Solidaridad vecinal y eclesial con la familia de un trabajador fallecido

Solidaridad vecinal y eclesial con la familia de un trabajador fallecido
Los vecinos y la comunidad eclesial del barrio Santa Engracia donde vivía el obrero muerto en accidente laboral mientras trabajaba en una obra de la avenida de Elvas en Badajoz se han movilizado para acompañar a la familia en medio de la tragedia que están viviendo.

Un accidente de trabajo se ha llevado a Floren para siempre. Ahora les toca a su mujer y sus dos hijos lidiar con su ausencia, precisamente en un momento de sus vidas en que parecía que empezaban a sacar cabeza. Apenas llevaba seis días trabajando en la construcción después de un largo periodo de precariedad y desempleo. También su mujer había encontrado un empleo.

En el barrio y en la parroquia les conocían bien. María José, la esposa del albañil, colaboraba en el reparto del Banco de Alimentos para las familias más desfavorecidas de su Barrio, Santa Engracia, y del cercano, Gurugú. Habían pedido en ocasiones ayuda a Cáritas porque su situación económica no era muy boyante.

De hecho, habían tenido dificultades para quedarse con el piso en el que vivían. Habían conseguido arrancar un alquiler social al banco que les quería embarga su casa. Pero ya estaban “cansados hasta de pedir ayuda” y tiraban ya de las fuerzas que les quedaban.

La prensa local se ha hecho eco de la desgracia y de la respuesta vecinal, a raíz de comentarios en las redes sociales y de alguna que otra carta al director. Una voluntaria del equipo de Cáritas de la parroquia de Santa Engracia, donde en tiempos ejerció su acción pastoral el recordado consiliario de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) Jesús Mendieta, afirmaba que “ellos también lo han pasado mal, han tenido dificultades porque sus trabajos eran intermitentes. Y ahora que por fin Floren estaba en una obra y podía llevar un sueldo a casa, se ha encontrado con esta situación desgraciada», lamenta una voluntaria”.

“Es una familia comprometida con la educación. Por propia iniciativa han venido muchas veces al colegio y han participado en las actividades”, declaraba la profesora de Sociales y coordina la pastoral del colegio Nuestra Señora de la Asunción, al que asisten los hijos del matrimonio.

La presidenta de la Asociación de Vecinos de Santa Engracia también sumaba su testimonio: “Vivían en el barrio hace 5 o 6 años y él llevaba un tiempo sin trabajar. Era una persona buenísima, se preocupaba mucho por su familia, tenían una buena convivencia… El barrio lo ha sentido mucho”.

El sacerdote y consiliario de Profesionales Cristianos de Badajoz, Pepe Moreno Losada, había confesado en internet, a raíz del incidente: “No puedo dejar de considerar y dejarme afectar por este hecho que ya no es anónimo, que tiene historia, nombres, y mucho dolor y sufrimiento a sus espaldas”. Relacionaba este drama con tantos otros que pasan más o menos desapercibido, alguno, desgraciadamente, también cercano, “ocurre de muchas más formas, hace meses murió otro joven amigo mío, Joaquín ingeniero en la visita a obras que dirigía desde su empresa en el Congo, en un accidente de automóvil en su trabajo”.

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También se acordaba de la recurrente polémica en torno a la existencia de la clase trabajadora: “A veces se dice que esto ha cambiado mucho, que ya no hay mundo obrero, incluso lo oigo en la Iglesia frente a los movimientos que quieren situarse comprometidos en este ambiente específico, como es el de la HOAC”, para expresar que “siento consuelo de que quien le saque del anonimato ante mí sea la Iglesia, estas personas que se mueven en esas parroquias de barrios obreros y pobres, que están atentos a la vida de los pobres y sufrientes, con sus nombres, historias y con sus sentimientos. Ojalá lleguemos a estar mucho más cerca y a luchar con ellos por sus vidas dignas, justas, sin que les falten los derechos fundamentales de casa, trabajo, familia, salud”.

La HOAC de Mérida-Badajoz en un comunicado público declaraba: “La muerte de este trabajador es una tragedia no solo para la familia sino para nuestra sociedad porque carga sobre la familia obrera, muerte, incapacidad, desamparo, pobreza. Queremos denunciar y sensibilizar ante esta economía que mata y descarta, que no se puede permitir tantos muertos e incapacitados por trabajar en condiciones precarias, sin seguridad, sin derechos, sin protección”, señala en una nota este movimiento de trabajadoras y trabajadores cristianos de la diócesis.

El barrio reaccionó pronto ante la tragedia, como suele ocurrir en las zonas obreras y marginadas. “Nuestro barrio es como un pueblo dentro de una ciudad, somos una familia y todo lo bueno y lo malo que ocurre lo sentimos como propio”, había dicho la presidente de la asociación vecinal, quien señalaba su intención de “echarles una mano”.

También desde Cáritas están preparados y dispuestos a aliviar la situación económica en la que queda la familia y acompañar su dolor. Les espera un largo proceso de duelo, salpicado por investigaciones judiciales, la intervención de compañías aseguradoras y de trámites ante la administración pública. La certeza de tener con quien contar en caso de necesidad es un primer paso para asimilar este tipo de desgracias.

 

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