Organizaciones católicas reclaman compensar a las comunidades afectadas por el cambio climático

Organizaciones católicas reclaman compensar a las comunidades afectadas por el cambio climático
La cumbre del clima que se celebra en Egipto contará también con la participación de organizaciones católicas. El Movimiento Laudato si’ y Cáritas Internacional, presentes en la COP27, abogan por ayudar a los países afectados por las pérdidas y los daños provocados por el clima.

El movimiento católico contra el cambio climático tendrá la ocasión de presentar la película La Carta, inspirada en la encíclica sobre la ecología integral del papa Francisco, donde se recoge además, el esfuerzo de la comunidad católica para cuidar la casa común.

La Conferencia de las Partes sobre el Clima de 2027 (COP27) se ha marcado acordar las políticas de adaptación al nuevo escenario climático, y su financiación, además de definir la compensación de los daños y perjuicios que las consecuencias del calentamiento global está teniendo ya en los países en vías de desarrollo.

“La comunidad internacional y en especial los Estados responsables de la degradación de nuestra Casa Común deben actuar de inmediato”, defiende el representante de la organización humanitaria del a Iglesia, Aloysius John, que apoya el clamor global para que los Estados más prósperos aumenten significativamente sus contribuciones para mitigar los impactos negativos provocados en las naciones en desarrollo.

“Sin un programa de inversión fiable e integral que garantice la financiación para ayudar a los países a hacer frente a las pérdidas y los daños provocados por el clima, los países más vulnerables se hundirán cada vez más en la deuda y la pobreza cada vez que se vean afectados por desastres climáticos, de los que no son responsables”, ha reclamado.

Primero las comunidades pobres

Cáritas aboga por el destino justo y eficiente de los recursos económicos, ante la constatación de que los mecanismos financieros desplegados hasta ahora siguen siendo inconsistentes y profundamente injustos, además de poco transparente, por lo que hay serias dudas de que los lleguen a las comunidades pobres y vulnerables. “La financiación debe invertirse a nivel local para abordar las necesidades de las comunidades pobres y vulnerables y estructurarse para mitigar los riesgos económicos y el sobreendeudamiento creados por el cambio climático”, explica Aloysius John.

La Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), que representa a más de 600.000 religiosas que trabajan en el ámbito de la salud, el hambre y el cuidado de los niños, también ha reclamado públicamente “la integración de las voces de las comunidades marginadas en el debate mundial sobre cuestiones medioambientales”, a través del comunicado “Hermanas por el medio ambiente: integrar las voces de los márgenes”.

“Es necesario escuchar atentamente las voces de los afectados por las catástrofes medioambientales tanto para el reconocimiento de su dignidad como seres humanos como, con un enfoque pragmático, para aprender de su resiliencia”, se puede leer en el texto de las religiosas.

Las religiosas plantean “la necesidad de integrar las respuestas al cambio climático y a la pérdida de biodiversidad, reconociendo la naturaleza interconectada de los desafíos ecológicos, y de combinar el cuidado del medio ambiente con el cuidado de las personas más vulnerables, rechazando la visión antropocéntrica “que sustenta los hábitos de consumo más destructivos”.

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Apoyo a la agricultura y el mundo rural

Por su parte, el representante de Cáritas Internacional se ha mostrado partidario de descartar el uso de préstamos y utilizar la vía de las subvenciones como una vía real que permita el desarrollo de las comunidades locales, especialmente en el sector agrario, que es el que más se está viendo dañado por el cambio climático y generando a la vez una grave crisis alimentaria global. Por ahora, solo el 1,7% de la financiación climática se destina al campo, denuncia Cáritas Internacional.

Los países industrializados se han resistido a orientar sus inversiones económicas a mitigar el impacto que cambio climático, del que son responsables en gran parte, ha tenido en los países en desarrollo. Ya en 2009 empezó a debatirse el establecimiento de un fondo de compensación de 100.000 millones de dólares anuales.

Los países más vulnerables a los fenómenos extremos reclaman a los más ricos duplicar la inversión en el Fondo de Adaptación, que desde 2010 ha destinado 923 millones de dólares a proyectos de adaptación en casi un centenar de países. Naciones Unidas estima que harán falta 340.000 millones de euros para garantizar la adaptación en 20230.

Los constantes fenómenos meteorológicos extremos, la invasión de Ucrania y el encarecimiento de los precios, con consecuencias devastadoras en el comercio de alimentos, marcarán las discusiones en un clima de tensión creciente, como muestra las ausencias de notorios actores internacionales, empezando por la de China, India y Rusia.

Preservar la biodiversidad

La declaración de las religiosas hace un llamamiento a “actuar rápidamente para detener el colapso de la biodiversidad, asegurando que, para 2030, al menos la mitad de la Tierra y los océanos se conviertan en áreas protegidas, se restauren los ecosistemas devastados y se reduzcan la dependencia global de los combustibles fósiles”.

También llaman a “alcanzar un consenso global sobre el Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, y firmar el acuerdo de un nuevo marco global para la biodiversidad”, en vista a la COP15 sobre la biodiversidad.

“Como el futuro de nuestro Planeta pende de un hilo, sabemos que para alcanzar el punto de inflexión del cambio es necesario que todas las personas de buena voluntad trabajen juntas por encima de las fronteras y las identidades, dejando de lado las diferencias para defender nuestra casa común”, ha explicado la hermana Patricia Murray, secretaria ejecutiva de la UISG.

 

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