El modelo del buen samaritano: hacerse cargo de las víctimas de la siniestralidad laboral

El modelo del buen samaritano: hacerse cargo de las víctimas de la siniestralidad laboral
La Pastoral del Trabajo anima a escuchar y acompañar a las víctimas; plantea fomentar un cambio de mentalidad en relación con los accidentes laborales; así como el cumplimiento de la normativa. Pide a las Administraciones públicas que protejan los derechos de las víctimas y den una respuesta más cercana. Por último, destaca el papel que la Iglesia puede jugar en la promoción de la defensa de la vida en el trabajo.

Al hilo de la celebración del Día Internacional por Seguridad y la Salud en el Trabajo, la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente de la diócesis de Segorbe-Castellón organizó el miércoles 26 de abril en los salones de la parroquia de Santa María de Castellón una charla coloquio con el lema “Un trabajo decente tiene que ser un trabajo saludable” a cargo de Antonio J. Aranda, director del Secretariado de la Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal Española.

La Iglesia continúa ocupada y preocupada de este asunto. “La vida es el mayor bien que atesoramos y que hemos de honrar viviéndola con dignidad, de acuerdo con nuestra vocación de hijas e hijos de Dios. Cuidar esta dignidad implica cuidar nuestra salud en el más amplio de los sentidos, también en el ámbito laboral, preocupándonos por la de quienes trabajan”, indicaban los obispos en el mensaje con motivo de la celebración del 28 de abril.

Y es que hoy día el trabajo es la dimensión humana en la que más se pone en juego la dignidad de las personas por las condiciones en que muchas veces se realiza.

Problema social

Nos encontramos ante un problema de grandes dimensiones al que no estamos dando como sociedad suficiente importancia. En nuestro país –según datos del INSST– en 2022 se registraron 1.196.425 accidentes laborales, con el resultado de 826 personas fallecidas y se dieron 42.320 casos de enfermedades derivadas del trabajo. En la provincia de Castellón en ese mismo año se fueron 9.077 los accidentes laborales con baja, de ellos 29 graves y 10 mortales. Además se registraron 1.030 casos de enfermedades profesionales.

En palabras de Antonio Aranda “no hay que comprar tiritas y antiséptico, sino trabajar en las causas para evitar que ocurra el deterioro de la salud”. Y es que la falta de salud laboral tiene que ver mucho con la calidad del puesto de trabajo, con los ritmos de producción impuestos en él, con las condiciones objetivas del trabajo o con el incumplimiento de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales en las empresas. Se trata, en definitiva, de un problema social relacionado con profundas y permanentes carencias estructurales de nuestro mercado laboral, que reclama respuesta y soluciones concretas y eficaces, porque cada vida importa.

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El modelo del buen samaritano

El problema de la siniestralidad y la falta de salud en el trabajo es difícil, duro de soportar y complejo de solucionar. Pero es Jesús quien sufre en todas aquellas personas que enferman, se lesionan o mueren mientras trabajan. No podemos apartar nuestra mirada, debemos seguir el modelo del buen samaritano.

En esta parábola encontramos la guía perfecta que nos orienta sobre cómo actuar: observar la realidad, acercarnos a ella y hacernos cargo. En esa línea, Antonio Aranda planteó una serie de orientaciones:

  • Necesitamos fijarnos en la realidad para descubrir, visibilizar y denunciar situaciones de sufrimiento; para concienciar a la sociedad, combatir la indiferencia y poner a disposición de las víctimas los recursos necesarios.
  • En nuestra tarea de acompañar a las víctimas, acerquémonos a ellas, escuchémoslas, que nuestra presencia las reconforte y sientan que no están solas.
  • Colaboremos en el cambio de mentalidad porque estos “sucesos” no son fruto de la casualidad o de la mala suerte. Combatamos, también, la resignación, pues la inmensa mayoría de las enfermedades y accidentes son evitables, si se cumple la normativa.
  • Potenciemos el asociacionismo, pues el trabajo colectivo es necesario para impulsar políticas que hagan avanzar en este compromiso.
  • Invitamos a apoyar la labor que los sindicatos y organizaciones empresariales comprometidas llevan realizando a este respecto, defendiendo el derecho a unas condiciones sanas y seguras en el trabajo, fomentando la cultura preventiva y haciendo que se cumpla la normativa vigente.
  • Reclamamos a las Administraciones públicas que velen por el cumplimiento de la legislación laboral, poniendo medios para que las víctimas y sus familias no tengan que sufrir otro calvario adicional ante los procesos burocráticos y jurídicos a fin de que sea reconocida su condición de víctimas.
  • Favorezcamos el encuentro y el diálogo entre los agentes sociales con el objetivo de compartir recursos, encontrar vías de cooperación y dar una respuesta más ágil y cercana a las víctimas.
  • Como Iglesia, debemos promover la defensa de la vida en el trabajo, creando conciencia en nuestras comunidades eclesiales, implicándonos en la denuncia de esta injusticia y apoyando las iniciativas y campañas, como la que ya lleva a cabo Iglesia por el Trabajo Decente.

Por eso, hoy es una obligación hacer nuestras, una vez más, las palabras del papa Francisco pronunciadas en la Nochebuena de 2021: “No más muertes en el trabajo! Y esforcémonos en lograrlo”.

 

 

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