ¿Qué ideas propone la Iglesia?

En ese sentido, diría que la JOC asegura esa tarea de “mostrar la felicidad propuesta por Jesús”, como un camino de amor y compromiso. Para nosotros, y la historia de presencia de nuestro movimiento, está atravesada por decirle a cada joven trabajador que vale más que todo el oro del mundo, y que su dignidad está garantizada por su calidad de hijo de Dios. Por eso, quiero aprovechar este texto para defender el proyecto de la JOC como una avanzadilla de la Iglesia en aquellos ambientes, donde el sistema abandona, y donde los jóvenes sienten desilusión y desconfianza.

Hay otro tema que parece ser importante, cabe comentar la insistencia con la que el presidente de la Conferencia Episcopal apunta la necesidad de una educación afectiva y sexual para los jóvenes. No podría estar más de acuerdo con la idea, y con los valores de fondo sobre “el amor, la amistad sincera y el cuidar del más frágil”. De hecho, pude hablar con el cardenal brevemente sobre la epidemia de mala salud mental que sufre la juventud. Sin embargo, me gustaría ampliar el foco: no sólo la cuestión sexo-afectiva puede ser dañina, y es que, ¿acaso el sistema académico no genera angustia y ansiedad?¿acaso los hogares empobrecidos no sufren exclusión? En ese sentido, celebro el contenido social de otras partes del discurso, como la referencia a la “economía atenta al que sufre”. Pero, sería interesante ver este análisis aplicado también a la juventud, la cual no es indemne a los males señalados en ese apartado. Porque, dicho de una forma simplista pero crítica ¿la Iglesia piensa que la juventud sufre porqué está adicta al porno y a TikTok? ¿o porque no accede a una vivienda digna?

En definitiva, agradezco la mención a la juventud, pero también reitero el ofrecimiento de la Juventud Obrera Cristiana a aquellos estamentos de Iglesia que quieran dialogar con las personas jóvenes. Y les recordamos también nuestra tarea como miembros de la Acción Católica Especializada, especialmente la de los movimientos juveniles junto a los jóvenes de sus ambientes.

 

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