La situación del valenciano. Una reflexión para castellanohablantes

La situación del valenciano. Una reflexión para castellanohablantes
El president de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, con la presidenta de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, Verònica Cantó. Vía GVA.

El cantautor Raimon, que tanto marcó con sus canciones la juventud de la gente de mi generación –la mayoría de ellos entrados en los setenta y algunos pocos superando ya los ochenta– ha dicho en una entrevista reciente que la situación en Valencia “és un desgavell”. Para los no muy duchos en el valenciano, he de aclarar que la expresión desgavell la podríamos traducir al castellano como “desorden completo, despropósito o cosa absurda”.

A ese desorden, despropósito, o cosa absurda me quiero referir al hablar del País Valencià, o Comunidad Valenciana para los no muy avesados, sobre todo en lo que a la lengua se refiere.

Rompiendo con mi costumbre de utilizar preferentemente el valenciano para mis reflexiones de todo tipo, utilizo el castellano en esta ocasión porque quiero dirigirme de manera especial a aquellas personas que, nacidas aquí o venidas de otros lugares, no tienen como lengua habitual el valenciano y, si se encuentran con algo escrito en valenciano, pasan de largo a leer otra cosa. Así, de paso, aprovecho la ocasión para tranquilizar a quienes piensan que el uso del valenciano pone en peligro el castellano o es impedimento para un buen uso del mismo. Creo que, sin presumir, poseo un dominio correcto de la lengua de Cervantes, pero vayamos al tema del desgavell en lo que al valenciano se refiere.

Precisamente una de las acepciones del término valenciano desgavell es el de “cosa absurda”. Y a cosas absurdas voy a referirme, no sin antes recordar que, en mis años mozos, para resolver determinados problemas de matemáticas, se echaba mano de un procedimiento conocido como “reducción a lo absurdo”. Pues bien, recurramos a lo absurdo para poder entender la gravedad de lo que está pasando aquí y ahora, si bien convendría decir que, además de absurdo, resulta ridículo.

Hace pocos días reflexionaba sobre lo absurdo que resultaría que un presidente del Gobierno de España –me da igual Feijóo que Sánchez, por no salirnos del contexto actual– solicitara durante una entrevista con el presidente de la Real Academia Española de la Lengua (en adelante, RAE) que los académicos procuraran adecuar la normativa gramatical al castellano o español que habla la gente de la calle. Absurdo, ¿verdad? Tan absurdo como si el presidente de la RAE le indicara al presidente del Gobierno qué leyes habían de llevar al Parlamento para su debate y aprobación.  Enseguida nos viene a la mente el conocido refrán de “zapatero, ¡a tus zapatos!”

Pues bien, esa cosa que, producida a nivel de toda España, nos parece absurda, a nivel de País Valencià se ha producido hace unas semanas. Ante el hecho evidente de que el valenciano hablado a nivel popular difiere mucho del valenciano académico, (cosa lógica si tenemos en cuenta que, de los casi ocho siglos que por aquí se habla valenciano, sólo desde hace menos de treinta años se enseña en las escuelas), al Molt Honorable Sr. President de la Generalitat Valenciana no se le ha ocurrido otra cosa que pedir a la presidenta de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (en adelante, AVL) que la normativa del valenciano se adecue más al habla de la calle, una forma de hablar que cualquier valencianoparlante de más de cuarenta años sabe que es incorrecta.

Y por si alguien ve esta petición normal, para que se dé cuenta de lo absurda que puede llegar a ser, que se imagine una normativa del castellano que normalice a nivel escrito “se venéis” por “os venís”, “haser” por “hacer”, o “andi luego” por “desde luego”.

Pero no quedan ahí los recursos a lo “absurdo”. Ante el hecho evidente de que alguna Consellería de la Generalitat Valenciana en los documentos oficiales emanados de ella ha utilizado un valenciano totalmente discordante y discrepante con la normativa lingüística marcada por la AVL, cosa ilegal, ya que por ley la Generalitat Valenciana ha de utilizar en sus documentos la normativa de esa AVL, nada menos que todo un Conseller de Educación –entre cuyas competencias está la de posibilitar que los alumnos de todos los tramos de la educación aprendan un correcto valenciano–, al ser preguntado por su parecer sobre que una Consellería utilice un valenciano no normativo, se despachó con la siguiente perla preciosa: “no creo que la Acadèmia Valenciana de la Llengua tenga la verdad absoluta sobre el valenciano”, abogando por que “cada uno utilice el valenciano que estime conveniente, si todo es valenciano…”.

Por seguir comparando para ver lo absurdo de la situación, ¿alguien es capaz de imaginar a un ministro de Educación del Gobierno de España poniendo en entredicho la autoridad de la RAE y proponiendo, como todo es castellano o español, que cada uno escriba como le venga en gana?

Tiene razón, una vez más, el querido y admirado Raimon. Esto es un desgavell.

 

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