Mensajes guardados

Mensajes guardados

Imagino que un impulso bastante corriente a la hora de empezar a hacer una cosa, es intentar hacer creer que esto ya lo has hecho antes. Algo bastante común cuando entras de novatillo a un curro: coger el cuchillo con una agilidad inventada para cortar cebollas, usando el excel picoteando demasiado el teclado, o buzoneando con agilidad por urbanizaciones imposibles de transitar para un humano. A mí el orgullo me puede, y me reconozco en esa actitud tan humana –y masculina– de resistirse a pedir ayuda o reconocerse insuficiente hasta pocos segundos antes del desastre provocado por tu propia imbecilidad.

El primer día que empecé a trabajar en el Secretariado General de la Juventud Obrera Cristiana (JOC), estuve verificando los papeles que me certificarían pocas semanas después como nuevo presidente estatal de la JOC. Mientras repasaba “tan alto honor”, me sentaba en la mesa aburrido pero dispuesto a mostrarme útil al movimiento desde el minuto 1. Mirando con ojos suplicantes a Álex, el más veterano del secretariado en ese momento le preguntaba con voz dulcificada: ¿qué puedo hacer? ¿cómo te puedo ayudar?

Pasaron unos días hasta que la sensación de desorientación (nueva oficina, nuevos rostros, nuevas tareas) se fue de paseo. Ya iba entendiendo cómo estaba organizado el dropbox, qué rostro pertenecía a qué movimiento, y ya pude hablar con tono vehemente en la reunión semanal del secretariado. Hace más o menos un año de esta secuencia de hechos, y aunque me reconozco sólidamente feliz por haber dicho que sí a la liberación y haber vivido intensamente este primer año, he de reconocer que sigue habiendo un buen espacio para la chapucería en mi labor.

Agradezco a Noticias Obreras por proponerme abrir este blog, y por dar valor a la voz que emana de la JOC, que se puede recoger también en la experiencia de la liberación para el movimiento. Espero con este blog canalizar una serie de pensamientos personales en torno a este privilegio –no lo digo metafóricamente, de verdad que es un privilegio–. Y por esto, espero también traer aquí tantas otras experiencias que puedan servir a mostrar una historia colectiva mucho más nutrida a la vez que preciosa.

Mientras, permitidme que finja que sé escribir en un blog.

 

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