ProgrAMAR

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Las programaciones educativas parecen ser el nuevo becerro de oro de las administraciones educativas.

Cuando la inspección visita un centro no mira a los maestros y maestras sino sus programaciones. Nadie, en su sano juicio, se queda mirando los mapas en lugar de los hermosos paisajes que ellos pueden representar.

Siento cada vez más urgente y necesaria una nueva visión y vivencia del acto de programar. Programar no es, ni solo ni fundamentalmente, una habilidad técnica o una destreza procedimental. Programar es, sobre todo, un gesto de amor, un acto de generosidad y entrega.

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