El cardenal Omella, en la inauguración de la sesión plenaria de la Conferencia Episcopal del pasado noviembre, advertía que había llegado el momento de «acordar un gran pacto de rentas
Los déficits de gobernanza de los Estados en un mundo global, el ascenso de los populismos de diverso signo, la creciente e hiriente desigualdad y las situaciones de excepcionalidad democrática