Pepa Torres defiende que “los anhelos y sueños de las mujeres sean también motor de la Iglesia”

Pepa Torres defiende que “los anhelos y sueños de las mujeres sean también motor de la Iglesia”
FOTO | Pepa Torres durante su intervención en los cursos de verano de la HOAC
La teóloga y activista social Pepa Torres, que participa en el ciclo de conferencias “Líneas rojas 2023“, que organizan la HOAC y las comunidades de base de Murcia, ha concedido una entrevista al periodista Antonio Arco, del diario La Verdad, en la que defiende el voto de las mujeres en las estructuras de la Iglesia.

En las páginas del periódico murciano, Torres, como hace el papa Francisco, valora la existencia de “organizaciones, movimientos sociales, organizaciones populares y personas en concreto que son también una bendición para la humanidad y que nos recuerdan que hay posibilidades, que hay esperanza y que tenemos que apostar por los cambios desde las bases, desde las periferias”.

“Debemos encontrar canales
que nos lleven a la mejora de la convivencia”

Al igual que el Papa, y con especial énfasis para nuestro país, es partidaria de “levantar puentes y no muros, de establecer diálogos y de encontrar canales que nos lleven a la mejora de la convivencia y a una economía al servicio de los más empobrecidos”.

Sobre la división interna de la Iglesia, más en concreto,  los ataques a este pontificado desde algunos sectores de la Iglesia, la teóloga explica que “cuando las instituciones o las personas sienten amenazadas sus situaciones de privilegio frente a la verdad del Evangelio, al que representa Francisco, responden con violencia de diferentes tipos”.

“Seguimos con esa concepción de las mujeres como subalternas,
desde ese desarrollo de una antropología de la complementariedad”

En relación al tema de la conferencia, un grito silenciado pero imparable: las mujeres en la Iglesia, lamenta que “seguimos con esa concepción de las mujeres como subalternas, desde ese desarrollo de una antropología de la complementariedad, cuando lo deseable sería una experiencia de la igualdad; que a ninguna mujer, por el hecho de ser mujer, se le pueda excluir, por ejemplo, del ejercicio de todos los ministerios, y sobre todo de tomar decisiones, de tener voto en las estructuras de la iglesia; y que lo femenino y los anhelos y sueños de las mujeres, de alguna manera sean también motor”.

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De ahí que afirme que “hay que superar en la Iglesia este patriarcado tan recalcitrante y anacrónico” y justifique que “las cristianas estamos empeñadas en esta reforma estructural de la Iglesia desde la perspectiva de las mujeres”. Después de todo, afirma, “lo primero en el Evangelio es la fraternidad, y que todos tengan derecho a participar de la vida del Reino. Eso debería ser también lo primero para la iglesia. El Evangelio no va de currículos intachables, sino de solidaridad, de transformaciones personales”.

 

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