Un trabajo que no cuida no es un trabajo decente

Un trabajo que no cuida no es un trabajo decente
Por noveno año consecutivo, alrededor del 7 de octubre, la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) se suma a la convocatoria de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente (JMTD), para hacer especial hincapié en la necesidad de un trabajo que cuide y no comprometa la dignidad de las personas.

ITD pone el acento en la salud y la seguridad en el lugar de trabajo, con el lema: «Un trabajo decente debe ser un trabajo saludable». La falta de salud y seguridad en el trabajo, que tiene como consecuencia una insoportable siniestralidad y, en demasiadas ocasiones, la pérdida de la vida en el trabajo, es un problema grave que requiere acciones decididas y actitudes diferentes.

La iniciativa quiere contribuir a crear conciencia sobre esta realidad y hacer visibles a las víctimas de esta lacra social, ya que solo al reconocer el problema podemos resolverlo. Es un escándalo que se produzcan dos siniestros laborales con resultado de muerte, en nuestro país, en el intento de ganarse «el pan cada día». Esto, como lo ha expresado el papa Francisco, es una «calamidad y una injusticia» que socava la dignidad humana.

El trabajo es el medio a través del cual las personas se realizan a sí mismas al cuidar a los demás, a la comunidad y a la creación. Si el trabajo no implica un proceso de cuidado y de humanización, se convierte en una búsqueda desesperada de productividad y beneficios, que convierte al trabajador y a la trabajadora en un elemento más de un proceso que «mata». Un trabajo que no cuida no es un trabajo decente.

En este contexto, ITD recuerda el derecho a un trabajo que no ponga en peligro la salud física y la integridad moral de las personas trabajadoras, como apunta el magisterio social de la Iglesia (CDSI, 301). Además, propone afrontar la magnitud de este problema con la actitud del Buen Samaritano, parábola a la que el papa Francisco recurre para llamar a acabar con la indiferencia ante las personas heridas en nuestro camino por la vida, en este caso, las víctimas de la siniestralidad laboral y sus familias.

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La seguridad no solo se garantiza mediante una buena legislación que debe cumplirse, sino también mediante la capacidad de cuidarnos en los lugares de trabajo, por eso, es esencial aprender y reaprender su importancia, además de atender a la corporeidad de la persona trabajadora.

Dice Francisco: «Si el cuerpo es templo del Espíritu Santo, significa que, al cuidar de sus fragilidades, alabamos a Dios». La humanidad es un «lugar de culto» y el cuidado es la actitud con la que colaboramos en la obra misma del Creador. La fe cristiana defiende la centralidad de la persona como templo del Espíritu Santo, sin permitir descartes ni transacciones de la vida humana.

La salud y la seguridad en el trabajo son parte integral del cuidado de la persona. Por tanto, para los empresarios, «es el primer deber y la primera forma de bien», ya que la vida no se debe sacrificar por ninguna razón, especialmente cuando es «pobre, precaria y frágil».

La Jornada Mundial por el Trabajo Decente se llevará a cabo en las diócesis con vigilias, eucaristías y actos públicos para orar, informar, sensibilizar, denunciar y visibilizar esta realidad sufriente, que además tiene una cobertura especial en www.noticiasobreras.es

 

 

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