Un manifiesto por la paz y contra el uso de las religiones como arma

Un manifiesto por la paz y contra el uso de las religiones como arma
Diversas entidades cristianas han promovido un manifiesto por un alto el fuego permanente entre Israel y Hamás, en el que desacreditan el uso de las tradiciones religiosas para enfrentar y eliminar al competidor.

Redes Cristianas, Cristianos y cristianas de Base de Madrid, Revuelta de Mujeres, San Carlos Borromeo, comunidad Santo Tomás de Aquino, Fundación San Martín de Porres, Iglesia Evangélica Española y Carta contra el Hambre han presentado hoy un manifiesto abierto a más adhesiones, en el Ateneo de Madrid, en el que claman por la paz y reclaman el respeto a los derechos humanos en los territorios ocupados por Israel.

Como colectivos “pertenecientes a diversas tradiciones religiosas y convicciones culturales” reconocen que históricamente se han utilizado las confesiones religiosas como factor de “movilización contra otros pueblos”. Sin embargo, los y las firmantes han apelado a los “movimientos profético-universalistas” inspirados igualmente en la sabiduría religiosa, como la del profeta Isaías que proclamó que “el fruto de la justicia será la paz, la función de la justicia, tranquilidad y confianza para siempre” (Is 32, 17).

Lógicamente, el manifiesto condena “la violencia terrorista de Hamás” y denuncia que “las operaciones de las últimas semanas por parte de Israel constituyen un verdadero genocidio”. Eso sí, puntualiza que el conflicto “no lo ha creado Hamás”, sino “el proyecto sionista de Israel que incluye Cisjordania y Gaza, acelerando la expulsión del pueblo palestino, ampliando su nakba, su “catástrofe”.

Al tiempo, critica el alineamiento de Europa y EEUU con el belicismo israelí, en lo que entiende que es “una fase más de la lucha por la hegemonía planetaria en el siglo XXI”, en la que se permite a Israel defender sus intereses sin ningún límite.

Ante el desplazamiento de 1,9 millones de personas, el 85% de la población de Gaza, y la destrucción del 50% de las viviendas, con información de la BBC, y las 20.000 muertes que la ONU, organizaciones y activistas imputan al ejército israelí, los y las firmantes se preguntan “¿qué propuestas podemos hacer desde Europa, personas de distintas convicciones culturales?”

La respuesta es que “a estas alturas de la historia de la humanidad nos negamos a que se utilicen las tradiciones religiosas para enfrentar y eliminar al competidor en cualquier plano, incluido el económico y/o al adversario político”.

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En el acto han estado presente una persona laica de raíces palestinas, así como otra de confesión judía pero contraria a las tesis sionistas. La segunda ha pedido oponerse este genocidio, independientemente de fe e ideología política en nombre de “la humanidad”, mientras que el primero ha mostrado su apoyo a una “Palestina libre” del proyecto sionista que excluya incluso a los miembros de la diáspora y a ciudadanos israelíes contrarios al fundamentalismo religioso.

“No hay caminos para la paz, la paz es el camino”.

Apelando a la Carta fundacional de la ONU, tras la II Guerra Mundial, que comienza proclamando la voluntad de los pueblos de “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra”, entienden que deben cesar la violación sistemática de los derechos del pueblo palestino en todos los territorios ocupados por Israel: Jerusalén Este, Franja de Gaza y Cisjordania, así como volver a la situación anterior a la guerra de los Seis Días en 1967 y derribar el muro del apartheid.

Se unen así a los 153 países que han aprobado en la Asamblea General de la ONU, con una solución justa al conflicto para abogar por “un alto el fuego permanente” y el “reconocimiento del Estado de Palestina”. Pero reconocen que a largo plazo será necesario promover “organizaciones mundiales eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial y la defensa cierta de los derechos humanos elementales”.

Proponen un multilateralismo en orden a resolver los problemas reales de toda la humanidad, que “no dependa de los intereses de unos pocos y que tenga una eficacia estable”, sino que se construya “desde abajo”, dada inoperancia a la que las grandes potencias han condenado a la ONU, recordando a Mahatma Gandhi cuando dijo que “No hay caminos para la paz, la paz es el camino”.

“Una paz que no es la paz de los cementerios, conseguida con el exterminio del adversario”, matizan, y recuerdan que el Dios de las “religiones del libro”, Judaísmo, Islam y Cristianismo, nos interpela sobre las decisiones que tomamos para defender nuestros intereses, como también lo hacen las diversas convicciones culturales universalistas.

 

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