Desigualdad, una diferencia natural

Desigualdad, una diferencia natural
Cuando hablamos de desigualdad, tenemos al menos dos situaciones, una de las cuales es mayor, superior, ventajosa y en mejor posición que la otra.

En la activa vida profesional, económica, social, cultural y política, esta palabra aparece cada vez en debates, discursos, consignas, etc., pero nunca profundizamos en las causas y cuáles son sus efectos. ¿Es una causa natural? ¿Son los efectos más graves que los de la injusticia? Solemos pensar que la desigualdad proviene de la injusticia o viceversa.

En una sociedad o negocio, dos personas de distinto sexo que ocupan el mismo puesto con las mismas responsabilidades no perciben el mismo salario. El del hombre es un poco más ventajoso que el de la mujer. El jefe de esta empresa debe tener motivos para hacerlo. Los hombres, en general, reciben una remuneración más ventajosa que las mujeres. En los países africanos, los niños reciben más educación que las niñas. Podemos decir que hay injusticia mientras que en el primer caso es desigualdad.

El mundo entero está dividido geográficamente de manera desigual. Los países del Norte son más ricos que los del Sur. Dios creó el mundo con su riqueza distribuida de manera equivalente entre países. Cada país es diferente del otro, por sus recursos mineros, humanos, pesqueros, turísticos, etc. Las desigualdades en la riqueza de estos países no se pueden reivindicar. Además, ¿a quién dirigir la reclamación? La ley de la naturaleza significa que uno tiene más potencial que otro. Para los humanos, la diferencia entre dos hermanos o dos hermanas se considera desigualdad, sobre todo, si tiene que ver con el trato preferencial de uno sobre el otro. No se puede tratar a dos cosas o a dos personas con absoluta igualdad. Servir primero a uno puede ser tomado mal por el otro. En los estratos sociales, hay jerarquías que colocan en la parte superior de la escalera a alguien más educado, mayor, más sabio, más rico de una comunidad. El lugar que ocupan estas personas las coloca en un nivel más alto que otras, lo que las hace más distintas y, por lo tanto, en una mejor posición.

Un escolar hijo de un campesino que camina de siete a ocho kilómetros diarios para ir a la escuela frente a un hijo de una persona adinerada que vive a 500 metros de su escuela en un automóvil son dos situaciones de desigualdad, pero lejos de ser un caso de injusticia. Alguien que busca empleo con medios de comunicación (internet, teléfono, etc.) tiene más suerte que alguien que vive en un pueblo sin redes sociales. Es un hecho natural.

La desigualdad está en todas partes y luchar para acabar con ella es casi imposible en este mundo. La vida continúa allí donde hay diferencias sociales. ¿Pensemos en lo que sucedería si todos estuviéramos en igualdad de condiciones, de vida, conocimiento, poder, riqueza…? Una pregunta que nos gustaría haber respondido.

 

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