Despidos de trabajadores, subida de la bolsa

Despidos de trabajadores, subida de la bolsa

Grandes empresas como Amazon, Spotify, Microsoft, Meta, Netflix…, anunciaron una reducción importante de su plantilla laboral e inmediatamente el mercado premió el despido de personal de estas empresas con el aumento del valor de sus acciones, lo cual supuso una ganancia entre el 2% y el 8%. Las empresas anuncian los despidos públicamente y con gran difusión porque saben que la reacción va a ser el aumento de su valor en bolsa.

Lo primero que hay que decir es que cuando hablamos de mercado nos estamos refiriendo a los mercaderes, a los inversores y especuladores, porque el mercado como tal es un concepto, es un espacio donde los adinerados, con nombre y apellidos, operan sin escrúpulos en aras de la idolatría del dinero, y el beneficio es convierte en un absoluto y representa el éxito social y el poder.

Es tristemente llamativo que una vez anunciado los despidos masivos de estas grandes empresas, “inmediatamente” aumentaran sus ganancias en las bolsas, porque se entiende que son más rentables, porque se considera que mejoran sus balances y su estado de resultados, y reducen costos. Por tanto, la clase trabajadora es tratada como un mero costo, no personas, sino un factor que lastra los beneficios empresariales y, por tanto, hay que reducirlo en todo momento y en cualquier circunstancia. No es la economía, es un modelo de economía, que entiende a la persona como un objeto que estorba a la ganancia empresarial y que hay que reducirlo al máximo. Como dijo Rodrigo Rato: “Es el mercado, amigo”; lo que no dijo es que puede haber otro modelo que prime a la persona y al medio ambiente.

Es más que obvio que los derechos sociales y laborales no cotizan en bolsa y los capitalistas económicos y financieros fomentan el apoyo a las empresas que tienen condiciones laborales indignas e injustas. Cuando una empresa se deslocaliza y se instala países dictatoriales, donde se oprime y se explota a los trabajadores y trabajadoras, aumenta su cotización en bolsa; cuando una empresa se instala en una país donde no se respeta la salud y seguridad laboral y la protección del medio ambiente, aumenta su cotización en bolsa; cuando se encuentra en una país que impide y  persigue la actividad sindical y no se respeta los derechos humanos, aumenta su cotización en bolsa.

De alguna manera, también somos cómplices, porque compramos los productos de estas empresas que abaratan sus precios  acosta de eliminar los derechos sociales y laborales. Además, provocamos que otras empresas que se mantienen en una legislación laboral más acorde con los derechos, vean que no pueden competir porque sus productos tienen un precio justo y nosotros los ciframos que son más caros y, por tanto, no lo compramos sin fijarnos en las  condiciones laborales que lo han fabricado. Lo barato en muchas ocasiones es sinónimo de explotación y represión.

Las personas trabajadoras no importan, ninguna vida importa a este sistema que tiene en la bolsa uno de los máximos representantes. Se destruyen vidas, se impide que se puedan crear condiciones dignas y justas que permitan la realización personal, que se pueda construir una familia, un hogar, donde con el tiempo puedan venir los hijos e hijas; imposible la conciliación de la vida laboral y familiar. Se impide un mínimo de seguridad y estabilidad para poder planificar la vida y una vida en dignidad y en clave de felicidad.

Este sistema económico que defienden las élites económicas, financieras y sociales donde, entre otras cosas, se define a la clase trabajadora como mano de obra barata y explotada, como un gasto, como algo, no alguien, que es prescindible y que hay que impedir que  pueda organizarse  y luchar por sus derechos. Utilizan criterios deshumanizadores.

Tenemos que seguir luchando y perseverando en construir una economía al servicio del ser humano, donde un criterio, por ejemplo, sería penalizar en la bolsa a quien no cumpla con el trabajo digno, estable y seguro, penalizar a quien no cumpla con los derechos sociales y laborales justos y dignos. Una economía con tres pilares: los derechos humanos, el comercio justo y la banca ética. No nos cansemos de ese compromiso por establecer criterios humanizadores en todos los ámbitos, y, por supuesto, en el económico.

Terminar con un pequeño sueño. Un gran financiero se queja de que los productos que financia son penalizado con grandes aranceles por no cumplir con los derechos sociales y laborales y alguien le contesta: “Es el mercado, amigo”.

 

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