«Queremos dejar de ser invisibles»

«Queremos dejar de ser invisibles»
Susana Agustina, la primera por la izquierda.
Susana Agustina lleva 22 años limpiando colectividades, los diez últimos en el mismo centro, el colegio Ejército de Castellón. Junto con sus compañeras ha empezado a movilizarse para conseguir que se les aplique el salario mínimo pero, sobre todo, para dejar de ser «invisibles».

¿En qué consiste tu trabajo?

Limpio diez aulas diariamente, más los correspondientes baños, pasillos, escaleras, entradas de colegio, los patios…, porque parece que siempre hablamos de las aulas, pero hay mucho más trabajo. Luego, está todo lo que el ayuntamiento nos adjudica: todos los días vaciamos las papeleras, pasamos la mopa… Se nos dice que las clases debemos fregarlas dos veces por semana, y ahí es donde ya empezamos con los problemas, porque desde una mesa de un ayuntamiento es muy bonito diseñar las frecuencias que debemos hacer, pero luego la realidad no es así, porque yo tengo que fregar dos veces por semana la clase, pero hoy la friegas y mañana cae un zumo. ¿Y qué haces?, ¿no la friegas?, ¿la dejas sucia porque la fregaste ayer?

¿Cómo ha ido cambiando tu trabajo estos últimos años?

Este trabajo, en los 20 años que yo llevo, ha cambiado mucho porque, antiguamente, en las clases, el mobiliario que había era mínimo, había una mesa, una pizarra, los pupitres y las sillas de los niños. Todo ha cambiado mucho. El material se ha multiplicado muchísimo. Donde antes había una pizarra, ahora tenemos que una tablet grande, una pizarra magnética, la pizarra normal… Como están los ordenadores, la mayoría de los profesores ahora tienen dos mesas, antes solo había una. Todo eso parece que no es nada, pero si tú lo vas multiplicando por todas las clases que limpias y todas las cosas se van aumentando, el trabajo en realidad se ha incrementado mucho y las jornadas siguen siendo las mismas.

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Hay otra cosa que estamos viviendo y que me parece indigno como persona, como trabajadora y como contribuyente. La última contrata adjudicataria del concurso del servicio de limpieza de los colegios por parte del ayuntamiento ofreció como mejora el reciclaje. Y ahora, a nosotras, las limpiadoras, nos han metido el reciclaje. ¿Qué ocurre? Antes en la planta baja del colegio había unos contenedores específicos de papel y de plástico. Los profesores enseñaban a los niños a separar, los encargados de cada clase las depositaban en los contenedores, y así se reciclaba. Ahora como quieren ganar más dinero, nuestra empresa ha dicho que esa faena la asume la empresa y la vamos a hacer nosotras. Han quitado los contenedores del colegio y lo que pretenden es que el reciclaje de cada clase lo bajemos y lo depositemos en los contenedores que están situados en el exterior del edificio, a una distancia considerable. Entonces yo, ¿qué voy a hacer?, ¿me voy a ir tres calles más para allá del colegio a buscar el contenedor de reciclaje? Me siento engañada como trabajadora y como madre del colegio, porque a mi hija la están engañando, le están enseñando a reciclar, y yo lo voy a tirar al contenedor normal. No me voy a ir con cuatro bolsas de papel o de plástico a buscar los contenedores que están tres calles más allá. ¿Y eso por qué lo han hecho? Par ganar más dinero, a costa de mis costillas.

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