“Cercano, compasión y ternura”, este es el modo de ser de Dios

“Cercano, compasión y ternura”, este es el modo de ser de Dios
FOTO | Vatican News
“Nuestro corazón esta noche está en Belén, donde aún el Príncipe de la paz es rechazado por la lógica perdedora de la guerra”, ha señalado el papa Francisco en su homilía de la misa del gallo de este domingo

Con el Papa compartió un mensaje profundamente arraigado en la humildad y la encarnación. Con la referencia “El censo de toda la tierra” basado en el Evangelio de Lucas (Lc 2,1), Francisco destacó el contraste entre el poder humano que busca el reconocimiento y la gloria, y el nacimiento de Jesús, que ocurre casi en secreto y en completa humildad. Citando la historia del rey David, quien cometió un error al realizar un censo por razones de autosuficiencia, el Papa contrastó este acto con la humildad de Jesús al permitirse ser contado en el censo, convirtiéndose en “uno entre muchos”.

El Papa subrayó la obsesión por el rendimiento y el éxito, instando a los fieles a cuestionarse sobre el Dios en el que creen: “¿el Dios de la encarnación o el de la actuación?”, ha preguntado.

Francisco ha resaltado el camino de Jesús, “que viene a buscarnos a través de la encarnación. No es el dios de los beneficios, sino el Dios de la encarnación. No subvierte las injusticias desde arriba con fuerza, sino desde abajo con amor; no irrumpe con un poder ilimitado, sino que se sumerge en nuestras limitaciones; no evita nuestras fragilidades, sino que las asume”.

Advirtió contra la imagen pagana de un Dios distante y controlador, instando a la reflexión sobre la verdadera naturaleza de Dios, encarnado para todos durante el censo de toda la tierra.

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“Él, que está más allá de cualquier cálculo humano y aún se deja contar por nuestros recuentos; a Él, que revoluciona la historia habitándola; a Él, que nos respeta al punto de permitirnos rechazarlo; a Él, que borra el pecado haciéndose cargo de él, que no quita el dolor pero lo transforma, que no nos quita los problemas de la vida, pero da a nuestras vidas una esperanza más grande que los problemas. Quiere abrazar tanto nuestras existencias que, siendo infinito, se hace finito por nosotros; siendo grande, se hace pequeño; siendo justo, habita nuestras injusticias. Hermanos y hermanas, aquí está la maravilla de la Navidad: no una mezcla de afectos empalagosos y consuelos mundanos, sino la ternura inaudita de Dios que salva al mundo encarnándose. Miremos al Niño, miremos su pesebre, miremos el pesebre, que los ángeles llaman ‘la señal’ (Lc 2, 12): es de hecho la señal reveladora del rostro de Dios, que es compasión y misericordia, omnipotente siempre y solo en el amor. Se acerca, se acerca, tierno y compasivo, así es el modo de ser de Dios: cercanía, compasión, ternura”.

En su homilía, el papa Francisco invitó a los presentes a maravillarse ante la ternura de Dios manifestada en la Navidad, destacando que Dios no busca números, sino rostros. Instó a dejar las máscaras y corazas, abrazando la ternura del Dios niño. La adoración, según el Papa, es el camino para recibir la encarnación, permitiendo que Dios habite en el tiempo de cada individuo.

 

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