Francisco propone “diálogo entre generaciones, educación y trabajo” para lograr un desarrollo humano integral

Francisco propone “diálogo entre generaciones, educación y trabajo” para lograr un desarrollo humano integral
“Es más urgente que nunca que se promuevan en todo el mundo condiciones laborales decentes y dignas”, señala el papa Francisco en el mensaje Diálogo entre generaciones, educación y trabajo: instrumentos para construir una paz duradera de la próxima Jornada Mundial de la Paz, prevista para el 1 de enero de 2022.

Francisco apuesta por el diálogo entre las generaciones, como base para la realización de proyectos compartidos; por la educación, como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo; y por el trabajo, para una plena realización de la dignidad humana, como caminos esenciales y estrechamente ligados para “la gestación de un pacto social, sin el cual todo proyecto de paz es insustancial”, y lograr un desarrollo integral tan alejado hoy “de la vida real de muchos hombres y mujeres”.

Presentando en rueda de prensa, por representantes del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, el mensaje del papa Francisco hace un llamamiento a involucrarnos para avanzar juntos “con valentía y creatividad por estos tres caminos” y para “que sean cada vez más numerosos quienes, sin hacer ruido, con humildad y perseverancia, se conviertan cada día en artesanos de paz”.


Diálogo entre generaciones, educación y trabajo: instrumentos para construir una paz duradera. Mensaje del papa Francisco para la celebración de la 55 Jornada Mundial de la Paz. 1 de enero de 2022

El clamor de los pobres y de la tierra, implora justicia y paz

El análisis que comparte Francisco en su texto apunta a que, pese a “esfuerzos encaminados a un diálogo constructivo entre naciones”, las situaciones de conflicto y guerras, la propagación de enfermedades, la gravedad de los efectos del cambio climático y el empeoramiento de “la tragedia del hambre y la sed, y sigue dominando un modelo económico que se basa más en el individualismo que en el compartir solidario”, el grito de los pobres y de la tierra –como ya señaló en Laudato si’— “sigue elevándose hoy, implorando justicia y paz”.

Diálogo entre generaciones, para un urgente cambio de rumbo

El primero de los caminos, el diálogo entre las generaciones responde a la “indiferencia egoísta y la protesta violenta”. Un diálogo sincero requiere confianza mutua entre los interlocutores y significa una clara actitud de “escucharse, confrontarse, ponerse de acuerdo y caminar juntos. Fomentar todo esto entre las generaciones significa labrar la dura y estéril tierra del conflicto y la exclusión para cultivar” una paz duradera que permitan una alianza entre jóvenes y mayores, afrontar los retos, y aprender unos de otros.

“Solo hay que pensar en la cuestión del cuidado de nuestra casa común. De hecho, el propio medioambiente ‘es un préstamo que cada generación recibe y debe transmitir a la generación siguiente’. Por ello, tenemos que apreciar y alentar a los numerosos jóvenes que se esfuerzan por un mundo más justo y atento a la salvaguarda de la creación, confiada a nuestro cuidado. Lo hacen con preocupación y entusiasmo y, sobre todo, con sentido de responsabilidad ante el urgente cambio de rumbo que nos imponen las dificultades derivadas de la crisis ética y socioambiental actual”, reclama Francisco.

Educación orientada a promover la cultura del cuidado

El segundo de los caminos para la paz es “la instrucción y la educación” que deben ser consideradas “como una inversión”. El papa apunta a la disminución significativa que ha habido en estos dos vectores esenciales para un desarrollo humano integral, ya que “hacen a la persona más libre y responsable” y son “las bases de una sociedad cohesionada, civil, capaz de generar esperanza, riqueza y progreso”, reclamando mayores inversiones públicas, en contraposición, a la escalada contante de aumento del gasto militar “superando el nivel registrado al final de la Guerra Fría”.

En este punto, Francisco manifiesta que le “gustaría que la inversión en la educación estuviera acompañada por un compromiso más consistente orientado a promover la cultura del cuidado” , que rompa las barreras y construya puentes parar “forjar un nuevo paradigma cultural” a través de “un pacto educativo global” que favorezca una ecología integral “según un modelo cultural de paz, de desarrollo y de sostenibilidad, centrado en la fraternidad y en la alianza entre el ser humano y su entorno”.

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El trabajo digno, base sobre la cual se construye la justicia y la solidaridad

Y el tercer camino para la paz, pasa necesariamente por promover y crear trabajo. Francisco vuelve a insistir –como lo está haciendo durante todo su pontificado– en la centralidad del trabajo como actividad humana para el cuidado de las personas “porque se trabaja siempre con o por alguien” y de la casa común, porque “es el lugar donde aprendemos a ofrecer nuestra contribución por un mundo más habitable y hermoso”.

En su texto, el Papa apunta a los desafíos del mundo del trabajo agravados por la pandemia, con el cierre de empresas, de mayor vulnerabilidad de los trabajadores precarios, muchos de ellos “desarrollan servicios esenciales” y con escaso reconocimiento público y político; y el desempleo de millones de personas que “afrontan actualmente perspectivas dramáticas”.

Mención aparte tiene el impacto “devastador” de la crisis sobre la economía informal, “que a menudo afecta a los trabajadores migrantes” y que tienen derechos, “como si no existieran”, sufren con sus familias “condiciones muy precarias, expuestos a diversas formas de esclavitud y privados de un sistema de asistencia social que los proteja”. Además, –continua Francisco– este impacto provoca mayor violencia y criminalidad “sofocando la libertad y la dignidad de las personas, envenenando la economía e impidiendo que se fomente el bien común”. La respuesta a estas realidades “solo puede venir a través de una mayor oferta de las oportunidades de trabajo digno”, que es la base “sobre la cual se construyen en toda comunidad la justicia y la solidaridad”.

Condiciones laborales decentes y dignas, orientadas al bien común y al cuidado de la creación

En este sentido, Francisco recuerda que “no debe buscarse que el progreso tecnológico reemplace cada vez más el trabajo humano, con lo cual la humanidad se dañaría a sí misma. El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal. Tenemos que unir las ideas y los esfuerzos para crear las condiciones e inventar soluciones, para que todo ser humano en edad de trabajar tenga la oportunidad de contribuir con su propio trabajo a la vida de la familia y de la sociedad”.

De ahí que reclame con urgencia “condiciones laborales decentes y dignas, orientadas al bien común y al cuidado de la creación. Es necesario asegurar y sostener la libertad de las iniciativas empresariales y, al mismo tiempo, impulsar una responsabilidad social renovada, para que el beneficio no sea el único principio rector”. En esa perspectiva, plantea que se respete los derechos humanos fundamentales de las trabajadoras y los trabajadores, sensibilizando a las instituciones, a los consumidores, a la sociedad civil y a las realidades empresariales. “Estas últimas, cuanto más conscientes son de su función social, más se convierten en lugares en los que se ejercita la dignidad humana, participando así a su vez en la construcción de la paz. En este aspecto la política está llamada a desempeñar un rol activo, promoviendo un justo equilibrio entre la libertad económica y la justicia social. Y todos aquellos que actúan en este campo, comenzando por los trabajadores y los empresarios católicos, pueden encontrar orientaciones seguras en la doctrina social de la Iglesia, apunta.

 

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