Italia abre “corredores laborales” para trabajadores migrantes

Italia abre “corredores laborales” para trabajadores migrantes
La Comunidad de Sant’Egidio ha conseguido que el gobierno italiano ponga en marcha “corredores laborales” para incorporar trabajadores migrantes a sectores y categorías con falta de mano de obra.

Estos nuevos “corredores de trabajo” se inspiran de alguna manera en los pasillos humanitarios impulsados por este movimiento de laicos en 2016, gracias a los cuales unas 7.500 personas migrantes provenientes de lugares en guerra o de campos de refugiados, fundamentalmente de Etiopía, Líbano, Pakistán, Libia y hasta la isla griega de Lesbos viven en Europa, fundamentalmente en Italia, pero también en Bélgica, Francia e incluso Andorra.

Sin embargo, ahora se abren corredores laborales para “migrantes económicos” de fuera de Europa que no tienen necesariamente que cumplir los requisitos para acogerse al régimen de protección internacional, como asilados o refugiados.

De momento, está previsto que cerca de 300 personas de países como Líbano, Etiopía y Costa de Marfil viajen hasta Italia, con todos los permisos pertinentes y garantías de seguridad personal posibles, para incorporarse al mercado laboral italiano, en virtud de una disposición del Gobierno italiano.

La portavoz de la Comunidad de Sant’Egidio en España, Tíscar Espigares, explica que “Italia, al igual que España, necesita mano de obra para empleos que no están ocupados por población nativa y se ha buscado la manera de facilitar la contratación de personas migrantes ya dentro del país”.

Frente a otras fórmulas existentes, como la contratación en origen, que exige la formalización de un contrato o una oferta de empleo a distancia, supervisada por embajadas y consulados, los corredores laborales permiten el contacto directo entre empleadores y personas a emplear, además de contar con una red de apoyo y acogida como la desarrollada con los “corredores humanitarios”.

Red de acogida y acompañamiento

La propuesta de la Comunidad de Sant’Egidio más allá de la concesión de papeles y permisos, supone una respuesta integral tanto para las personas migrantes como para las comunidades de acogida.

La solicitud de visados por razones humanitaria va acompañada del compromiso de entidades de la sociedad civil, incluidas organizaciones eclesiales, de hacerse cargo de los costes de manutención, pero, sobre todo, del acompañamiento en el proceso de integración de las personas llegadas de fuera de Europa.

“Asociaciones, parroquias e instituciones diversas movilizan a personas dispuestas a ayudar en las gestiones, sean para acceder a la escolarización o la sanidad, a enseñarles el idioma y acompañar a las personas migrantes hasta entrar en el sistema de protección internacional y llegar a ser autónomas”, detalla Espigares.

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La Comunidad de Sant’Egidio ha conseguido incorporar a Europa de manera legal y segura, a miles de personas solicitantes de visados con carácter humanitario, personas de países en guerra y de campos de refugiados, en circunstancias de especial vulnerabilidad, por tener menores a su cargo, padecer enfermedades o estar embarazadas, por ejemplo.

Con los “corredores laborales”, además, llegarán al país “personas, que todavía no tienen contrato, pero participan dentro de un proceso de integración, respaldado por asociaciones de la sociedad civil con experiencia y así al empresario le va a ser más fácil contratarlos e incluso encargarse de formarles”, sigue la integrante de la Comunidad de Sant’Egidio.

Como ocurre en muchos países europeos, como España sin ir más lejos, Italia necesita trabajadores para puestos que no se cubren por diversas razones por la población autóctona, en especial en el sector sanitario y de cuidados. Se habla de un déficit de 40.000 enfermeros solo en el sistema sanitario transalpino, pero también de vacantes en actividades industriales.

“Europa sigue con una política migratoria vergonzosa y además miope”, argumenta Espigares, quien explica que a pesar del discurso oficial, ha sido el Gobierno de Meloni el que ha se abierto a poner en marcha esta idea.

“Es verdad que cuando llegó al Gobierno estaba ya muy avanzada la idea de los corredores y que la presión de la sociedad civil ha sido y todavía sigue siendo muy influyente para poder llegar a este tipo de acuerdos”, completa.

Para la portavoz de la Comunidad de Sant’Egidio también “ha sido clave ver lo que ha pasado en pueblitos y comunidades pequeñas que se están revitalizando y la comunicación capilar, de tú a tú, de corazón a corazón para que se propague la experiencia”.

Espigares sabe bien que “puede haber miedo en las sociedades de acogida, falta de recursos y de voluntad política”. Eso sí, afirma que no se puede vencer todo esto si no se van abriendo puertas, si nadie quiere dar un voto de confianza y permitir que puedan desarrollarse iniciativas de este tipo”.

“Cuando los brazos saben a quién va a acoger y cuando se descubre la alegría de abrirse al otro, pasan cosas muy interesantes”, concluye.

 

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