La seguridad y la salud en el trabajo: garantía de vida digna

La seguridad y la salud en el trabajo: garantía de vida digna
Gesto público contra la siniestralidad laboral. HOAC Málaga (febrero 2023)
Ponencia impartida en las XXIII Encuentro de Pastoral Obrera y del Trabajo de la diócesis de Palencia con el lema «La seguridad y la salud en el trabajo, garantía de vida digna». 4 de febrero de 2023.

Introducción

“Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que el Señor tu Dios te rescató” (Dt. 15, 15)

Este versículo, que resuena en todo el Deuteronomio, quiere devolvernos a la memoria que nadie debe estar sometido a ningún tipo de esclavitud y que Dios mismo interviene en la liberación de aquellas personas y pueblos sujetos bajo el yugo de cualquier tipo de poder que viole su dignidad y ponga en riesgo su integridad.

De hecho, esta frase (y similares) es pronunciada cuando se quiere interpelar a que las leyes sean humanas y sociales, a que tengan un perfil más humano y social, exhortar a la generosidad de acuerdo con la bendición del Señor, recordando que el pueblo de Israel había sido sometido a la esclavitud en el país de Egipto. Cuando Moisés presenta los diez mandamiento (el decálogo) al pueblo, comienza diciendo: “Yo soy el Señor tu Dios, yo te he sacado de Egipto, de aquel lugar de esclavitud”. De esta manera se apela al sentimiento del pueblo de cuando fue esclavo, a lo que vivieron en aquella situación, y que fue Dios quien les sacó de ella, quien les liberó. Se apela, así a la misericordia.

El recuerdo de aquella situación que vivió el pueblo judío nos orienta en establecer relaciones sociales y laborales liberadoras donde la persona sea considerada el centro y su salud y seguridad una prioridad para que, vivir en plenitud y convivir en armonía, no sea una entelequia, sino una realidad que construimos comunitariamente.

Esta vida es el mayor bien que atesoramos, así que honrarla significa vivirla acorde a la sagrada dignidad que nos ha sido dada, respetando la de los demás, porque iguales hemos sido creados y creadas, hijos e hijas suyas somos.

Pero sin salud difícilmente podremos desplegar esa vida, ni servir ni cuidar. Desgraciadamente esta situación la hemos experimentado con la pandemia, cuyas secuelas aún perdura, al vernos impedidos en la movilidad, en las relaciones, encerrados en las pequeñas burbujas en las que se convirtieron nuestras casas, no todas con balcones.

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En esta situación de aislamiento se encuentran muchas personas en el ámbito laboral cuando sufren una enfermedad causada por los movimientos repetitivos y antinaturales que realiza, o por las condiciones agresivas contra el cuerpo y la psique en las que trabajan; cuando tienen un accidente en el tajo y se achaca a la fatalidad, el destino o a un mal día; cuando se encubre esta realidad y se exige al que la vive o a sus familias que las justifique y demuestre que, en verdad, las ha provocado el simple hecho de haber ido a trabajar.

Perder la salud e incluso la vida en el trabajo no es natural, ni admisible. Tanto las situaciones de enfermedad como las de accidentes, incluidos los mortales, pueden evitarse, y debemos evitarlas.

Esta es la principal motivación de esta reflexión: la necesidad de tomar conciencia, prestar más atención y esfuerzos a la salud y seguridad laboral, colaborando para protegerlas en el ámbito social y promover desde la Iglesia una mayor implicación en la defensa de la vida en el trabajo como parte de su misión evangelizadora.

No podemos dejar que, ante una situación de extrema gravedad, siga cayendo en la indiferencia social y eclesial. Nuestro objetivo: que se vuelva una preocupación cotidiana, pues no es una cuestión individual o de unos pocos, sino comunitaria y, por lo tanto, requiere de nuestra implicación y compromiso en el cuidado de la vida.

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