Enrique Alarcón, padre sinodal: “Empieza a oler a pueblo de Dios”

Enrique Alarcón, padre sinodal: “Empieza a oler a pueblo de Dios”
FOTO | Enrique Alarcón (i) saluda al papa Francisco. Vía Vatican Media
El expresidente del movimiento Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad (FRATER España), Enrique Alarcón García, participa en la asamblea del sínodo sobre la sinodalidad, con voz y voto. Le hemos pedido que comparta su experiencia sobre las tareas que se traen entre manos estos días.

Este feligrés de la parroquia de Nuestra Señora de la Paz de Albacete ha desempeñado puestos de responsabilidad en FRATER, movimiento de Acción Católica especializado en el ámbito de la discapacidad. Como miembro de la asamblea del sínodo compareció ante los periodistas el 14 de octubre, en una de las sesiones informativas organizadas para dar cuenta del camino sinodal.

“La Iglesia salió con un cartel luminoso con la palabra ‘inclusión’, una casa para todos. Inclusión, decíamos, pero ¿es posible?”, se preguntaba. “Pero el Papa nos ha habla a través de todo este proceso sinodal y nos dice: “No, como miembro de la Iglesia bautizado, eres miembro por derecho y además llamado a ser un miembro evangelizador”, respondió, a la vez que reconocía que “eso supuso una auténtica alegría en el corazón  y está haciendo posible que las personas con discapacidad de todo el mundo empiecen a mirar a la Iglesia de otra manera”.

También admite que “para una persona con discapacidad, en la mayor parte del mundo, es muy difícil llegar a poder hablar con personas que están acostumbradas y educadas no para escuchar, sino para hablar, como pasa mucho con los obispos y con los cardenales”, por lo que celera que “el Sínodo está teniendo un carácter pedagógico, porque la jerarquía está viendo que es posible mantener un diálogo y una escucha”.

¿Cómo ves el clima de diálogo y debate, hay cooperación, entendimiento o frialdad?

Nos encontramos a la mitad del camino. Estamos abordando el tercer bloque temático (B2) “Corresponsables en la misión”, y se aprecia una intensa cohesión de los padres y las madres sinodales. Aunque alguien pudiera esperar lo contrario y pensar que el avance en los diálogos provocaría un ambiente rígido, sucede lo contrario, la cercanía fraterna se impone. Los trabajos, que se desarrollan en las “mesas redondas”, facilitan una escucha atenta y respetuosa donde la libre expresión y los disensos son acogidos con total naturalidad. Ciertamente, la metodología centrada en la “escucha en el Espíritu Santo” predispone para acoger, interiorizar y discernir.

“Hay diálogos sobre la situación de la mujer; los ministerios laicales; la formación en los seminarios y para el laicado; el clericalismo…”

¿Qué temas hasta ahora te parecen más relevantes y por qué?

Los diversos temas tratados adquieren gran relevancia. Tengamos en cuenta que vienen definidos a través del largo proceso sinodal y que han desembocado en el Instrumentum laboris. Es cierto que unos se presentan más llamativos que otros, pero aquí, durante los trabajos en los grupos, se abordan en su totalidad. Algunos de ellos se centran en la situación de la mujer y su posible función ministerial al diaconado; la puesta en marcha de los ministerios laicales; la formación en los seminarios y para el laicado; cómo se sitúa la Iglesia ante el clericalismo…, lo importante es considerar la transitoriedad de esta primera parte de la XVI Asamblea, así como la vuelta de las conclusiones para su discernimiento en el pueblo de Dios y ya, en 2024, sí quedarán definidas las cuestiones más relevantes.

¿Cómo juzgas el método que se está empleando? ¿hay diversidad de voces, se oyen las voces de los que no suelen tener voz?

El método empleado se muestra revelador y está siendo el verdadero canalizador de los trabajos sinodales. La metodología está basada en la escucha hasta lograr un nosotros consistente, para desde la unidad-comunión ponernos a la “escucha en el Espíritu Santo”. Otro elemento novedoso lo representa el estar en mesas redondas. Un espacio sin inicio ni fin y sin miembros destacados; todos y todas a la misma altura y con el mismo protagonismo.

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Sin otro rango distintivo que la propia dignidad y que potencia la imagen de igualdad de una Iglesia sinodal. Además, la palabra medida, ya que todos disponemos de los mismos cuatro minutos para expresarnos…, y luego escuchar sin interrumpir, sin juzgar…, solo acoger.

“Hay momentos en que es muy doloroso escuchar desde la seguridad y la comodidad de nuestros países enriquecidos y distantes a tanto sufrimiento…, casi avergüenza”

Hay un clima de sintonía con los empobrecidos y excluidos en todo momento. También las personas con discapacidad tienen su eco que surge del grito de más de mil millones de personas que anhelan derechos e igualdad de oportunidades. No podía ser de otra manera, ya que en este sínodo ecuménico están representadas todas las voces de la catolicidad y, por tanto, está presente el sufrimiento de las guerras, la violencia y la explotación que resuena en el hondo silencio de los testimonios y experiencias. Hay momentos en que es muy doloroso escuchar desde la seguridad y la comodidad de nuestros países enriquecidos y distantes a tanto sufrimiento…, casi avergüenza.

Hasta el momento, ¿qué frutos ya se pueden cosechar?, ¿qué avances has notado?

Son muchos los frutos que se van recogiendo. Los primeros nacieron en la fase de escucha donde se pudo saborear sentirse miembros de una comunidad, la Iglesia, que había enfermado de autoreferencialidad y que era de “unos pocos y para unos pocos”. Ahora, aquí, día a día empieza a “oler a pueblo de Dios”: la presencia de mujeres, laicas y consagradas, laicos y una persona con discapacidad son signos de una Iglesia en salida, inclusiva y donde cabemos todos y todas. El Espíritu Santo se aprecia, y confiamos en un soplo potente y vivificador que termine empujando las pesadas y herrumbrosas puertas de una Iglesia refugiada en sus miedos, para llegar a ser presencia viva en medio de un mundo que necesita ser amado sin fronteras y transformado al estilo de Jesús.

La metodología de escucha-silencio-oración y discernimiento es sin duda otro gran fruto sinodal y lo apreciamos por el ambiente cercano y fraternal que predomina. Eso no quiere decir que estemos en un “angelismo” y fuera de la realidad. Las cuestiones se tratan y los consensos y las divergencias se pasan a los informes. Otro gran avance de este sínodo es la presencia de nuestras iglesias de oriente, ya que nos ayudan a descorrer el tupido velo extendido durante siglos y proyectar nuestra mirada ante la inmensa riqueza que contiene el pueblo de Dios, hermanos, en gran medida, mártires y pobres, a quienes olvidamos con excesiva frecuencia al estar centrados en nuestras estériles batallas de poder y autoreferencialidad.

¿Crees que está teniendo la repercusión fuera del sínodo que debería tener?

Aquí no somos muy conscientes de la repercusión que el sínodo puede estar teniendo fuera de aquí. Sabemos que existen maniobras y elementos de desinformación, así como cierta presión de corrientes poco interesadas en el proceso sinodal. También debemos tener presente que, en España, la primera fase, de escucha, tuvo grandes ausencias y con una participación muy discutible.

La verdad es que una parte de las diócesis tuvo muy poco interés, algunas, ninguno y ello supuso una pérdida importante de aportaciones y discernimiento en asuntos de gran relevancia para toda la Iglesia. Yo confío que, una vez finalizada esta asamblea, el documento que volverá a las diócesis y al pueblo de Dios, tenga una buena aceptación y que no solo sea tratado por el clero.

 

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