La verdad de las vacantes laborales

La verdad de las vacantes laborales
Frente a lo que afirman algunos sectores económicos, no hay un problema generalizado de empleos vacantes en España. La relativa dificultad en encontrar trabajadores para algunas ocupaciones tiene más que ver con la precariedad del empleo que se ofrece.

Esta es la rotunda conclusión de un estudio del sindicato CCOO, “Análisis de las vacantes laborales en España”, en el que se compara el comportamiento de nuestro mercado de trabajo con el de Europa.

En los 27 países de la Unión Europea , el porcentaje de vacantes entre el primer trimestre de 2019 y el primer trimestre de 2022 ha repuntado ligeramente al pasar del 2,3% al 2,9% en el primer trimestre de 2022 (si solo se tiene en cuenta a los países de la eurozona, el aumento ha sido más intenso, del 2,3% al 3,1%)

En España, en cambio, la variación ha sido mínima, manteniéndose en niveles parecidos, comparativamente muy bajos desde 2016. Los puestos de trabajo no cubiertos han pasado en el periodo de estudio del 0,7% al 0,9% de toda la población asalariada. Conviene no olvidar, que nuestra tasa de desempleo es significativamente más alta que en Europa (13,3% frente al 6,4%).

De contar solo los sectores mercantiles (sin el sector público ni las actividades artísticas, de ocio y otros servicios), las vacantes laborales de nuestro país, con datos del primer trimestre de 2022, se queda en el 0,7%, frente al 3,1% de Europa. De hecho, España aparece como el país donde menos vacantes se registran en las actividades mercantiles.

El desfase natural del mercado

Para los autores de este informe “no hay un problema de vacantes no cubiertas en España”. Lo que ocurre es que se produce el desfase natural de acomodación entre oferta y demanda de empleo, en un mercado de trabajo de más de 15,5 millones de personas asalariadas.

Nada que ver, al menos si hablamos de cantidad de personas, con la “gran dimisión”, como se ha denominado a la baja voluntaria de millones de trabajadores estadounidenses de su mercado de trabajo.

Aunque, puede que la corriente de fondo sea similar, un cambio en el sentido del empleo, una disonancia entre las expectativas y la realidad de las relaciones laborales. La masiva fuga laboral de Estados Unidos ha supuesto que 4,3 millones de trabajadores abandonen el mercado laboral de media al mes, en el último cuatrimestre de 2021.

El profesor Ignacio Muro, en el libro colectivo “¿Una empresa de todos? La participación del trabajo en el gobierno corporativo”, apunta que se ha debido, muy probablemente, a “un rebote provocado por años de trabajo insatisfactorio, con empleados totalmente alejados de cualquier sentimiento de pertenencia respecto a sus empresas, dispuestos a aprovechar cualquier vestigio para no seguir con una vida insoportable, identificada por las altas dosis de precariedad y ningún reconocimiento típicas del trabajo alienante”.

Puede pensarse entonces que el problema advertido por el empresariado español se ciñe a algunos sectores concretos como la construcción y la hostelería. Sin embargo, la investigación dice otra cosa bien distinta.

En la Administración Pública, en el sector de la Información y la Comunicación, y en las actividades profesionales, técnicas y científicas, donde se registran mayores porcentajes de vacantes, entre el 2,8% y el 1,2%. En la Construcción es del 0,6%; en la Hostelería, también el 0,6%; y en el Transporte y Almacenamiento, el 0,5%, por decirlo todo.

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Las empresas de la construcción han señalado que harán falta en los próximos años 700.000 trabajadores y trabajadoras más, que en muchos casos serán cualificados.

Las quejas por la falta de personal de la hostelería de territorios como Almería o la Costa Brava, así cómo del sector agrícola o de transportes por carretera han encontrado amplia difusión.

Lo lógico es pensar que, en el caso de poder elegir, se cubren antes las vacantes con mejores condiciones de trabajo. A la vendimia francesa, cada año acuden cerca de 15.000 personas desde nuestro país. En el transporte por carretera, hay casi 19.000 personas desempleadas en los servicios públicos de empleo que expresan su preferencia por ser conductor de camión y otros, nada más y nada menos, que 115.058 demandantes de empleo dispuestos a trabajar en el sector.

Otras razones también destacadas para explicar la falta de personal para sectores, donde se precisa mayor cualificación son escasa formación impartida dentro de las empresas, la ruptura de esos procesos orgánicos de formación, el infradesarrollo del tejido empresarial y el bajo nivel de cualificación del empresariado español.

El papel de la formación profesional

La investigación se cierra con un anexo dedicado a la formación. “La actualización y refuerzo suficiente de la Formación Profesional debe ser una preocupación permanente para atender las demandas de trabajo en tiempo”, se puede leer.

Además, reclama ampliar la financiación del SEPE para que, en algún momento, pueda realizar la imprescindible labor de casar ofertas y demandas de empleo que actualmente desgraciadamente no cumple.

Las medidas reclamadas no solo han de servir para responder a los cuellos de botellas del mercado de trabajo, sino que además serán más que necesarias para proceder a la reposición de reposición de trabajadoras y trabajadores que espera la economía española en próximos años, según se vayan jubilando las personas de la generación del “baby boom”.

El relevo generacional de las empresas, para Muro, defensor de la participación de los trabajadores en la empresa, es una factor, junto con una nueva conciencia sobre el empleo y la presión creciente a las grandes corporaciones, fundamentalmente tecnológicas, que puede mover al cambio:

“Todo empuja al agotamiento del modelo low cost basado en la precariedad para pasar a otro que propicia empleo de calidad y lógicas participativas”.
Muro indica que “si en 2002 los menores de 35 años significaban en España el 44% de la población activa, dos veces y media más que los mayores de 50, en los próximos años esos datos se habrán invertido: la población activa menor de 35 años se situará por debajo del 20%, mientras que los mayores de 50 años pasarán ya más del 40%, el doble que los trabajadores más jóvenes”.

Con todo ello, se puede vislumbrar “un escenario mucho más proclive al cambio”, en el caso que él defiende, hacia un modelo participativo de empresa. Más equitativo y justo, se puede añadir.

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