Comprometidas en un presente más democrático y sostenible

Comprometidas en un presente más democrático y sostenible

Hoy, como cada 9 de mayo de los últimos 73 años, celebramos el Día de Europa y recordamos su unidad y diversidad. También nos sirve de reflexión sobre qué papel tienen las diferentes instituciones en la construcción de la paz, la prosperidad y la democracia.

El Consejo de Europa tiene un papel importante en esto. Una de las iniciativas que tiene es el EYCB (European Youth Center Budapest, o Centro Europeo de Juventud de Budapest) y el EYCS (mismas características, pero en Estrasburgo), dos espacios cuyo objetivo principal es fomentar la cooperación europea en el ámbito de la juventud. Sus actividades buscan fomentar la reflexión crítica y la aplicación práctica en la vida diaria de la gente joven para que se conviertan en agentes de cambio en sus comunidades de origen.

Durante los últimos años, inmersa en la realidad nacional e internacional de la Juventud Estudiante Católica (JEC), he experimentado con más intensidad la importancia de mezclarse con gente diversa. Y es que lo más interesante de estas actividades no es tanto la temática, que no deja de ser un punto de partida para entrar en diálogo, sino el poner nombre, rostro e historia personal a los conflictos de los diferentes países europeos y las relaciones que se dan entre ellos, así como empaparnos de otras culturas, apreciarlas y admirarlas. Si la actitud es de apertura y acogida, podemos ver lo que nos une como una manera de crear lazos y lo que nos diferencia como una oportunidad para crecer y enriquecernos de otros puntos de vista.

En la JECI-MIEC, nuestro movimiento europeo, hemos realizado de nuevo en el centro de Budapest nuestra sesión de estudio, que ha girado en torno a la relación entre la política y el desarrollo sostenible. Esta temática está relacionada, en cierto modo, con la campaña de universidad de la JEC “¿Haces scroll a la vida? Justicia social en las aulas”, a la que daremos pronto el broche final.

Nuestro objetivo principal ha sido ayudarnos a participar de forma significativa en procesos democráticos sostenibles. A través del lema Forjar nuestro mundo a través de las generaciones: Comprender el pasado para crear un futuro democrático y sostenible (“Shaping our world across generations. Understanding the past to create a democratic and sustainable future”) y con una serie de expertos que nos han dado luz en determinados momentos del camino, hemos querido dar a entender que la democracia no es sólo ir a votar y que el desarrollo sostenible no se puede entender desde una versión economicista, y que lo que hacemos como individuos y como comunidad puede tener un impacto positivo en el planeta.

Pero, ¿por qué esta temática justo ahora? Llevamos un tiempo observando que la juventud ha perdido la confianza en los sistemas políticos actuales. Y no les falta razón. La sociedad general asocia la política con los partidos y las fechorías que hacen sus miembros, casi siempre de manera impune. El hastío es cada vez mayor y las posibilidades de cambio se ven lejanas. Sin embargo, quienes estamos involucradas en la vida desde nuestros ambientes y queremos vivirla con sentido, la política no nos es indiferente, la vemos con una perspectiva mucho más amplia y nos preocupa el futuro de “la forma más alta de caridad”, en palabras del papa Francisco. Lo personal es político, por nuestra propia pertenencia a una comunidad, y nuestro encuentro con Jesús, que se juntaba con los colectivos rechazados del momento, nos hace entender que la política es otra cosa, y que los objetivos a perseguir siempre son dar valor a lo comunitario y a situar a la persona en el centro de todas las prioridades.

Por lo tanto, encontrábamos necesario destinar esta sesión de estudio a concienciar de la en el compromiso con el bien común. En consecuencia, utilizar el soporte de la educación no formal y aprovechar las instalaciones del EYCB nos parecía una buena manera de poder entrar en profundidad a conocer y debatir sobre el tema y diseñar acciones efectivas y viables que las participantes pudieran trasladar a sus realidades para transformarlas, a través del método compartido de ver, juzgar y actuar.

Así hemos analizado las situaciones de nuestros países, conocido luchas y movimientos ciudadanos efectivos, relacionado las consecuencias que tienen las decisiones políticas con el desarrollo sostenible, aprendido otras maneras de participar, simulado distintos tipos de protestas pacíficas y diseñado nuestras propias actividades para trasladar a la realidad nacional, diocesana o local.

Porque la realidad internacional no tiene sentido sin nuestras comunidades de base, las del día a día. Aquellas en las que nos conocemos, nos acompañamos y somos testigos mutuamente de nuestros procesos de vida y de fe, que son los que nos hacen implicarnos y ser interpeladas por las realidades diocesanas, estatales, continentales o mundiales. Por lo tanto, la finalidad última de estos encuentros es, y espero que siga siendo, dar nuevas herramientas para ser personas protagonistas y promotoras de procesos cambio en la comunidad. En nuestro caso principalmente en los centros de estudios. Pero cada quien a la que sienta la llamada: la escuela, la comunidad de vecinos, el barrio, la parroquia o el trabajo. La llamada de Jesús nos llega a sitios diversos, pero nos llega siempre, solo depende de nosotras atenderla… para empeñarnos en construir una mejor política.

¡Feliz día de Europa!

 

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