“Queremos contar el verdadero relato de lo que se vive en los barrios ignorados”
Lola Contreras y Maru Megina, presidenta y miembro de la Asociación de Barrios Ignorados (ABI) de Andalucía, respectivamente, participan la próxima semana en el Ciclo #LíneasRojas, organizado por la HOAC de Murcia y las Comunidades Cristianas de Base (jueves 25 febrero, 20 h., vía Zoom), para compartir la experiencia de lucha y liberación que vienen protagonizando los vecinos y vecinas de al menos una decena de barriadas de Granada, Jaén, Córdoba, Málaga y Sevilla.
“Este amplio movimiento surgió en el año 2009 recogiendo la experiencia del movimiento vecinal y la vida de algunas parroquias, y el trabajo de militantes hoacistas junto a quienes coincidían en esos anhelos de cambio, pero traspasa las fronteras puramente locales para llevar una voz de nuestros barrios con propuestas concretas a la Junta de Andalucía”, cuenta Maru Megina. “Nos constituimos como Asociación de Barrios Ignorados, de una manera coordinada, en el año 2012, con el fin de trabajar con las diferentes administraciones y llegar al Parlamento Andaluz”, asegura Lola.
Uno de los fundamentos a la hora de impulsar esta plataforma de participación ciudadana “es el hecho de romper con la dinámica de un relato intencionado no contado por los vecinos y vecinos, porque a los problemas cotidianos que vivimos en nuestros barrios tenemos que sufrir los prejuicios y los estigmas que vienen por parte de unas administraciones alejadas de la realidad”, aseguran.
“Hablamos de barrios obreros degradados, golpeados por la precariedad y con una falta de mantenimiento y de recursos públicos evidentes”, de ahí que el trabajo realizado haya comenzado por un análisis de por qué existen estas condiciones. “El empobrecimiento es una realidad, con índices de paro superiores al de otras zonas de nuestras ciudades, con elevadas tasas de fracaso y absentismo escolar, además de un abandono del control de las viviendas sociales por parte de la Administración”, indica Maru.
El golpe de la pandemia
Una realidad que se ha agravado por las consecuencias de la pandemia, especialmente durante la primera ola, con el confinamiento que fue muy duro desde el mes de abril del pasado año. “El trabajo de cuidados se vino abajo, y muchos de nuestros vecinos y vecinas se dedican a ellos, y no digamos las condiciones de vida que se pueden dar en viviendas de sesenta metros cuadrados, con continuos cortes de luz y sin conexión a internet para que los niños y niñas pudiesen seguir con normalidad las clases”, precisa Lola.
“Es verdad, sin embargo, que se han vivido experiencias gozosas de solidaridad, de ayuda mutua, o de cómo los maestros y maestras se volcaron con los niños más vulnerables para que no les faltasen los deberes y siguieran conectados a las clases”, precisa Maru. “Las personas, las familias, están en el centro de todo el trabajo que vamos desarrollando, partiendo del análisis de la realidad, con propuestas concretas a los diferentes departamentos de la Junta, como Empleo y Formación, Educación, Servicios Sociales y Vivienda”.
Además, en los dos últimos años, se ha sumado la experiencia de formación de líderes en los barrios, junto a la Universidad Loyola, a la hora de dotar de herramientas y habilidades a quienes se suman a esta acción ciudadana para elaborar planes y actuaciones integrales. “Se trata, en definitiva, de romper la dinámica de unas relaciones con las diferentes administraciones que deje de lado el victimismo y la culpabilización hacia quienes vivimos en estos barrios, y que los proyectos de la Junta no se pierdan por el camino, con la contratación de técnicos que no están incardinados en la realidad de nuestro barrios. Y todo ello, con el protagonismo y la voz de quienes viven, de quienes vivimos en ellos”, finalizan estas dos militantes.
Periodista | Pasión por la política y la literatura