La precariedad domina el modelo laboral

La precariedad domina el modelo laboral
Solo una de cada tres personas asalariadas en España goza de un empleo de calidad (a jornada completa, con buen horario, remuneración adecuada y ajustada a su cualificación), mientras que el resto padece un factor o más asociado a la precariedad.

En concreto, el 48% de la población asalariada padece más de dos factores de precariedad laboral, mientras que el 8% se sitúa en precariedad extrema y el 26%, en riesgo de precariedad. Estos son los datos principales recogidos La precariedad laboral en España. Una doble perspectiva, presentado en rueda de prensa.

El estudio realizado en colaboración con la Universidad de Alicante y el Gabinete de Estudios de CCOO, analiza por primera vez en España la precariedad entendida como un fenómeno multidimensional que va más allá de la contratación temporal o parcial.

De hecho, los investigadores y las investigadoras han definido siete índices de precariedad (salario mensual bajo, salario hora bajo, contrato temporal, jornada parcial involuntaria, sobrecualificación, jornada extensa y jornada atípica) que han cruzado con la Encuesta de Población Activa, para presentar una radiografía cuantitativa y cualitativa de la precariedad.

El resultado es un informe que, al igual que la tasa europea AROPE o el Índice de Pobreza Multidimensional de Naciones Unidas, refleja mejor la precariedad en el empleo e identifica las carencias y tendencias principales del modelo laboral de nuestro país.

El trabajo coordinado por el profesor Hipólito Simón incluye, además, a la población desempleada y desanimada ante las nulas esperanzas de encontrar empleo.

Según el Índice de Precariedad Laboral Global de nuestro mercado de trabajo, el 50% de la población asalariada, junto con, lógicamente, desempleados y desanimados, padece la precariedad multidimensional, lo que describe un panorama “desolador” de nuestras relaciones laborales, en palabras de Simón.

Mujeres, inmigrantes y especialmente jóvenes son los colectivos que más padecen la precariedad, algo que lejos de ser coyuntural aparece como algo estructural, siempre en cotas elevadas, a pesar de las oscilaciones de los ciclos económicos y mucho más profunda en cualquier momento para la población activa global (incluidos los desempleados e inactivos) que para el conjunto de los asalariados. El 75% de los jóvenes asalariados son precarios, mientras que los emigrantes llegan al 67% y las mujeres al 54% frente al 42% de los hombres.

Aunque Simón no ha querido extenderse en un análisis causal del fenómeno, sí se ha permitido una deducción a partir de la contemplación de los datos. “Los cambios regulatorios en el ámbito laboral han supuesto cambios de tendencia”, ha afirmado.

Así, ha comentado, parece “plausible” que la reforma laboral del 2012 está detrás del aumento de la precariedad multidimensional de los trabajadores tras la crisis anterior derivada de la Gran Recesión y del retraso en volver a los niveles salariales y de empleo anteriores, mientras que medidas como el registro obligatorio de horas y la subida del salario mínimo interprofesional explicarían en parte la contención de la precariedad en el momento actual.

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La precariedad intencionada

“Los datos que se deducen de este informe son demoledores”, ha denunciado Sordo, quien ha aprovechado para afirmar que estamos en un “momento idóneo” para acometer definitivamente la transformación del modelo laboral”, en referencia a la mesa de negociación a tres bandas sobre las relaciones laborales.

En su opinión, la precariedad evidenciada por el estudio “no es una disfunción, sino que tiene que ver con la apuesta por el modelo laboral”, lo que a su vez “tiene que ver con decisiones políticas, de regulación y empresariales”.

De hecho, ha afirmado que, en España “la tasa de paro ha sido un elemento disciplinante para fomentar esta precariedad y el deterioro de las condiciones de trabajo”; “las normas laborales que hoy existen han sido la coartada legal y el marco de incentivos para fomentarla; mientras que la forma de organizar las empresas y, particularmente, la externalización de riesgos y la descentralización productiva han servido para trabajar más barato”.

En la lucha sin cuartel contra la precariedad hay que combatir en diferentes frentes por lo que ha reclamado actuaciones en tres ámbitos: normativo, negociación colectiva y transformación del modelo productivo.

En concreto ha apostado por mejorar la regulación de la subcontratación y vertebrar los distintos espacios de la negociación colectiva, para acabar con la prevalencia aplicativa del convenio de empresa, además de frenar la temporalidad, si bien, ha insistido en que la precariedad es mucho más que un modelo de contratación.

“En España estamos en disposición de reducir los niveles de precariedad laboral actuando sobre dos variables: reducir la temporalidad y subir los salarios mínimos”, ha comentado.

Además, ha considerado necesario el reequilibrio de la negociación colectiva; con el fin de dar la “disputa del salario y del tiempo de trabajo” para atajar las jornadas extensas y las jornadas atípicas.

Finalmente ha defendido el uso de los fondos europeos para transformar parcialmente el modelo productivo español, cambiando “los incentivos a las empresas para que no recurran a la subcontratación para abaratar el trabajo sino para trabajar mejor”.

 

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