Peregrinación Europea de Jóvenes. Haciendo camino

Peregrinación Europea de Jóvenes. Haciendo camino
FOTO | Un grupo de jóvenes en el acto inaugural de la #PEJ2022. Vía, CEE

La PEJ (Peregrinación Europea de Jóvenes) reunió del 3 al 7 de agosto a miles de personas en Santiago de Compostela. Algunas habían realizado previamente el camino en sus distintas variantes para llegar a esta actividad que ha sido un récord en cuanto a la afluencia, bajo el lema “Joven, levántate y sé testigo. El Apóstol Santiago te espera”.

Con tanta gente y tan diversa es de esperar que las experiencias vividas lo sean también. Y como pasa con todos los macroeventos religiosos a nivel estatal, la polarización vuelve a ser evidente en los medios de comunicación. Cada lado cuenta su historia.

Los relacionados con la Iglesia aluden al éxito de convocatoria, tantos y tantas jóvenes inundando la ciudad con su alegría y su anuncio de Jesús, aunque siempre –por supuesto– de manera respetuosa. No es ni de lejos el mismo punto de vista que el de los medios locales, que hacen referencia al descontento e incluso hastío de los vecinos y vecinas de la ciudad, a la falta de civismo, a los kilos de basura y a la ideologización de todo lo que rodea al Camino de Santiago, que es en origen algo introspectivo y reflexivo, pero se ha visto convertido en los últimos años en lo que algunas denominan “un parque temático”.

Y desde dentro, ¿qué se veía? Siendo justa, todas las afirmaciones son ciertas si sabes a quién preguntar. Cuanto mayor es la masa de gente, más complicado es complacer a todo el mundo, y conocer las individualidades de cada realidad.

Muchas personas han acudido con una actitud de respeto y deseo de búsqueda. Otras han arrollado con cánticos y banderas lo que tuvieran a su alrededor, como si de un evento deportivo se tratase y sin tener en cuenta que la ciudad no era suya, y que viven personas que no tienen por qué compartir su fe y sus maneras. Y entre medias de estos dos perfiles, absolutamente de todo.

En cuanto a la organización, falta de medios para hacerse cargo de los residuos, personas con alergias o intolerancias alimentarias sin poder realizar todas las comidas correctamente, jóvenes gastando dinero en comida con el consiguiente desperdicio de los alimentos que la organización había preparado porque no iban a recogerlos, encontronazos con vecinos y vecinas de la ciudad por diversos motivos de convivencia, horarios complicados de autobuses para quienes tenían que dormir a varios kilómetros del núcleo, personas que se apuntaban a una actividad y no asistían, dejando sin poder ir a otras que no habían conseguido plaza a tiempo. Es cierto que estas experiencias se viven mejor con un poquito de incomodidad, pero solo con un poquito.

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Aunque por otro lado, la PEJ ha sido una gran oportunidad para mostrar todas las realidades presentes en ella. Se ha apreciado más variedad en cuanto a la oferta de talleres. Temas como “Ecología Integral desde el Evangelio”, “Cultura y fe cristiana”, “Doctrina Social de la Iglesia”, “Dignidad de la persona” y otras contaban con visiones hasta ahora muy minoritarias, pero que en algunos colectivos cristianos se llevan trabajando muchos años, especialmente desde la publicación de la encíclica del papa Francisco, Laudato si’.

También, en algunas diócesis y congregaciones se aprecia perfectamente esa sinodalidad de la que no dejamos de hablar últimamente. Realidades muy diversas conviviendo, enriqueciéndose mutuamente y caminando juntas. En otras, simplemente seguimos igual. Con personas cortadas por el mismo patrón y una línea muy marcada de trabajo que no da cabida a otras formas de ser y hacer.

Lo que ha pasado estos días en Santiago ha sido una gran oportunidad para replantearnos el concepto que tenemos de libertad, qué sentido tienen estos actos masivos y qué tiene de verdad esa imagen que recibimos constantemente sobre la Iglesia católica cuando se celebran. Y también para seguir aprendiendo y apreciar lo que está cambiando, porque hay cosas que se están haciendo muy bien.

Pero lo más importante, para ser conscientes de que gracias a las muchas y diferentes realidades que forman la Pastoral Juvenil, la Iglesia joven encuentra su casa para vivir plenamente el Evangelio desde su propia vida y en sinodalidad con otras personas. El resto…, lo iremos mejorando.

La próxima cita la tenemos en la JMJ de Lisboa. Mi gran deseo es que miles de jóvenes sean capaces de tener una gran experiencia espiritual que dé testimonio vivo de Cristo desde la alegría, pero también desde el respeto hacia la gente que estaba allí primero. Consiguiendo que les transforme por dentro sin dejar de respetar hacia fuera las normas de convivencia. Esto será posible con la ayuda de la organización que aprenderá de los errores y repetirá los éxitos para conseguir que los y las jóvenes sean testigos de Jesús y jueguen el tan necesario papel que necesitamos estos días.

 

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