Los Equipos Parroquiales de Pastoral Obrera de Córdoba refuerzan su compromiso con el mundo del trabajo

Los Equipos Parroquiales de Pastoral Obrera de Córdoba refuerzan su compromiso con el mundo del trabajo
Cerca de cuarenta personas de los Equipos Parroquiales de Pastoral Obreras (EPPO) de la diócesis de Córdoba han participado en unas jornadas de oración y convivencia que han servido para reforzar su espiritualidad en el corazón del mundo obrero y del trabajo.

Estos equipos se crearon al calor de la publicación de la Pastoral Obrera de Toda la Iglesia como un medio para animar y compartir vida e ideas y cultivar una espiritualidad arraigada en los sufrimientos y aspiraciones de justicia del mundo obrero y del trabajo, además de coordinarse con los movimientos apostólicos implicados en este ámbito pastoral

En la actualidad, hay nueve Equipos Parroquiales en la diócesis de Córdoba, tres en los pueblos de la provincia y seis en la capital, que suman unas 70 personas en total. Esta Jornada de oración y convivencia, la número 13, se ha celebrado en la parroquia Virgen de Fátima, el pasado 21 de enero.

El presbítero Juan Perea abordó la sinodalidad en las parroquias como estímulo para la vivencia de la comunión, la participación y la misión en los barrios obreros. La experiencia de las primeras comunidades cristianas y su fundamento en Jesucristo, retomando el Padrenuestro, sirvió como impulso para seguir uniendo fe y lucha por la justicia, y revisar sus vidas y compromisos.

La finalidad de los EPPO, como ministerio de servicio a la comunidad, es hacer presente la realidad del mundo obrero y las situaciones de sufrimiento que se dan en él en su ámbito de su territorio. Para ello, tratan de que la realidad del trabajo atraviese la vida y misión de las comunidades y sus áreas pastorales. De hecho, algunos de sus miembros participan también en los consejos de pastoral de las parroquias.

El cultivo de la comunión supone tener en cuenta a las familias trabajadoras, con sus alegrías y sus angustias, en la oración y la celebración de los sacramentos, promover la fraternidad, la corresponsabilidad y la sinodalidad en las diferentes actividades que se llevan a cabo, así como cuidar los procesos formativos.

Anuncio y denuncia

Pero la acción de los EPPO no se limita al interior de la parroquia, sino que también se proyecta en el anuncio de Jesucristo y del Reino de Dios, en la denuncia profética de todo lo que se opone a él y en la caridad personal y política.

Así, promueven el conocimiento Doctrinal Social de la Iglesia y de la Pastoral Obrera, la formación de los propios integrantes de estos equipos y la construcción y cuidado de puentes entre la parroquia y el Secretariado diocesano de Pastoral del Trabajo, en el que los equipos están representados.

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Es habitual compartan reflexiones a la luz de la enseñanza social de la Iglesia a partir de acontecimientos concretos, que celebren con toda la comunidad los sacramentos, organicen vigilias y participen en la liturgia con aportaciones sobre el mundo del trabajo, especialmente en los días señalados, como el Día de la Mujer Trabajadora, el Día por la Salud y Seguridad Laboral, el Primero de Mayo o la Jornada Mundial por el Trabajo Decente.

También, tras la muerte de una persona trabajadora en accidente laboral, se tiene se le comunica al sacerdote para que tengan en cuenta en la Eucaristía a la persona trabajadora fallecida y su familia. Incluso así se comunica a través de los paneles informativos y se anima a a acudir a las concentraciones por la falta de medidas preventivas.

Acompañar la precariedad

Los EPPO procuran estar cercanos y acompañar a miembros de la parroquia que sufren problemas de falta de trabajo o precariedad laboral, así como conflictos en sus empresas, organizan charlas abiertas y dan a conocer en la parroquia la publicaciones y revistas de los movimientos apostólicos y el secretariado diocesano.

Sus integrantes también se unen a las distintas luchas del mundo obrero e intentan dar a conocerla existencia y origen de los conflictos laborales, acompañando y aportando económicamente, si llega el caso, a trabajadoras y trabajadores en lucha, haciendo partícipes a toda la comunidad parroquial.

Por supuesto, también animan a integrarse en las distintas organizaciones sociales y obreras como plasmación del compromiso sociopolítico de las personas de la comunidad parroquial y expresión de la caridad sociopolítica.

Las jornadas de oración y convivencia, de hecho, se han confirmado como un tiempo privilegiado para el cultivo de una espiritualidad cristiana encarnada en la precariedad del mundo del trabajo.

La vivencia del amor de Dios es lo que lleva a amar a los hombres y mujeres del trabajo y, por tanto, a no ser indiferentes a sus sufrimientos y a ofrecerles a Jesucristo como verdadera propuesta de humanización personal y social. Esta experiencia de encuentro con el Señor lleva también a tener una actitud de agradecimiento y de confianza en el Dios de la Misericordia.

 

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