Una experiencia sindical a contracorriente

Una experiencia sindical a contracorriente

Hablar hoy de sindicalismo con nuestras personas más cercanas es apostar a que salgan a relucir los tópicos sobre las organizaciones de trabajadores y quienes participan en ellas. Pero nunca es bueno generalizar. Voy a plasmar mi experiencia personal junto a tres “locos más”, que quisimos sembrar la esperanza en un grupo de trabajadores de la multinacional suiza Schindler en Zaragoza.

Situemos y pongamos en contexto cómo era la empresa a nivel sindical y la implicación de la plantilla. Hablamos del año 2016, en una multinacional de aproximadamente 500 trabajadores. Tres áreas principales eran las que formaban el grueso de la plantilla: la producción y todos los departamentos necesarios cual si fuera una empresa autónoma; la sucursal de Zaragoza, donde se encontraban todos los técnicos de montaje y conservación de los ascensores y escaleras mecánicas; y finalmente, toda el área de formación, postventa, ingenierías, informática, etc.

En el comité de empresa, compuesto por trece personas, siete eran de oficinas y seis, de producción y mantenimiento. El personal de producción y mantenimiento tenía poca actitud reivindicativa, mientras que el de oficinas, la mayoría con retribuciones individualizadas, apenas se preocupaban por las condiciones de trabajo.

Al igual que el bipartidismo que se instauró en nuestro país durante muchos años, el comité, desde sus inicios, había sido una alternancia de mayorías entre UGT y CCOO. Ningún otro sindicato, pese a haberlo intentado, había logrado entrar a formar parte de dicho comité.

Con este panorama, cuatro personas de producción, desilusionados con el sindicato y sus afiliados, a pesar de sus intentos por reactivarlo, hicieron la locura de crear una nueva sección sindical en la empresa bajo el paraguas de USO. El motivo principal fue poder conseguir un delegado en las elecciones que se iban a celebrar en noviembre. Con tan solo mes y medio de vida, salieron elegidos dos delegados de personal que pasaron a formar parte del comité.

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Se podría pensar que el trabajo duro estaba hecho con el “éxito” de la elección de los dos delegados. Nada más lejos de la realidad. Desde el minuto uno, todo fueron problemas. Tanto por parte de la empresa, como por parte de los miembros de las otras secciones sindicales.

Algunos ejemplos; En la primera reunión con la empresa, pese a haber sido convocado el delegado sindical de USO, la empresa no lo reconoce. Para conseguir un cuarto para reuniones, tal y como tienen las otras secciones sindicales, y tablones de anuncio, como marca la ley, tuvo que intervenir la Inspección de Trabajo tras una denuncia, que resultó favorable. Pero el punto álgido de esta situación llegó con el despido objetivo del primer delegado sindical, justo un año después de dimitir por motivos personales.

Con la perspectiva del tiempo transcurrido, contemplo lleno de orgullo la semilla de esperanza que supimos dar a una parte de trabajadores. Convencidos de que otro sindicalismo es posible, cuando el único fin a conseguir es la justicia social y el respeto al ser humano en todos y cada uno de los trabajos que existen. Con integridad, respeto, trabajo desinteresado, y actitud de servicio.

Como cristiano que soy, siento que la mano de Jesús ha estado presente en esta experiencia. Poniendo palabras en mi boca, como con el profeta Jeremías, cuando tiene miedo de no saber qué decir. O sintiendo el amor fraterno entre los compañeros más cercanos. Maranatha (el Señor viene).

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Nota de la redacción: La fábrica de Schindler en Zaragoza abandonó la fabricación en agosto de 2020 y cerró definitivamente en octubre, con la salida de 114 empleados del departamento de producción.
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