«Si quieres, puedes limpiarme»

«Si quieres, puedes limpiarme»

Lectura del Evangelio según san Marcos (1, 40-45).

Se le acercó un leproso y le suplicó de rodillas: –Si quieres, puedes limpiarme. Jesús, compadecido, extendió la mano, lo tocó y le dijo: –Quiero, queda limpio.

Al instante le desapareció la lepra y quedó limpio. Entonces lo despidió, advirtiéndole seriamente: –No se lo digas a nadie; vete, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les conste que has quedado sano.

El, sin embargo, tan pronto como se fue, comenzó a divulgar entusiasmado lo ocurrido, de modo que Jesús no podía ya entrar abiertamente en ninguna ciudad. Tenía que quedarse fuera, en lugares despoblados, y aun así seguían acudiendo a él de todas partes.

Comentario

El lío que armó una mala interpretación de Dios

Hay que ver el lío que acarrea alguna de las versiones de Dios en el Antiguo Testamento. Su tesis es: si Dios es santo, puro y fuente de vida, es insostenible con todo lo sucio, repugnante o muerto. En consecuencia, como dice la primera lectura de hoy. Levítico 13, 1-2.44-46, “un leproso no podía acudir al templo, ni vivir con su familia ni su pueblo. Debía vivir fuera, vestir harapiento y despeinado para que toda la gente al verlo huyera de él”. La marginación era extremadamente cruel y Dios salía garante. De hecho, los sacerdotes eran los únicos que podían declarar el principio y el fin de la lepra.

¿Podemos decir que hoy pasa algo de esto?

Bueno, si reconocemos que, en una sociedad laica como la nuestra, Dios no es el referente de las leyes e instituciones democráticas, yo creo que no es temerario afirmar que sí. Porque hay ciertos principios sociales reconocidos que se han constituido en “dioses laicos”. Podemos recordar algunos ejemplos:

  • En nombre de “dioses laicos” como el “dinero” o el “lucro” se admite socialmente el rechazo y desprecio al pobre que no puede aportar riqueza a la sociedad, como son los vagabundos, los “sin techo”. Adela Cortina acuñó para esta situación el término de aporofobia.
  • En nombre del “dios laico” la “seguridad nacional” se han admitido como legales devoluciones en caliente de migrantes, siendo así que el Defensor del Pueblo consideró probado que las realizadas durante la tragedia de la valla de Melilla de 2022 no habían sido legales, al no haber posibilitado la identificación de personas vulnerables. Y también el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó a España por ello.

Apliquemos los criterios del Evangelio de hoy a todo lo anterior

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San Marcos nos ha relatado hoy que un leproso se atreve a saltarse la ley, se pone de rodillas delante de Jesús y en tono humilde le hace esta súplica: “Si quieres, puedes limpiarme”. Jesús en vez de rechazarle, como marcaba la ley, se siente “conmovido en sus entrañas, extiende su mano y toca su piel de leproso, diciendo: “Quiero, queda limpio”.

Esto es lo que quiere el Dios encarnado en el Nuevo Testamento: limpiar el mundo de todas las exclusiones contrarias al plan de su Padre Dios y el Espíritu Santo. En adelante, a los seguidores de Jesús nos ha de quedar claro, no retirar nuestra acogida a ningún “apestado”. Al contrario, nosotros queremos provocar la experiencia de que “se nos conmuevan las entrañas” al tocar la carne de Cristo, que es como llama el papa Francisco a los excluidos.

Actitudes del leproso para conseguir nosotros la sanación de Jesús

  • Los seguidores de Jesús estamos llamados a acercarnos a Él con la misma actitud valiente del leproso para transgredir la ley, siempre que esto suponga rechazo y desprecio a la dignidad de un excluido. No importa que sintamos miedo a ser rechazados por la sociedad dominante o nos venga algún problema colateral. Eso está incluido en seguir a Jesús.
  • Los creyentes estamos llamados a sentir esa experiencia de que Jesús nos ha tocado como al leproso del Evangelio porque alguna vez hemos sido legalistas y nos hemos aislado de los “apestados”. Y, sin embargo, a Jesús se le han conmovido sus entrañas, ha extendido su mano para tocar nuestra lepra, que ha quedado sanada. Sin esta experiencia amorosa y sanadora, el propósito de extender nuestra mano para tocar a los leprosos apestados de hoy nos resultará una carga pesada y hasta insoportable.
  • Los cristianos podemos aprender a hacer las peticiones a Jesús con la humildad del leproso del Evangelio: “Si quieres…” La simplicidad del verbo expresa confianza total, como la disponibilidad de la oración de Jesús en Getsemaní: “pero no se haga mi voluntad sino la tuya”.

En resumen, el Evangelio de hoy nos presenta una buena ocasión para ver si estas actitudes del leproso están recogidas en mi proyecto de vida.    

 

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