Joan Sifre: “Las militancias son amor eficaz”

Joan Sifre: “Las militancias son amor eficaz”
Jesús Fernández-Pacheco y Joan Sifre (d)
Joan Sifre, buen conocedor del mundo sindical y experto en el pensamiento social cristiano, ha escrito La Doctrina Social de la Iglesia y la solidaridad de las personas trabajadoras, donde aboga por actualizar la solidaridad propia de la tradición obrera, incorporando las insistencias de humanización, cuidado y fraternidad que el papa Francisco no deja de repetir.

¿Por qué el trabajo es o debería ser una prioridad para la comunidad cristiana?

El trabajo es fuente de humanización para toda persona, además de medio de vida digna. La antropología cultural siempre ha enfatizado el valor entre nosotros del “trabajo honrado”. Y, se tenga o no, es una aspiración que condiciona la autonomía personal y familiar.

Para la comunidad cristiana, también es fuente de humanización. Por fundamentación evangélica, en la vida de Jesús, o por la práctica apostólica de “no ser gravoso a nadie”. Así lo recoge reiteradamente la Doctrina Social de la Iglesia. Hoy con un nuevo énfasis por ser responsables del cuidado de la creación.

Por efecto de la ideología neoliberal productivista, ultracompetitiva e individualista, ha cambiado la consideración del trabajo; pero para nosotras y nosotros, el trabajo sigue siendo “servicio” a la comunidad, al bienestar y al bienser. Por eso hemos de comprometernos para que sea decente, como reconocimiento de la dignidad de todas las personas.

¿Siguen siendo hoy los sindicatos una reacción humanista a la mercantilización del trabajo?

Los sindicatos siempre han sido fruto del esfuerzo colectivo y solidario para dotar de dignidad al trabajo y ampliar su significación. Nuestro objetivo no puede ser puramente economicista, disputando un mejor valor en el mercado. Se trata de proponer una cultura alternativa, de igualdad y solidaridad, que valore la participación y la democracia económica en la empresa.

El ámbito o centro de trabajo guarda una referencia a un espacio también comunitario, muy difuso en tiempos de “deslocalización”, pero que comprende lo predistributivo y también lo reproductivo…, el tiempo, la salud…, el cuidado.

Los sindicatos en su labor, en sus formas de sociabilidad, en su discurso… han de recuperar ese “programa mayor”: una labor “educativa” para la dignidad de las trabajadoras y de los trabajadores.

¿Qué insistencia del Papa Francisco conviene tener en cuenta a la hora de crear una cultura realmente alternativa?

La DSI y el pensamiento social del papa Francisco insisten en los rasgos antievangélicos de esta sociedad que descarta, instrumentaliza, niega reconocimiento y derechos básicos. Que oprime. Frente a esto, opone la tradición y el sentir del pueblo cristiano que valora de otro modo la producción, la tecnología, el consumo y, en general, la vida social. Se opone a los valores dominantes del capitalismo neoliberal.

El papa Francisco habla de “puentes”, de comunicación, de construcción de confianza, de fraternidad y amistad social. Habla de sindicalismo para la libertad. Porque el sindicalismo aspira a conseguir derechos, mediante la negociación y la lucha legítima, sin ceder ante tantas formas de alienación y negación de las personas.

¿Cómo se puede cultivar hoy la espiritualidad necesaria para promover la justicia social y qué tipo de organizaciones son necesarias para estimular esa mística?

La espiritualidad es fundamental. No hablo en el sentido y uso más habitual de la palabra. Las personas construimos significados y valores también con nuestras tradiciones creyentes y religiosas. Esos valores tienen la fuerza de convertirse en “virtudes cívicas”, guías de comprensión del mundo, propósitos, bondad.

La justicia social no es un tema menor porque forma parte de las coordenadas de nuestras vidas. Promoverla necesita instrumentos, lenguaje, tiempos, organización, propuestas, formas de sociabilidad, coherencia. Necesita ejemplos que amplíen los perímetros de “lo acostumbrado” y nos acerquen “lo inédito viable”.

El papa Francisco lo expresa muy bien: cualquier renovación vendrá desde “las periferias”, de los pobres, que “no son”. Las organizaciones deberíamos recuperar la ilusión y la convicción, “el amor primero” (Apoc. 2,4)

Jesús no aplicó la lógica “deductiva” que parte de los principios, de la “Ley” a las situaciones. Él consideraba el camino inverso: desde las angustias a la voluntad de un Dios de vida y misericordia. No se llevó bien con quienes se quedaban en la parte cómoda de la realidad, callando los atisbos de lo nuevo. Al final, las militancias son, como dice Francisco, “caridad política”, amor eficaz.

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La Doctrina Social de la Iglesia y la solidaridad de las personas trabajadoras

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