Es tiempo de Cuaresma: ¡escuchen a mi hijo!

Es tiempo de Cuaresma: ¡escuchen a mi hijo!
Foto | Gastón Pérez en Pixabay
Ve Jesús a los «humanos» sometidos y sumisos, pero alegres por las cadenas de oro que rodean sus cuerpos. Pobres seres que creen que siguen teniendo el poder sobre sus vidas. Solo el libre nos puede liberar. Es tiempo de Cuaresma. «¡Escuchen a mi Hijo!».

«No nos dejes caer en la tentación», rezamos cada día. La tentación no consiste en faltas de moral (¡ojala!), sino en una infidelidad a Dios, esa «realidad oscura» que nos pudre por dentro, aunque por fuera nos veamos «justísimos». La tentación de renegar de Dios insensiblemente se nos plantea en el terreno de la política y de la economía. ¡Se puede ser tan correctamente infiel! Que nos consuele saber que Jesús, sujeto a nuestras mismas debilidades, fue tentado en todo de la misma manera que nosotros: ¡Él sabe cómo socorrernos! (cf. Heb 5, 2; 4, 15; 2, 18).

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