Francisco: “La seguridad en el trabajo es parte integral del cuidado de la persona”

Francisco: “La seguridad en el trabajo es parte integral del cuidado de la persona”
“La seguridad en el trabajo es como el aire que respiramos: solo nos damos cuenta de su importancia cuando falta trágicamente, y siempre es demasiado tarde”, ha aseverado el papa Francisco.

En una audiencia realizada este lunes en el Palacio Apostólico Vaticano, el papa Francisco se ha dirigido a los miembros de la Asociación Nacional de Trabajadores Mutilados e Invalidez Laboral (ANMIL) en conmemoración del 80º aniversario de su fundación. En su mensaje, el pontífice ha enfatizado la importancia de la dignidad humana y la seguridad laboral en un mundo donde los accidentes y la deshumanización del trabajo persisten.

Demasiadas muertes y tragedias

Francisco agradeció a la asociación su continua labor en la protección de las víctimas de accidentes laborales y sus familias. “Gracias por mantener alta la atención sobre el tema de la seguridad en el lugar de trabajo, donde todavía ocurren demasiadas muertes y tragedias”. También les ha dado las gracias por las iniciativas que promueven para mejorar la legislación, por brindar nuevas oportunidades a las víctimas de sinestros laborales y por la labor “de concienciación pública sobre la prevención de accidentes y políticas de seguridad, especialmente en favor de las mujeres y los jóvenes”, ha subrayado.

Deshumanización del trabajo

En su discurso, el papa Francisco ha abordado la deshumanización del trabajo, señalando que a veces se convierte en una búsqueda desesperada de ganancias y, con ello, la desprotección de los trabajadores y las trabajadoras. “Las tragedias y los dramas en el lugar de trabajo no cesan, a pesar de la tecnología de la que disponemos para crear lugares seguros. (…). Esto sucede cuando el trabajo se deshumaniza y, en lugar de ser el medio por el cual el ser humano se realiza poniéndose al servicio de la comunidad, se convierte en una carrera desesperada por obtener beneficios (…) Las tragedias comienzan cuando el objetivo ya no es el ser humano, sino la productividad, y el ser humano se convierte en una máquina de producción”, ha afirmado.

Reaprender el arte de cuidar

En este sentido, el Papa ha recordado las lecciones de la parábola del Buen Samaritano para no ser indiferente ante las víctimas de la siniestralidad laboral y sus familias. “No podemos acostumbrarnos a los accidentes laborales ni resignarnos a la indiferencia hacia los accidentes. No podemos aceptar la desechabilidad de la vida humana. Las muertes y los accidentes son un empobrecimiento social trágico que afecta a todos, no solo a las empresas o las familias involucradas. No debemos cansarnos de aprender y reaprender el arte de cuidar, en nombre de la humanidad común. La seguridad no solo se garantiza mediante una buena legislación que debe ser aplicada, sino también mediante la capacidad de vivir como hermanos y hermanas en los lugares de trabajo”.

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Citando al apóstol Pablo, el Papa ha planteado el valor de la corporeidad y su relevancia en el mundo del trabajo, “si el cuerpo es templo del Espíritu Santo, significa que al cuidar de sus fragilidades, alabamos a Dios. La humanidad es, por lo tanto, un ‘lugar de culto’ y el cuidado es la actitud con la que colaboramos en la obra misma del Creador. La fe cristiana llega a tal punto: la centralidad de la persona, como templo del Espíritu Santo, no conoce descartes, no conoce transacciones o trueques sobre la vida humana. No se puede, en nombre de mayores beneficios, exigir largas horas de trabajo que disminuyan la concentración, o considerar los seguros y las medidas de seguridad como gastos inútiles y pérdidas de ganancias”.

La responsabilidad hacia los trabajadores es prioritaria

El papa Francisco también ha denunciado la práctica del carewashing, donde algunos empresarios y legisladores prefieren lavar sus conciencias con obras benéficas en lugar de invertir en la seguridad de los trabajadores y las trabajadoras. Sin embargo, “la seguridad en el trabajo es parte integral del cuidado de la persona. De hecho, para un empleador, es el primer deber y la primera forma de bien”.

“Este es el trabajo principal: cuidar de los hermanos y hermanas, del cuerpo de los hermanos y hermanas. La responsabilidad hacia los trabajadores es prioritaria: la vida no se vende por ninguna razón, y aún menos si es pobre, precaria y frágil. Somos seres humanos, no maquinaria, personas únicas y no piezas de repuesto. Y muchas veces, algunos trabajadores son tratados como piezas de repuesto”, ha concluido.

 

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