Tiempo de la Creación, tiempo de conversión

Tiempo de la Creación, tiempo de conversión
Foto | Matt Palmer (unsplash)
Creyentes de todo el mundo se unen este 1 de septiembre, como ocurre desde 2017 para orar y actuar por el Cuidado de la Creación, iniciando así el Tiempo de la Creación, que finaliza el 4 de octubre, festividad dedicada al santo de Asís. Este año, centrado en la escucha de la voz de la tierra.

Este periodo se ha convertido en “un momento especial para todos los cristianos para rezar y cuidar juntos de nuestra casa común”, en palabra del papa Francisco en su mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de Oración de este año.

En su mensaje, recuerda los orígenes de esta iniciativa ecuménica, inspirada por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla y hecha oficial en el 2016, y señala la oportunidad de “cultivar nuestra conversión ecológica”, una conversión animada por san Juan Pablo II como respuesta a la catástrofe ecológica, anticipada ya por san Pablo VI en el 1970.

“Escucha la Voz de la Creación” es el tema del Tiempo de la Creación 2022, en el que la oración y la acción común pueden ayudar a escuchar las voces de individuos, comunidades, especies y ecosistemas perdidos o amenazados por la pérdida de hábitat y por el cambio climático. La zarza ardiente es el símbolo tomado del pasaje bíblico del Éxodo “Escuché su grito … conozco sus sufrimientos… ¡Por eso ve! yo te mando… Yo estaré contigo” (Ex 3, 1 – 12).

Recuerda visualmente los incendios debidos a los efectos devastadores del cambio climático, en gran parte atribuibles a la codicia humana y al mal uso de la tierra, que conducen a la desertización y a la desintegración de los ecosistemas, a la distribución de los hábitats y de las especies, a la pérdida de medios de vida.

El papa Francisco subraya la dimensión comunitaria de la conversión ecológica: “Como personas de fe, nos sentimos ulteriormente responsables de actuar, en los comportamientos cotidianos, en consonancia con tal exigencia de conversión. Pero ésta no es sólo individual: la conversión ecológica que se requiere para crear un dinamismo de cambio duradero es también una conversión comunitaria”.

Incendios, guerra y contaminación

Por su parte, las conferencias episcopales europeas han lanzado su llamamiento a la “conversión de actitudes y hábitos” para que la mano del hombre que destruye el planea ponga freno al deterioro medioambiental, ante los enormes daños medioambientales ligados a las guerras, los incendios y la contaminación. El Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, en un mensaje firmado por Monseñor Angelo Massafra, responsable de la sección de Salvaguarda de la Creación, retoma la afirmación del Papa sobre la urgencia de una “seria conversión”.

Los obispos de Europa denuncian una auténtica catástrofe en el viejo continente, atribuible en un 97% a la mano del hombre. En los 27 países de la Unión Europea – afirma la CCEE basada en estimaciones recientes – desde principios de año, los incendios forestales han devastado ya un total de 517.881 hectáreas, frente a las 470.359 del año anterior.

Preocupa especialmente lo que los estudiosos han establecido, como una  transición del antropoceno característico de nuestra época a al del piroceno, cuyos efectos ya son visibles, teniendo en cuenta que las emisiones de CO2 han alcanzado niveles que el planeta no conocía desde hace más de tres millones de años. A todo ello, explican los obispos, hay que añadir los enormes daños medioambientales que provocan los conflictos, el de Ucrania es todavía incalculable – y en todo caso lo será en términos de cáncer y enfermedades respiratorias -, pero se puede utilizar el triste término ya en boga en los años 60 de «ecocidio», acuñado a raíz de la campaña militar en Vietnam. Y esto no es suficiente: también está la contaminación atmosférica provocada por la quema de instalaciones petrolíferas en Kuwait durante la Guerra del Golfo (1990-1991) y las guerras en Yemen y Siria con la contaminación del suelo y los cursos de agua.

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“Si la mano del hombre es la causa principal de este estado de cosas, también es motivo de esperanza que la misma mano pueda poner un límite a todo esto”, apuntan los obispos europeos, que reafirman lo que el Papa escribió en su Mensaje para el 1 de septiembre, “no una exhortación piadosa, sino un verdadero desafío lanzado a los poderosos de la tierra y a los dirigentes de las naciones”, así como “la llamada a actitudes de conversión concretas por parte de todos los cristianos, para que seamos esa mano capaz de poner freno a una destrucción que se anuncia”.

Diálogo política para asumir los desafíos globales y nacionales

Igualmente, el Departamento de Ecología Integral de la Conferencia Episcopal Española ha querido llamar la atención sobre la crisis energética y la paz, un aspecto que también recuerda el papa Francisco: “Quiero pedirles en nombre de Dios a las grandes corporaciones extractivas —mineras, petroleras—, forestales, inmobiliarias, agro negocios, que dejen de destruir los bosques, humedales y montañas, dejen de contaminar los ríos y los mares, dejen de intoxicar los pueblos y los alimentos.

En el contexto marcado por el conflicto bélico de gran repercusión en la vida de Europa y especialmente en Ucrania, desde este departamento se insiste en que “es el momento oportuno para renovar nuestra fe y nuestra oración, pues se ha puesto en cuestión la paz internacional y se están provocando graves daños a la casa común”. Además, advierte del impacto que las diversas crisis están ya provocando en la población y ecosistemas más vulnerables.

“Las diversas crisis retroalimentan procesos de empobrecimiento, especialmente en las personas más vulnerables y con menos recursos, como ya hemos visto en nuestro país: problemas para los transportistas, para los pequeños negocios, una alta inflación a la que se llama “el impuesto de los pobres”. De hecho, la crisis alimentaria ha supuesto una presión fuerte para la alimentación de los más pobres, pues la escasez fomenta la elevación de precios, y forma una alianza trágica con la presión de los precios de la energía. Todo ello incide en las condiciones de vida digna de los más vulnerables”, avisa.

Po ello, desde este departamento episcopal llaman también al diálogo político: citando la encíclica Laudato si’ del papa Francisco: “Para afrontar los problemas de fondo, que no pueden ser resueltos por acciones de países aislados, es indispensable un consenso mundial que lleve, por ejemplo, a programar una agricultura sostenible y diversificada, a desarrollar formas renovables y poco contaminantes de energía, a fomentar una mayor eficiencia energética”.

Además, subraya que “tanto la paz como el cuidado de las relaciones personales y entre las naciones siempre están amenazadas”, por lo que entienden que “es una tarea que requiere de una atención constante y de una profundidad espiritual para poder sostenerse en el tiempo”.

Así señalan que “quizás sea esta la contribución especial que los cristianos podemos hacer en el complejo panorama actual. En este tiempo de la creación pedimos al Creador que nos conceda la paz y nos ayude a vivir la fraternidad entre los pueblos”, por lo que sueñan con que “nuestro compromiso como comunidad cristiana sirva para alimentar una “espiritualidad que consiste en ampliar lo que entendemos por paz, que es mucho más que la ausencia de guerra. La paz interior de las personas tiene mucho que ver con el cuidado de la ecología y con el bien común”.

 

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