La Semana Europea contra la Pobreza Energética exige energía limpia para todas las personas

La Semana Europea contra la Pobreza Energética exige energía limpia para todas las personas
Alrededor de 30 entidades sociales se han unido un año más alrededor de la Semana Europea contra la Pobreza Energética para reivindicar el derecho a la energía limpia a través de diversas actividades que culminarán en una concentración el próximo domingo 20 de febrero.

La reciente actualización de los indicadores de pobreza energética muestra que más de 4,5 millones de personas en 2020 han sido incapaces de llegar a pagar a tiempo el recibo de la luz y que casi 5,2 millones son incapaces de tener la casa a una temperatura adecuada, en nuestro país.

Sindicatos, organizaciones ecologistas, de consumidores y movimientos sociales han coordinado esfuerzos durante esta semana de acción propuesta por la Asociación de Ciencias Ambientales, para demandarla creación de una verdadera tarifa social que garantice el derecho a la energía limpia para las personas más vulnerables, la prohibición de cortes de suministros básicos de agua, luz y gas, y medidas para asegurar la eficiencia energética y contra la concentración de poder de los oligopolios.

En opinión, de estos colectivos, “la inversión pública y local y el impulso al autoconsumo, tanto individual como colectivo, y las comunidades energéticas deben ser prioritarias para reducir la pobreza energética y facilitar la soberanía energética a la sociedad”. Las organizaciones consideran que no hay mayor injusticia social que la relación directa entre el nivel económico y el impacto en la salud y calidad de vida. “En definitiva, en el derecho a una vida digna”, exponen.

Con la actual crisis de precios energéticos, para no dejar a nadie atrás es necesario considerar legislativamente el suministro de energía como un derecho y garantizar el acceso universal a este suministro básico, que permite unas condiciones de vida dignas según los estándares actuales.

Para ello, las organizaciones exigen la implementación de una tarifa social energética que contribuya a la igualdad social, de la misma manera que el acceso al sistema sanitario, y la garantía de una cantidad mínima de agua para usos personales y domésticos. La implementación de esta tarifa daría respuesta a la ineficiencia que sigue demostrando la aplicación del bono social y el bono térmico, que continúa excluyendo a millones de personas que sufren pobreza energética.

En lugar de acceder por derecho a la energía, una empresa privada, propietaria en “monopolio natural” de la red de distribución, condiciona el servicio

Las organizaciones recuerdan que en la Cañada Real llevan 500 días sin luz. No existe ninguna explicación coherente para esta negligencia. Hay personas que necesitan un suministro básico para la vida. En lugar de acceder por derecho, dependen de las condiciones de una empresa privada, propietaria en “monopolio natural” de la red de distribución que les facilita el acceso.

Los altos precios de la electricidad, impulsados por la tensión geopolítica del gas fósil, ponen en evidencia, a juicio de las organizaciones, el “obsceno funcionamiento del mercado eléctrico”, con un modelo marginalista que no tiene en cuenta el coste real de generación y recurre a un opaco “coste de oportunidad” en la fijación de sus precios.

La escasa transparencia en la conformación de precios se produce por la elevada concentración de este mercado en muy pocas empresas (oligopolio) y su integración vertical en todas las actividades del sistema energético: generación, transporte o distribución y comercialización, lo que dificulta la entrada de nuevos actores como las comunidades energéticas o los agregadores de demanda.

Además, el Tratado de la Carta de la Energía (TCE), del que el Estado español forma parte, supone una gran barrera de cara a implementar medidas encaminadas a reducir el precio de la electricidad y asegurar el acceso a la energía de toda la población, ya que una modificación profunda en el modelo energético actual podría desencadenar demandas millonarias contra el Estado. Por ello, es imprescindible la salida inmediata del TCE.

Esto lleva a las organizaciones a exigir una decisión política firme y contundente para acabar con la concentración del actual oligopolio energético. También se debe adoptar la regulación adecuada y la transposición inmediata de las Directivas Europeas de Mercado Eléctrico para impedir la formación de nuevos oligopolios. Solo así se evitarán posiciones de dominio de empresas cuyos intereses económicos son contrarios al cambio de un modelo energético centralizado y especulativo (basado en un crecimiento constante de oferta y demanda y en la concentración) por otro más eficiente, descentralizado, distribuido y democrático, con nuevos actores y servicios con un elevado valor social, como exige Europa.

La raíz del problema de la pobreza energética sigue siendo la misma:

  • Un injustificado alto precio de la energía (precio que no responde a su realidad de costes, considerado como un producto de lujo cuando se trata de un servicio esencial y un derecho instrumental a otros derechos fundamentales)
  • La mala calidad de la edificación (ineficiencia energética del parque inmobiliario), barrera además insuperable en el caso de la población que vive en situación de pobreza energética, ya que suelen vivir en régimen de alquiler sin acceso a medidas de rehabilitación.
  • Las bajas rentas de una gran parte de la población.

Por eso, un año más, las organizaciones reivindican:

  1. Una tarifa social que garantice el derecho a los suministros básicos de energía de manera limpia y sostenible.
  2. Prohibición de cortes de suministros básicos de agua, luz y gas e implementación del principio de precaución, entendido como la obligación de las empresas suministradoras de consultar a los Servicios Sociales sobre la situación de las familias antes de efectuar cualquier corte de luz, agua o gas, cumpliendo con los compromisos asumidos en la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética 2019-2024.
  3. Aplicación de medidas para la eficiencia energética y contra el despilfarro, con especial atención y prioridad a los hogares en situación de vulnerabilidad. Un plan de acción para abordar un aislamiento adecuado y una calefacción sostenible con bombas de calor, que deben ser considerados como servicio básico y obligatorio tanto para las viviendas en alquiler como en propiedad. Se trata de asegurar el derecho a vivir en hogares que proporcionen un adecuado confort térmico con la mínima demanda energética necesaria, asegurando que la calefacción y la refrigeración provengan de energías renovables, y con acceso asequible a electricidad y/u otra fuente de energía verde.
  4. La separación horizontal total y efectiva entre las actividades liberalizadas (generación, comercialización y agregación) y las reguladas (distribución o transporte) de energía, de manera que no puedan ser realizadas por las mismas empresas o grupos empresariales (permitiendo un oligopolio energético) para evitar la concentración de poder sectorial.
  5. La inversión pública y local en este proceso y el impulso al autoconsumo y las comunidades energéticas deben ser prioritarias, porque la energía comunitaria es una herramienta con gran poder para reducir la pobreza energética y otorgar soberanía energética a la sociedad.

La transición energética debe llevarse a cabo de manera participada, equitativa, inclusiva y democrática, con criterios medioambientales y de justicia social

La emergencia climática obliga a realizar la transición energética de manera rápida y urgente, pero esta se debe llevar a cabo de manera participada, equitativa, inclusiva y democrática, con criterios medioambientales y de justicia social, y con un nuevo marco de generación de energía renovable accesible para todos los hogares al mínimo precio posible.

Al gobierno les corresponde crear y activar los marcos jurídicos y mecanismos económicos necesarios para asegurar que se pueda ejercer este derecho como lo indican las directivas de la UE. Y es la propia ciudadanía es quien debe exigir a sus gobernantes que cumplan sus obligaciones de servicio público y básico para el interés común y la cobertura de las necesidades energéticas. Por ello, las organizaciones llaman a la ciudadanía a participar en las actividades planificadas durante esta semana contra la pobreza energética, que culminan con una concentración este domingo.

 

¿Necesitas ayuda? ¿Algo que aportar?