Globalización, nuevas enseñanzas

Globalización, nuevas enseñanzas
Foto | John Simmons (unsplash)
La globalización ha sido una tendencia predominante en la economía mundial durante el final del siglo XX y se ha mantenido en el principio de este siglo.

Se trata de un proceso por el que las economías de distintos lugares del planeta se van integrando cada vez más en un único mercado mundial. La producción se reparte entre distintos países y las mercancías y servicios traspasan las fronteras cada vez con mayor facilidad y en una cantidad creciente.

Sin embargo, la pandemia y la guerra de Ucrania nos están mostrando unas debilidades de este proceso que habían quedado escondidas y que, en algunos casos, eran insospechadas. Hablar sobre ellas y hacer un somero análisis sobre lo que está sucediendo nos lleva a plantearnos si el proceso de globalización de la economía es tan benigno como algunos opinan, si su evolución es realmente neutral y si tiene sentido seguir manteniéndolo o sería mejor dirigirnos hacia otro modelo de economía internacional.

En primer lugar, quiero analizar una de las claves de por qué la globalización es vista como un proceso benigno por algunos de sus defensores. Existe la idea extendida de que un incremento de las relaciones económicas tiene la cualidad de favorecer la vida en paz entre aquellos que comercian entre sí. Los procesos de integración política y económica que se han dado en Europa durante los dos últimos siglos parecen confirmar esto. Tanto Italia como Alemania realizaron un camino de integración económica antes de que pasaran a integrarse políticamente. La Unión Europea también apunta en esta dirección como una historia de éxito que ha garantizado un periodo continuado de paz entre países que habían experimentado varias guerras en los anteriores cien años.

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Sin embargo, no todos los autores coinciden en este análisis. Una economista clásica de la corriente marxista como fue Rosa de Luxemburgo, afirmaba a principios del siglo XX que los países ricos necesitaban de regímenes afines en distintos países para que les suministrasen una cantidad suficiente de recursos naturales que les permitiese mantener un elevado nivel de vida. Esto hacía que se justificase la intervención en el Gobierno de otras naciones para que un supuesto régimen contrario no comprometiese el suministro de aquello necesario para el país rico.

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