En defensa de la vida y el trabajo digno. ¡No más muertes en el trabajo! y esforcémonos por lograrlo

En defensa de la vida y el trabajo digno. ¡No más muertes en el trabajo! y esforcémonos por lograrlo

Con este lema se celebraron, el pasado mes de noviembre, las Jornadas Generales de Pastoral del Trabajo. Las reflexiones se centraron en la realidad del mundo del trabajo, como especial preocupación de la Iglesia, defensora de la vida digna de las personas.

La Conferencia Episcopal Española en su LXXIV Asamblea Plenaria, en una nota sobre la defensa y promoción de la vida en el trabajo, hacía esta llamada a los cristianos: “La situación de la salud laboral urge a los cristianos a comprometerse activamente por un trabajo sin víctimas, en defensa de la vida, colaborando según las posibilidades de cada uno a formar, en nuestra sociedad, la conciencia de la gravedad de la situación y sus causas, y seguir apoyando la promoción del mundo del trabajo en el conocimiento de los derechos y también de las obligaciones de los trabajadores respecto a la salud laboral, para exigir su respeto y comprometerse en observar la normativa laboral.”

Sin embargo el cuidado de la vida y de la salud en el ámbito laboral deja mucho que desear. Esta realidad social no se ajusta al plan que Dios tiene para la humanidad. Así lo muestran las estadísticas con estos abrumadores datos:

En el año 2020 se produjeron en el mundo 2,7 millones de accidentes y enfermedades profesionales; de los cuales 7.500 personas perdieron la vida cada día (1.000 por accidentes y 6.500 por enfermedad).

En España en el mismo año hubo cada día 1.647 accidentes con baja; 20.510 partes de baja por enfermedad; y 2 personas fallecieron a causa de estos accidentes.

En nuestra provincia de Palencia, el dato acumulado de Septiembre de este año 2022, se produjeron 3.378 accidentes, de los cuales 1.836 fueron sin baja, 1.500 leves, 16 graves y 6 personas perdieron la vida en el trabajo; en este período de tiempo se han catalogado 39 enfermedades profesionales.

 ¡Cuántas muertes en el trabajo!, ¡Cuántas personas con enfermedades contraídas en los lugares de trabajo!, ¡Cuánta vida truncada!

Para la Iglesia estos datos estadísticos de los accidentes laborales y enfermedades profesionales no son meras cifras, son rostros humanos, víctimas silenciadas y olvidadas en nuestra sociedad. Con frecuencia se da por hecho que los accidentes son inevitables, que la actividad laboral conlleva el que pueda suceder, o que se producen por una simple casualidad, incluso responsabilizando al propio trabajador.  No hemos de acostumbrarnos a esta fatalidad ya que existen unas causas estructurales bien definidas y consistentes. Vivimos en un sistema socio-económico que descarta, excluye y trata a las personas como meros objetos. Los trabajadores y las trabajadoras son un instrumento más en la cadena de producción, como las máquinas o el capital; todo está al servicio de la rentabilidad económica.

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Como Iglesia hemos de dar visibilidad a esta realidad laboral y, a la vez, contribuir a cambiar este sistema en el que vivimos por su carácter deshumanizador. Nuestra acción pastoral, desde el amor y la fraternidad, ha de dirigirse, por un lado, a crear esperanza y rebeldía en las personas que sufren en sus trabajos las consecuencias nefastas de la falta de medios de prevención para asegurar su integridad y salud; y por otro lado, a crear conciencia social y corazones de misericordia,  que traten a los demás como uno mismo quiere ser tratado.

El papa Francisco en un encuentro con trabajadores de la construcción de Italia les dirigía las siguientes palabras: “Lamentablemente, si consideramos la seguridad en el trabajo como un coste, partimos de un supuesto erróneo. Las personas son la verdadera riqueza: sin ellas no hay comunidad de trabajo, ni empresa, ni economía. La seguridad en el trabajo significa salvaguardar los recursos humanos, que tienen un valor inestimable a los ojos de Dios y también a los del verdadero empresario. Por ello, la legalidad debe entenderse como la protección del máximo patrimonio, que son las personas. Trabajar con seguridad permite a todos expresar lo mejor de sí mismos mientras se ganan el pan de cada día. Cuanto más cuidemos la dignidad del trabajo, más seguros estaremos de que la calidad y la belleza del trabajo realizado aumenten”.

Estas palabras también pueden servirnos a nosotros para concienciarnos sobre esta lacra social y ser más fieles a nuestra misión de llevar la Buena Noticia de Jesús al mundo obrero y del trabajo.

¡No más muertes en el trabajo! y esforcémonos por lograrlo.

 

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