El Vaticano publica “Dignitas infinita” en defensa del valor inalienable de todas las personas

El Vaticano publica “Dignitas infinita” en defensa del valor inalienable de todas las personas
El nuevo documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Dignitas infinita contiene una defensa de “la dignidad humana más allá de cualquier circunstancia”, que es “un pilar fundamental de la enseñanza de la Iglesia”, según ha declarado el cardenal Fernández.

El prefecto del Dicasterio, cuyo equipo llevaba cinco año elaborando este documento, ha explicado que esta declaración trata de presentar los “puntos focales alrededor de la dignidad humana, clave del pensamiento cristiano”. En su intervención ante los medios de comunicación, Fernández ha explicado que el documento recoge y refuerza lo que han dicho los últimos pontífices sobre este tema y resume la novedad que ha introducido el Papa actual.

Dignitas infinita ha sido presentada en la sala Stampa del Vaticano con la presencia de  Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, monseñor Armando Matteo, secretario de la sección doctrinal del Dicasterio, y la profesora Paola Scarcella, docente de la Universidad Tor Vergata y de la Universidad Lumsa de Roma, responsable de la catequesis a personas con discapacidad de la Comunidad de San Egidio.

“La dignidad humana es una cuestión central en el pensamiento cristiano, que ha tenido un desarrollo magnífico en los últimos siglos, junto con la Doctrina Social de la Iglesia, lo que permite entablar un diálogo fecundo con la sociedad, especialmente 75 años después de la Declaración Universal de los Derecho Humanos, piedra fundamental en el camino de la humanidad y una de las más altas cimas de la conciencia humana”.

Los tres primeros capítulos de la declaración abordan los fundamentos de las afirmaciones contenidas en el cuarto, dedicado a “algunas graves violaciones de la dignidad humana”, incluidas nuevos desafíos como la violencia digital o la indiferenciación sexual. Además de establecer la postura de la Iglesia frente al aborto, la eutanasia y la maternidad subrogada, aparecen también asuntos como la guerra, el drama de la pobreza y de los emigrantes, y la trata de seres humanos. Con ello el Vaticano, quiere contribuir a reforzar la defensa de la dignidad humana en toda la extensión de la realidad social, en una apuesta integral por el valor de la vida en todas las circunstancias.

El propio prefecto ha admitido que “algunos temas tienen un consenso mayor en la sociedad que otros”. Pero, para la Iglesia, “todos son importantes, porque iluminan aspectos diferentes que se armonizan unos con otros”. En su opinión, aunque se aterrizan las ideas, “el conjunto es claro”.

La declaración del dicasterio dirigido por el cardenal argentino persigue  impulsar el respeto por los derechos inalienable de todas y cada una de las personas. Fernández, que ha citado el interés de Fiducia supplicans, sin obviar las críticas, a veces, desaforadas recibidas desde el seno de la propia comunidad cristiana, no solo ha remarcado que se trata de un “documento mucho más importante”, sino que ha admitido que “desearíamos que tuviera el mismo nivel de impacto, porque el mundo necesita redescubrir las inmensas implicaciones de la dignidad humana”.

En este sentido, ha querido desvelar el carácter propositivo de “Dignitas infinita”, abierto al diálogo con la sociedad. “Antes de hablar del aborto, se habla de la violencia contra las mujeres”, ha expuesto sobre la estructura de la redacción, al tiempo que ha señalado que la ideología de género se aborda desde el punto de vista de “las ideologías que no ayudan a reconocer el fundamento de la dignidad humana”, lo que “empobrece una visión humanista de la persona”.

Sobre el aborto, ha explicitado que “si defendemos la vida desde el principio, no se debe a fanatismo o a ir en contra de la mentalidad progresista, sino en coherencia con la dignidad humana más allá de cada circunstancia, dado que esta no depende del desarrollo del ser humano o si ha salido del vientre materno”. De lo contrario, “no habría razones objetivas para defender los derechos humanos siempre y en toda circunstancia”, ha argumentado.

La dignidad humana implica “una valoración de las diferencias y de la belleza del encuentro que supone el matrimonio”, ha defendido. “La idea del matrimonio homosexual o la eliminación de las diferencias no parece aceptable”, ha explicado el cardenal, porque “la belleza del encuentro entre un hombre y una mujer que pueden estar juntos y tener una relación íntima de la que nace una nueva vida es algo que no se puede comparar con otra”.

En lo que no ha dejado ninguna duda es en la postura del Vaticano contra la penalización y persecución de las personas homosexuales solo por su orientación social, lamentando que sea algo que acontece en muchos lugares del mundo, como ha repetido incluso en el turno de preguntas de los periodistas presentes en la sala, lamentándose incluso por las actitudes intransigentes de miembros del Pueblo de Dios que en vez de a acoger a la persona, se comportan como una “minoría selecta” que cumple literalmente los preceptos que entiende que dicta la Iglesia Católica.

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Dignidad inalienable

El objetivo principal del documento es situar “la dignidad ontológica más allá de cada circunstancia”, lo que implica que “no se pierde jamás”, a pesar de las “quiebras y vulneraciones existenciales”. Como ha explicado el cardenal, “los otros pueden darme una vida indigna, pero no pueden quitarme la dignidad humana que poseo, independientemente de si he nacido en Italia o Etiopía, Israel o Gaza, porque la dignidad humana es inmensa e inalienable”.

Se ha llegado a preguntar por qué algunos niños crecen “con tantas posibilidades mientras otros carecen del reconocimiento de su dignidad, y se ha respondido que esto ocurre debido al “valor supremo” que se concede al “libre mercado y la soberanía nacional”, de modo que “nacer a un lado u otro de la frontera determina la asimetría en la dignidad y respeto a los derechos humanos”. Así, ha animado a eliminar “las máscaras del desarrollo que se dan en nuestra sociedad”.

Frente a la cultura del descarte, como señalaba el papa en Fratelli tutti, la Iglesia insiste en que la humanidad debe orientarse para que “los menos capacitados puedan emprender caminos en sus vidas, porque los lentos, los menos capacitados, los débiles… tienen un inmenso valor, a pesar de que sean menos productivos, lo mismo los pobres o aquellos que han tenido una educación de baja calidad, porque  todos tenemos la misma dignidad”

Fernández, al explicar el título final del documento, ha recordado que san Juan Pablo II en un encuentro con personas discapacitadas en Alemania, dijo a quienes les acompañaban que “Dios quiere a todo a todos con un amor infinito y que “mirando a los rostros de personas repletas de límite, despreciadas en muchas casos les dijo: todos vosotros tenéis un valor que es infinito”. También ha recordado que Francisco, en “Fratelli tutti”, ya reforzó la convicción de la inalienable dignidad humana con la expresión “más allá de cada circunstancia”, independientemente de cada sociedad, cultura o contexto, que ha sido lo que finalmente ha inspirado el título de esta declaración.

La verdad es inmutable, pero su comprensión evoluciona a lo largo de la historia

No obstante, Fernández ha admitido que la Iglesia ha tenido dificultades en la comprensión del principio de la infinita dignidad humana, a pesar de que está muy presente en el Evangelio. De hecho, ha rememorado que en el siglo XVI, en tan solo 80 años, el Vaticano pasó de autorizar la esclavitud a prohibirla. “Este ejemplo nos muestra que la comprensión de la Iglesia evoluciona en el tiempo, su entendimiento en puntos concretos no crece homogéneamente”, ha argumentado. “La verdad es siempre la misa, pero cambia nuestra comprensión de ella”, ha insistido. “Tenemos criterios estables, pero en lo concreto, puede haber variaciones”, ha apuntado.

También ha aprovechado, en referencia a la polémica de “Fiducia supplicans”, para lamentar que parezca que “el Papa no pudiera decir algo diferente a lo que se decía antes, parece que todo está cerrado y no se puede añadir algo nuevo”, mientras que “en los último dos siglos hubo aclaraciones desarrollos explícitos muy amplios de la riqueza del magisterio, sobre todo con la obra de León XIII”.

Es más, ha reconocido que la Iglesia ha aprendido, a veces con “dureza”, durante “fases difíciles de su historia”, “hablando con el mundo, escuchando a la sociedad lo que dice el pensamiento y la cultura del mundo”. En este particular, ha sacado a relucir la condena de Francisco a la pena de muerte, que en este sentido representa “un punto culminante en la reflexión de la Iglesia” y un ejemplo más de la importancia de valorar la dignidad humana.

Así, ha seguido, “el amor de Dios que nos salva es inseparable de la inmensa dignidad que tenemos. Debido a esta dignidad todos tenemos el derecho a ser felices, a intentar serlo”. Gracias, precisamente, a nuestra inmensa dignidad podemos “ir cada vez más lejos, alcanzar más belleza, tener más sueños nobles y reconocer el valor de los hijos, los prójimos, los vecinos, los colegas…”.

 

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